No es que Suárez fuera fantástico; es que los de ahora son patéticos
Se ha muerto Suárez en el peor momento para nuestra clase política. Cada loa, cada alabanza, cada parabién hacia el expresidente pone de relieve la falta de categoría profesional de quienes ahora nos gobiernan.
La sociedad española lamenta de verdad la pérdida de este personaje. Los medios de comunicación lo sabemos y lo reflejamos de modo unánime. Somos conscientes de que se ha marchado una figura cuya influencia política en el contexto actual, por desgracia nula, era inversamente proporcional a su dimensión histórica.
Quisiéramos muchos más “suáreces” en nuestros partidos políticos. Gente que piense en el bien general antes que en el suyo propio. Políticos capaces de dimitir cuando convenía al país. Hombres que no salgan ricos de la política ni con el puesto asegurado en el consejo de administración de una gran compañía.
Quisiéramos servidores públicos, en el mejor sentido de la palabra. No pedimos “superhombres” -Suárez no lo era- ni dechados de virtudes -tampoco fue el caso- ni siquiera peritos en la gestión pública…
España sólo necesita personas que piensen en el bien del país antes que en el suyo propio y en el interés de su partido. En eso, simplemente en eso, consistió la grandeza de Suárez. ¿Excepcional? No señor. No debe serlo. Lo será, si acaso, si le comparamos con los actuales.
Ahora no tenemos políticos “patriotas” en el sentido más digno del término. Ahora soportamos a políticos que ignoran las necesidades de quienes les han votado. Es más: ni nos necesitan, salvo el día de las elecciones. Ellos tienen asegurado su puesto en las listas, su sueldo, su cargo y hasta su retiro. Todo, dentro del partido. Nada fuera de él. “Quien se mueva no sale en la foto”, decía aquel que aún hoy ocupa su correspondiente escaño y que, por cierto, en su época dedicó al protagonista de marras multitud de calificativos, a cuál más zahiriente (“tahúr del Mississipi”, por ejemplo).
Suárez cometió muchos errores. Entre ellos, consagrar un sistema basado en la fortaleza de las formaciones políticas y no en el dinamismo social. Por otro lado, bastaría echar una ojeada a las hemerotecas para conocer nefasta opinión que de él tenían hace treinta años muchos que ahora le ensalzan. No hay foto que mejor retrate al expresidente que esta, tomada en el 23F. Todo estaba contra él: la izquierda, la derecha, los empresarios, los sindicatos, los militares… hasta el Rey.
No pretendo restarle méritos. Pero creo que si hubiera sido tan magnífico como ahora nos lo pintan, quizá habría gobernado más tiempo. Parece obvio que Suárez cometió errores que le costaron la presidencia y la carrera política. Tras el hundimiento de la UCD, los españoles pudieron votar a la nueva formación que lideró, el CDS. Pocos lo hicieron. Sus motivos tendrían. Suárez, no hay que engañarse, no era panacea.
Pero sí fue un político íntegro, un hombre honrado. Y digno en la adversidad, como refleja maravillosamente la foto. Y eso es lo que echamos de menos. Y lo que, a la vez, retrata a la perfección un sistema democrático defectuoso y necesitado de urgentes reparaciones.
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