Aunque no fue difícil vaticinar el patinazo de Ruiz Socavón, me congratula haber acertado en el diagnóstico (ojalá me pasara igual en bolsa, maldita sea).
Se confirma que la dinámica de cambiar de continente cada convocatoria sigue vigente. Sin ánimo de hacer leña del árbol caído, ¿nadie en el gobierno de Madrid supo verlo? ¿O todo ha sido cosa de la cabezonería de don Alberto, un tipo narcisista y megalómano como suelen ser muchos de nuestros amigos peperos (véase la Rita en el cauce del Turia, la que ha montado, para escaparate de sus éxitos, a costa del erario público, o el fallido plan Zaplaneitor de Terra Mítica)?
Creo que el señor alcalde debería hacer las maletas y dejar la política por inepto, con mayúsculas. Pero me da que éste no se despega de la poltrona ni con agua caliente.
Francamente, me alegro de lo sucedido. Así nos ahorramos las fanfarronadas y el autobombo de la Espe, Albertito y toda la plana gurtelera que anida en los rancios parajes mesetarios, esos que critican el gasto del Estado y luego generan una deuda hipermultimillonaria enterrando la M-30 madrileña (¡si algún día salieran a la luz las comisiones que muy probablemente se habrán metido en la butxaca..!).
Y me da igual que se me acuse de antipatriota. Este concepto me resbala. La única patria del hombre es su infancia (Rilke); y la muerte, nuestro destino vitalicio.
Alberto, JUAS, JUAS, JUAS.
Saludetes (y que nadie se sienta ofendido por la libre expresión de mis ideas; cada uno que tenga las suyas).