Qué quiere hacer la banda de los 4 con la UE?
Pero su actitud ventajista no acaba en el desastre humanitario y económico ya ocasionado por la crisis sanitaria en Italia o España, los dos países más golpeados por la pandemia, sino que el hecho de que los Estados y las empresas de ambos países tengan ya altos niveles de endeudamiento y sigan endeudándose para afrontar sus impactos económicos ofrece muchas ventajas a los socios menos golpeados por la crisis sanitaria, menores niveles de endeudamiento interno y mayores márgenes para llevar a cabo la inversión pública y privada que requiere la superación de la recesión y apoyar financiera y fiscalmente a sus empresas, como ya han empezado a hacer.
Sus gobernantes y elites saben mejor que nadie las múltiples ganancias que se derivan de su participación en el mercado único. Y no creo que desconozcan o que se oculten a su propia capacidad de raciocinio la enorme presión a la que someten las políticas de austeridad y consolidación presupuestaria a las economías y ciudadanías de los países del sur de la eurozona y la desigualdad, el empobrecimiento y polarización social y laboral que causan esas políticas de austeridad que presionan sobre la demanda interna para equilibrar a fuerza de recortes las cuentas públicas y exteriores.
No hay ninguna extraña maldición que haga imposible alcanzar acuerdos parecidos en España, que no sea el muy perjudicial predominio de un tipo de subpolítica, la de la confrontación social y la crispación política, que lideran Casado y Abascal, a la que se han dejado arrastrar sectores de la ciudadanía que los jalean y en la que se dejan enredar, con más frecuencia de la que sería conveniente para atajar su alcance, ministros, dirigentes políticos, periodistas y una variada fauna de tertulianos, comentaristas y publicistas que atizan un estilo faltón y cerrado al diálogo que, si queremos superar, debería suscitar el descrédito de un número creciente de ciudadanos.
Afear las conductas de los que jalean y se dejan arrastrar o enredar en las prácticas de crispación política y polarización social es imprescindible para pasar a la fase 1 de la política democrática del diálogo y la negociación. El objetivo de la política progresista no puede ser otro que la búsqueda de acuerdos que sean considerados positivos o beneficiosos por la mayoría social a la que se pretende representar y por la mayoría de las instituciones y fuerzas políticas y sindicales implicadas.