La esclavitud y los verdaderos culpables de la crisis (04/11/2008)
Estimados amigos:
Como mañana éste que está aquí se incorpora al trabajo después de las vacaciones, hoy hacía limpieza y ordenación de papeles y archivos en el ordenador... y he te aquí que de pronto encontré este texto que escribí el 4 de noviembre de 2008. Al releerlo recordé que lo había escrito con la intención de abrir un blog e ir plasmando ahí mis ideas y reflexiones sobre los mil y un temas que me interesan en esta vida... pero poco después, por cuestiones laborales, entré en una espiral de trabajo que me hizo dejar aparcado ese proyecto y olvidarme por completo de éste y otros textos que tengo por ahí escritos. El caso es que en aquel entonces no era miembro de Rankia y por ello no se me ocurrió ponerlo aquí. Así que, hoy, al releerlo y constatar que mi blog sigue siendo un proyecto en la mente... hasta vete a saber cuándo... he decidido ponerlo aquí, donde al menos sé que hay personas mucho más inteligentes y formadas que yo en temas económicos y financieros. Lo pongo aquí para mover a la reflexión y esperar alguna réplica inteligente, como todas las réplicas que suelo leer aquí.
Es breve y directa (soy de la escuela anglosajona a la hora de escribir), así que espero que no se os haga pesado al que decida leerlo. Y gracias por anticipado al que decida rebatirlo. Un saludo a todos.
===============================================================
LA ESCLAVITUD Y LOS VERDADEROS CULPABLES DE LA CRISIS (04/11/2008)
Las personas que ostentan el poder político en distintos países como España han culpado de la crisis a la especulación financiera y al mal hacer de los bancos, entidades financieras, constructores e inmobiliarias. Algunos financieros multimillonarios han culpado de la burbuja inmobiliaria a los propios hipotecados por haber pedido hipotecas que luego no podían pagar.
Lo que se esconde detrás de estas atribuciones de responsabilidad es un cínico desconocimiento, voluntario o no, de la verdadera esencia del Ser Humano.
Vivimos en una civilización donde obtener más dinero supone tener acceso a todas las ventajas que la sociedad moderna brinda: salud, ocio, placer, bienestar, poder, libertad y seguridad. Por lo tanto, es lógico e instintivo que cualquier ser humano elija siempre el camino más corto para obtener el máximo beneficio.
Invertir en ciencia y tecnología tiene, generalmente, rentabilidades mucho más inseguras, tardías y escasas, que invertir en viviendas. La razón es que, debido al intervencionismo de los políticos, el suelo se ha convertido, de forma artificial, en un bien escaso, controlado y administrado por personas que ostentan poder político. Ello ha convertido la inversión inmobiliaria en un brutal y cruel nido de corrupción que sin embargo daba grandísimos beneficios, a costa de oprimir a las clases medias que se veían obligadas a hipotecarse-esclavizarse prácticamente de por vida para poder acceder a una vivienda. Y quienes no podían siquiera hipotecarse, se veían obligados a vivir pagando alquileres a los afortunados propietarios de inmuebles.
La culpa última de todo ello no es ni de los bancos, ni de las entidades financieras, ni de las constructoras, ni de las inmobiliarias: ellos, como empresas, han hecho lo lógico al intentar ganar el máximo beneficio. Ésa es la función principal que se espera de cualquier empresa privada: generar los máximos beneficios a sus accionistas y propietarios.
Por contra, lo que se espera de los Poderes Públicos es que dispongan de las leyes para potenciar que se haga negocio con la ciencia, la tecnología y la industria en general, y evitar que bienes limitados y de primera necesidad como la vivienda, se conviertan en objeto de especulación.
Los Poderes Públicos eran los únicos que podrían haber evitado el crecimiento de la burbuja inmobiliaria gravando con altos impuestos la tenencia de una segunda vivienda, y gravando con altísimos impuestos la tercera vivienda de tal manera que dichos gravámenes fueran tan sumamente elevados que no fuera rentable en ningún modo ser propietario de más de dos casas ni especular con ellas. Con altísimos impuestos sobre la propiedad, a partir especialmente de la segunda vivienda, tener una propiedad quemaría en las manos por lo que se habrían volcado al mercado a precios moderados a la baja millones de casas construidas y nuevas que simplemente permanecían cerradas a modo de inversión financiera.
Así pues, el hecho de que los únicos que podrían haber evitado el crecimiento de la burbuja inmobiliaria no sólo no hayan puesto medios para evitarlo, sino que al contrario, han sido los que han creado las condiciones para que ésta crezca hasta límites infinitos para finalmente estallar y traernos esta crisis, confirma que las democracias occidentales y España en particular, están controladas por una casta dirigente que con sus decisiones, gobierne el partido que gobierne, mantienen a las grandes masas de población oprimidas de por vida mediante el control del precio de las viviendas. En poco se diferencia esta moderna esclavitud de las servidumbres vigentes en las épocas medievales donde la mayoría de la población era campesina y tenía que labrar durante toda su vida las tierras para poder pagar a los Señores Feudales.
Ni el PP ni el PSOE ni ningún otro partido "convencional" moverán jamás un dedo por crear las condiciones legales que extingan esta moderna esclavitud, puesto que los primeros que se nutren de ello son los integrantes de la casta política, desde niveles de Gobierno central hasta la última concejalía de urbanismo del ayuntamiento más perdido de España.