Activos para invertir según el perfil de riesgo de cada ahorrador.
Desde el bono alemán a 10 años –que ofrece la solidez de un panzer, aunque con escasa rentabilidad–, hasta los fondos cotizados referenciados a la Bolsa de Indonesia –con la estabilidad de un helicóptero teledirigido–, los mercados ofrecen una gama inacabable de productos: desde los más sencillos y transparentes, hasta los más complejos y arriesgados.
A la hora de elegir entre un depósito bancario, un fondo de inversión o un ETF que apuesta por la cotización del níquel, el inversor debe ser consciente del horizonte temporal de su inversión, las posibilidades de diversificación y su aversión al riesgo (o, lo que es lo mismo, su predisposición a asumir pérdidas transitorias en sus productos financieros).
En el termómetro del riesgo, depósitos, seguros de ahorro, deuda pública y fondos de renta fija siguen siendo las opciones de inversión más conservadoras.
Con una “temperatura” intermedia aparecen la deuda corporativa (emisiones de bonos por parte de grandes empresas) y los fondos de inversión mixtos, que destinan una parte de su inversión a la renta variable.
Aquellos dispuestos a asumir mayor calor (con las consiguientes posibilidades de achicarrarse), pueden apostar por los fondos que únicamente invierten en Bolsa y, en el cénit del riesgo, por los ETF, productos que se la juegan a la evolución del oro, el cobre o la renta variable china.
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