Lo de llevar mucho tiempo invirtiendo tiene ventajas e inconvenientes. Un inconveniente es que uno termina desarrollando cierto escepticismo rayando en lo enfermizo. Por lo tanto, en lo que sigue, tomadlo como una opinión más, no necesariamente más objetiva que otras.
Llevo siguiendo a Rajiv Jain desde cuando gestionaba mercados emergentes en Vontobel. Y debo confesar que es un inversor al que admiro sinceramente. Jain es el fundador de GQG y el director de inversiones a todos los efectos prácticos. Pues bien, que nadie piense, ni por asomo, que un fondo GQG es un fondo quality growth. Son fondos de seguimiento de tendencia (momentum), con posiciones concentradas y rotaciones espectaculares.
Para que os hagáis una idea: Antes de la guerra de Ucrania tenía un porcentaje no pequeño en Rusia, de ahí pasó a tener un 40 % en petróleo y materias primas (consiguiendo un año 22 plano); invirtió fuerte en India cuando nadie se atrevía a cuenta del caso Adani Group (movimiento value, donde los haya); en cuanto olió lo de la IA hizo un all-in en Nvidia et al; cuando Nvidia llegó a ser un 10 % de la cartera y la norma UCITS le obligaba a vender (marzo del 24), redujo a un 3 % subiendo en Novo Nordisk y Eli Lilly a un 6 % cada una (abril), para después vender pequeñas y volver a un 8 % en Nvidia que es como estaba a cierre de mayo.
Jain es un genio. Tiene un instinto increíble y lo sigue con todo. Si tiene que vender la cartera entera y comprar otra diferente, lo hará. Lo hizo en Vontobel. Por ello, aunque estos fondos tienen limitados los costes generales, los de transacción son muy altos, altísimos. El riesgo gestor es elefantiásico.
Si alguien tiene la tentación de invertir en este fondo, debe entender en profundidad donde se mete y no dejarse llevar por las etiquetas. Recordad que los que crean etiquetas amoldan la realidad a sus esquemas, no sus esquemas a la realidad.
En resumen, magníficos fondos, muy caros, con un enorme riesgo gestor (para lo bueno y lo malo).