Considero que ha estado correcto, partiendo del hecho de que justificar la existencia de la monarquía en estos tiempos es imposible. No puede dar una respuesta argumentada porque no la hay.
Por otra parte la mujer que plantea la cuestión pierde su tiempo, salvo que su única intención sea tocar las pelotas.
Suscribo el planteamiento de que todos los hombres son iguales y por tanto pretender justificar el acceso o la permanencia en la jefatura de un estado por gracia divina o por derecho sucesorio es anacrónico y por tanto estúpido.
Pero ello no significa que tenga que renunciar a ser práctico por pura conveniencia.
Realmente cada vez tengo más respeto por cualquier institución que no está contaminada por la sucia política y resulta que la monarquía española es una de esas escasas instituciones que nos quedan aún no infectadas.
Observada la larga trayectoria profesional del Rey, me lleva a concluir que ha desempeñado la labor de representación del Estado de forma correcta, sin tomar partido, sin hacer el idiota por el mundo, que no es poco, y arreglando en la trastienda más de una payasada de nuestros apestosos políticos.
La tan admirada república para algunos está llena de miserias políticas y el presidente sólo es presidente de los que le han votado, puede que ni siquiera de ellos. Si tomamos como referente nuestras dos repúblicas, ambas han sido un auténtico desastre.
Si hubiéramos tenido como posibles presidentes de la república a los que fueron presidentes del gobierno se me ponen los pelos de punta, pues en su inmensa mayoría sólo serían dignos representantes de la desvergüenza.
Si como se ha dicho anteriormente el Rey de Gracia bien está fuera de Grecia por haber llevado el país como una finca particular, quizá sí, pero, joder, cómo lo han dejado los distinguidos republicanos, por no hablar de la admirable república irlandesa, portuguesa o italiana.
Y ahora vayamos con la parte económica:
¿Realmente alguien cree que un presidente de la república se conformaría con un presupuesto inferior al de la Casa Real?
Los presidentes de república tienen colegas de partido a los que colocar y pagar favores debidos y servicios prestados. También tienen parienta o parientas, hijos, nietos, hermanos, yernos, cuñaos..., a los que hay que buscar algún tipo de actividad para que se entretengan y no molesten demasiado.
Los presidentes de república suelen convertirse en ex-presidentes a los que hay que seguir manteniendo, por no hacer nada, con una sustanciosa pensión vitalicia, coches oficiales, personal a su servicio, servicio de seguridad, cuanta de gastos diversos y diversos protocolos. Puede que también se metan en todo tipo de ciscos y trifulcas varias entre ellos y no nos quedará más remedio que soportarlos. Y continuarán teniendo colegas de partido a los que colocar y pagar favores debidos y servicios prestados. También tendrán parienta o parientas, hijos, nietos, hermanos, yernos, cuñaos..., a los que habrá que buscar algún tipo de actividad para que se entretengan y no molesten demasiado. De momento ya tenemos en nómina a unos cuantos ex-presidentes del gobierno que cobran y nos producen gastos diversos por no hacer nada e incluso haciendo no se sabe qué cosas por las que también cobran, pero, eso sí, sin renunciar a la pasta gansa que le proporciona el contribuyente.
En definitiva, veo al Monarca como al vecino del quinto que se apunta voluntario a presidente de la comunidad por tiempo indefinido. Resulta que si lo hace bien, me sale barato y me quita algunos marrones, pues que siga eternamente. Será poco democrático, pero mientras me reserve el derecho a poder defenestrarlo cuando lo considere conveniente, no veo problema alguno.
Algunos puede que se sientan como súbitos en un estado monárquico. Puede que así sea, pero si tengo que elegir entre ser súbdito de su Graciosa Majestad o ciudadano de una república bananera, creo que lo tengo bastante claro.
Pero si vuelve Fernando VII me convertiré en el republicano más radical.