¿Puede España acabar como Grecia?
Cualquier compañía competitiva, tanto si comienza su andadura empresarial como si pretende posicionar su marca globalmente, diseña un plan estratégico cuyo alcance se proyecta cada vez a más corto plazo. Y a través del citado plan, la empresa cuadra las inversiones, cuantifica los costes, prevé los beneficios Y perfila las estrategias que llevará a cabo para conseguir los objetivos de negocio.
No obstante, un plan de negocio perfectamente diseñado y ejecutado no garantiza el éxito empresarial. Pero sin embargo, una planificación o ejecución deficiente del mismo es sinónimo de fracaso.
Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) son el plan de negocio del Gobierno español. ¿Están diseñados erróneamente porque persiguen el objetivo principal de mantener nuestra insostenible Administración? Recordemos al respecto que los PGE deberían tener la misión de ordenar económicamente nuestra Administración (la empresa más grande de España), que desgraciadamente para nuestra economía equivale a más del 50% del PIB.
Tanto en cuanto, los PGE reflejan el presupuesto público de España y, por ende, contemplan todos los ingresos y los gastos del sector público estatal, además de consignarse en ellos los aspectos relativos a los tributos del Estado. En este sentido, podemos afirmar que ejercicio tras ejercicio el plan de negocio del Estado se diseña y ejecuta erróneamente, puesto que el principal objetivo de los PGE es mantener a toda costa una ineficiente y económicamente insostenible macro Administración.
Tanto es así, que gran parte del presupuesto español de 2015 se ha destinado a pagar nuestra insostenible deuda pública (y a pensiones y al paro), cuyo nivel no hace más que subir. Y este círculo vicioso de deuda y déficit, causado tanto por el desfase entre ingresos y gastos como por los suntuosos e innumerables gastos injustificados de la "empresa España", podrían llevar a nuestro país a la suspensión de pagos.
Considerando que un trabajador catalán paga 594 euros más en impuestos que uno navarro. Que la financiación de las embajadas autonómicas de Cataluña en el exterior sigue su curso. Que la comunidad que más crece y crea empleo de España, Madrid, está penalizada en virtud del actual y erróneo "modelo de financiación autonómica". Que las más de 4.000 empresas públicas deficitarias, cuyos consejeros políticos tienen sueldos millonarios, continúan en pié. Que los organismos político-administrativos autonómicos inútiles prosiguen financiándose con los impuestos de los españoles y la política expansiva del BCE...
¿Cuántos ejercicios más puede aguantar España con el actual nivel de "techo de gasto", sobre todo autonómico, (y a este ritmo de endeudamiento) sin quebrar? ¿Amenaza a España la sombra de un "griegicidio"? El problema no es la baja productividad sino el estrangulamiento de la economía por parte del sector público.
Y todo este gasto superfluo, que tampoco se corregirá en los PGE de 2016, podría conducir a España a un "griegicidio" a largo plazo. Aunque la economía helena y la española no sean comparables, el gran que tienen no es otro que el parasitismo de una casta político-sindical extractiva y privilegiada, que expolia y esclaviza a los ciudadanos al objeto de mantener un macro Estado políticamente inviable y económicamente insostenible.
Porque el problema de la economía española no es la baja productividad, sino que la baja productividad de nuestra economía es producto del estrangulamiento de la misma por parte del sector público.
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