Esto tiene un fallo fundamental de incentivos.
Para prestar a alguien hay que conocerlo y tener los incentivos correctos.
Para empezar, salvo que se nos diga otra cosa, falla el conocer al deudor.
En los mercados organizados, cuando una empresa pide dinero al público (y eso y una emisión de bonos es la misma cosa) tiene que dar información. Un folleto que explica por qué la empresa pide dinero, y datos para evaluar el riesgo. Además, debe publicar informes financieros periódicos. Un ejemplo es la emisión de obligaciones de Audasa (que no es una empresa tan grande). En la web de la Comisión Nacional de Mercado de Valores están los folletos de sus emisiones, informes financieros semestrales no auditados y cuentas anuales auditadas. Si Audasa puede ir a los mercados regulados, no sé por qué otros no pueden hacerlo.
En la plataforma dicen que son empresas solventes. Pero eso es cuento. Siempre se puede decir. Uno se arriesga a prestar su dinero a alguien sin tener una información objetiva.
A mí esto me recuerda a la perversión de las titulizaciones de hipotecas. Arboribus elige a los deudores sin arriesgarse. ¿Qué incentivo tiene para elegir a alguien solvente? Ellos cobran por intermediar y punto. ¿Y si alguien no paga? Ellos dicen que van a intentar cobrar el dinero, pero eso es cuento. No ganan nada haciéndolo. ¿Tiene el inversor derechos como acreedor exigibles en un Tribunal? Con un bono en un mercado de capitales, por supuesto. Aquí no sé ...
El que elige al deudor tiene que tener la información, el derecho a cobrar y arriesgarse. Aquí no es así.
Una de dos. O Arboribus asume el riesgo y cobra un margen (es decir, es un banco) o bien Arboribus no asume ningún riesgo, pero entonces actúa como una bolsa donde los deudores publican su petición de dinero, Arboribus deja claro que es absolutamente neutral y no recomienda a nadie, los deudores publican un folleto como Dios manda, con informes financieros periódicos y auditorías. Y los acreedores, al arriesgarse, deben tener plenos derechos para ejecutar una deuda en caso de incumplimiento.
Está bien innovar. Pero los fundamentos básicos del negocio financiero, que garantizan que todos actúen con incentivos correctos, no pueden pervertirse. Ya hubo una crisis de hipotecas basura. No necesitamos otra.