La astuta respuesta china: la Asociación Económica Integral Regional
Esta nueva área de libre comercio representa el 29 % del comercio del planeta, el 32,2 % del PIB global y el 32,5 % de la inversión mundial. Es un claro exponente del dinamismo del área del Asia-Pacífico que tantas veces he mencionado en esta columna y que, por su relevancia, es una de las razones de ser de la misma.
Resulta evidente que el RCEP constituye un gran éxito de la diplomacia china frente a la rupturista aproximación de Washington. Por un lado, del punto de visa de las relaciones públicas, China se erige —y esto no deja de ser paradójico— en el defensor del libre comercio y de los acuerdos multilaterales en el mundo.
Todos los comentaristas, incluso los americanos (ver artículo de Brian Klass publicado en el Washington Post el 5 de noviembre pasado), entienden que la estrategia del presidente Trump de confrontación directa con China ha resultado manifiestamente fallida, ya que no solo no ha reducido su dependencia de las importaciones exteriores (es cierto que se ha reducido la dependencia de China, pero se ha sustituido por la dependencia de otros países), sino que ha permitido a China ocupar una posición de dominio en una de las áreas con mayor potencial económico del mundo y, además, haciéndolo a la manera china, que rechaza determinados medidas orientadas a liberalizar su economía.