Otra faceta del ladrillo burbujeado:
El restaurante Ritzi en Puerto Portas (Calvià, Mallorca), el BO Hotel Mallorca o “su doble de superlujo”: el BO Palazzo, también con sus iniciales, en Porec (Croacia); o una mansión en Camp de Mar, Andratx, uno de los pueblos más antiguos de Baleares, un edificio entero en la Plaça Quadrado de Palma, aparte de una extensa red de casinos y prostíbulos en Hamburgo (Alemania) con franquicias en Praga o Moscú. Los muchos negocios de Bashkim Osmani, de 52 años, y su familia no han pasado nunca desapercibidos para los investigadores de la Guardia Civil y de la Policía Nacional desde que se instaló en la isla española hace ya más de veinte años.
Sin embargo, hasta el pasado mes de febrero, no fue detenido el albanokosovar, acusado de blanquear grandes cantidades de dinero (más de 30 millones solo en propiedades intervenidas en Mallorca) presumiblemente procedentes del narcotráfico. “Identificar a un malo que blanquea en nuestro país es relativamente fácil, lo complicado es probar que su dinero procede de actividades ilícitas”, advierten los agentes del instituto armado implicados en la llamada Operación Casino, en la que intervinieron Europol, Eurojust, la DEA y el FBI, y que se saldó con ocho detenidos de la organización de Osmani en España, y otros 37 entre Bélgica, Alemania, Italia y Croacia. Todo un ejemplo de actuación coordinada a escala internacional y de colaboración —policial y judicial— en la difícil lucha contra el blanqueo de capitales.
Los Osmani son una saga conocida en todo el mundo, Estados Unidos y Europa, ligada al crimen organizado y el tráfico de drogas desde Sudamérica. Proceden de Albania, pero emigraron a Alemania hace más de 40 años, “en los años 70 empezaron con los negocios de los casinos y la prostitución, en un país con mayor permisividad en ese ámbito, y después han ido diversificando y creando nuevas empresas -hoteles y restaurantes- en zonas turísticas”, señalan los investigadores, que advierten de que han sido investigados en Bélgica, Italia, Croacia, Estados Unidos, Reino Unido o Alemania, donde Bashkim Osmani fue ya condenado a prisión por un tribunal de Hamburgo en 2008, junto a su hermano Burim por una estafa bancaria (de más de 30 millones de euros en falsos préstamos) en la que estaba implicado el administrador del propio banco.
Tras decenios engrasando la mecánica del blanqueo de capitales, los hermanos, condenados a más de tres años de prisión por un juez de la ciudad alemana o con las esposas puestas y flanqueados por policías españoles, despliegan su mejor sonrisa ante las cámaras. La misma que ensayaban con los actores famosos, con los que se hacían selfies en sus restaurantes y hoteles de lujo.