La pascua de los culpables
Cada año por Pascua, la escenografía religiosa nos viene a recordar y a inculcar el sentimiento de culpa, que Cristo fue crucificado por nuestros pecados. Un vía crucis de sufrimiento y dolor por el que nos tenemos que sentir afligidos.
Al son de saetas y tambores, las procesiones, las cofradías, los penitentes y capirotes son la imagen y el sonido del dolor por el que nos debemos sentir culpables.
Con la fiesta del hombre torturado y crucificado, la cúpula del poder religioso pone el énfasis en la culpa de todos, y transfigura el mensaje de amor al prójimo a lo anecdótico.
Amar al prójimo como a uno mismo, es sustituido por un acto de liturgia masoquista o de penitencia auto-impuesta, por la que, en unos días de aflicción, nuestros pecados son perdonados, mientras el resto del año participamos de la farsa de una sociedad cristiana dividida en ricos y pobres. De supuestos cristianos que se hacen ricos a costa del trabajo de otros cristianos pobres. Este es el autentico vía crucis de los pobres.
Vía crucis en defensa de los pobres, por el que hace dos mil años Jesús, el carpintero e hijo de carpintero fue crucificado por el sanedrín judío y el imperio romano.
Así el poder de Roma pasa a ser el actual imperio político mundial en colaboración con sanedrín católico, adoptan la misma estrategia religiosa de culpabilizar a los pobres: No importa si los bancos provocan una crisis mundial… no importa si las empresas echan a la gente aunque tengan beneficios… no importa si la riqueza se reparte de forma desigual y ello provoca paro, deshaucios, frustraciones, depresiones y suicidios… la culpa es de los pobres.
El poder político obliga a los pobres a hacer más esfuerzos: recortar salarios, pensiones, y prestaciones de todo tipo.
Hay que culpabilizar a los pobres de todo; de no saber votar al partido adecuado, de no saber elegir al líder político adecuado, de no esforzarse en encontrar trabajo, de no estar suficientemente formado, por no haber sacrificado lo suficiente. Más trabajo y menos salario.
Y lo bueno, es que aquellos que nos metieron en la crisis, son los que nos señalan como culpables: las zorras cuidando a las gallinas.
Como cristiano de Cristo no estoy dispuesto a continuar aguantando más acusaciones de nadie, por eso no voto a nadie, no ingreso ni un euro en los bancos, y me doy de baja por escrito de la religión donde me bautizaron y que permite que unos creyentes se hagan ricos a costa de otros creyentes. Y me doy de alta en la iglesia pobre, aquella que no tiene más templo que cada casa obrera, y más altar que el corazón de quienes la habitan, a través del cual Dios nos hace libres, nos hace resucitar de los muertos… no culpables. Atte.
Un obrero de iglesia pobre.