Segun Las Provincias.es
La dirección nacional del PP defiende, hoy por hoy, a Francisco Camps, acosado por su supuesta relación con la trama 'Gürtel', pero también ultima un 'plan b' por si el presidente de la Comunidad Valenciana resulta finalmente imputado. Altos dirigentes populares han comunicado a Rita Barberá que, sin Camps, ella es la única opción capaz de garantizar el éxito electoral para el PP en los comicios del año que viene. A la alcaldesa de Valencia, sin embargo, le incomoda la propuesta. ¿El motivo? Considera colmadas sus aspiraciones políticas. «Rita dice la verdad, que su vida es la alcaldía de Valencia, pero también entiende que el partido la necesite en caso de emergencia», explica un miembro de la dirección nacional del PP.
El Tribunal Supremo decidirá el próximo día 12 si ordena al Tribunal Superior de Justicia valenciano (TSJCV) que reabra el sumario para esclarecer si Camps recibió regalos -además de los conocidos trajes- de algunos de los imputados en el 'caso Gürtel'. Si se consuma la imputación, el PP aceleraría la operación para relevar a Camps. Barberá se reunió el martes en la sede de calle Genova con Ana Mato, vicesecretaria de Organización y Electoral, y con Javier Arenas, vicesecretario de Política Autonómica y Municipal, pero la cuestión de su paso a la política regional lleva varias semanas macerándose, aunque aún está en fase embrionaria. «Rajoy no necesita reunirse con Barberá, porque mantienen una estrecha relación desde hace años y hablan por teléfono con frecuencia», indica otra fuente cercana al líder popular, que, además, recalca que esta cuestión no es prioritaria «porque de momento no hay ningún imputado en el PP de Valencia».
El partido está en una encrucijada. Su decidida apuesta por erradicar la corrupción de sus filas ha sentado precedentes de gran calado. Si el TSJCV pone en su punto de mira a Camps, la lógica obligaría a Rajoy a actuar de la misma manera que en los casos de Luis Bárcenas, Jesús Merino o Jaume Matas, es decir, que sin exabruptos ni escarnios públicos, pero con determinación, convencería a Camps para que pidiera la baja temporal de militancia e, incluso, que dimitiera como presidente regional.
El PP tendría dificultades para defender por qué presenta en 2011 a un candidato inmerso en un proceso judicial por presunta corrupción, entre otras cuestiones porque sería un hecho sin parangón en la historia de la democracia española.
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«No es lo mismo que te acusen de haber recibido unos trajes de regalo que de haberte llevado dinero», comentó Alfonso Rus, presidente del PP de Valencia, el pasado jueves en un encuentro informal con periodistas en Zaragoza. «Además, que en Valencia nadie se cree que Paco -por Francisco Camps- haya podido hacer algo malo, porque allí lo conocemos todos», remachó Rus.
Al cierre de filas en torno a Camps se le abren grietas, sobre todo en las provincias de Alicante y Castellón, donde algunos alcaldes y dirigentes provinciales se muestran convencidos de que «el PP tiene mucho y buen banquillo en Valencia». Recuerdan, por ejemplo, que la marcha de Eduardo Zaplana, que algunos vaticinaron como catástrofe para sus filas, se superó con total normalidad.
En algunas quinielas sucesorias también se mencionan, además de a la primera edil de la capital del Turia, a Alberto Fabra, alcalde de Castellón, e, incluso, a Esteban González Pons, vicesecretario de Comunicación del PP. «Son dos activos del partido, pero para esto no», responde un dirigente nacional cuando se le comenta la posibilidad de que el PP haya barajado sus nombres como posibles sustitutos de Camps. En Genova insisten: esta ecuación sólo tiene una solución posible, Rita Barberá.
La inquietud se ha instalado en el seno del PP valenciano. A Camps le ha cambiado el carácter a causa de la presión del 'Gürtel'. Se ha vuelto más reservado, guarda con celo su agenda, evita en lo posible los actos multitudinarios y ha reducido las ruedas de prensa. Lo que no contempla es la posibilidad de dimitir, ni siquiera en el supuesto de que lo imputen. Una rotundidad que complica la tarea de la dirección nacional.
Esta misma semana quedó en evidencia que la orquesta de Camps comienza a desafinar. El conseller Rafael Blasco declaró que tal vez deberían «haber pedido disculpas por algunos errores que se han cometido». Un día después, y tras hablar con Camps, rectificó y negó la necesidad de pedir perdón por un asunto sin imputados del PP valenciano.