Una de las acusaciones que se reproducen con mayor frecuencia en este país, promovidas por economistas de tendencia neoliberal (que son la gran mayoría de los “gurús economistas” que aparecen con frecuencia en los mayores medios de información, los cuales debieran ser conocidos también como medios de persuasión), es que el gasto público en los ancianos es, en España, excesivo, tomando las pensiones públicas de vejez como ejemplo de ello. Constantemente se acentúa que las pensiones públicas para la vejez son demasiado generosas. Y como indicador de ello se repite constantemente que la tasa de reemplazo del salario por las pensiones es nada menos que de un 82%. Es decir, que cuando la persona se jubila, recibe, como promedio, el 82% de su salario previo a la jubilación, porcentaje que se considera uno de los más elevados del mundo desarrollado.
Como consecuencia de esta percepción (que se ha convertido en un elemento clave de la sabiduría convencional, que es, ni más ni menos, que la sabiduría que el establishment financiero y económico así como el establishment político-mediático que está a su servicio promueven y desean que la población haga suya), se están intentando hoy desacreditar las protestas de pensionistas que están teniendo lugar a lo largo del territorio español (incluyendo en Catalunya, donde apenas se habla de este tema y donde toda la atención mediática se centra en el monotema nacional) debido a la bajada tan notable de sus beneficios, acusándolos, directa o indirectamente, de “privilegiados” carentes de credibilidad, presentándolos (a los que protestan) como meros instrumentos de fuerzas políticas que están intentando pescar en río revuelto para fines meramente políticos.
En contra de lo que la sabiduría convencional promueve, los salarios bajos no son resultado de la baja productividad, sino al revés, la baja productividad es consecuencia de los bajos salarios.
Estos no incentivan al empresario (o al Estado) a invertir para aumentar la productividad de cada trabajador, pues le es más económico pagar salarios bajos.
Si los salarios fueran altos como en los países nórdicos, el empresariado (o el Estado) se vería forzado a invertir para conseguir mayor productividad.
http://www.nuevatribuna.es/opinion/vicenc-navarro/falsedad-supuesta-excesiva-generosidad-pensiones-espana/20180202152522148089.html
Un saludo