El problema no es ni el esfuerzo en sí ni su intensidad, sino sencillamente que siempre nos tenemos que esforzar los mismos: los asalariados y pensionistas, es decir quienes estamos agarrados fiscalmente por las nóminas y no nos podemos escapar.
- Subida del IRPF. Afectados: asalariados y pensionistas
- Reforma (anti)laboral. Afectados: asalariados, parados y jóvenes que vayan a ser contratados en el futuro.
- Repago farmacéutico. Afectados: como habrá que pagar en función de la renta y no del patrimonio, los afectados seremos de nuevo los pensionistas y asalariados, con el agravante de que es un impuesto a la enfermedad (se paga más cuanto más enfermo se esté y más medicinas se necesiten)
Sin embargo, a quienes llevan lustros defraudando al fisco se les perdona prácticamente todo a cambio de que tengan a bien declarar lo que han defraudado, cobrándoseles un amabilísimo 10% como tipo impositivo mientras que a quienes presentamos religiosamente nuestra declaración cada año nos atracan con un 20% o más.
¿Por qué no dicen nada Marianico y sus ministriles de reinstaurar el impuesto de patrimonio para que paguen algo los más ricos? ¿Por qué no se cruje fiscalmente a los instrumentos de inversión de los más ricos como se nos cruje fiscalmente a los asalariados y pensionistas? ¿Por qué no se inspecciona con todas las consecuencias fiscales qué es lo que ha estado sucediendo los últimos años con el impuesto de sociedades para que haya estado y esté en caida libre?
Este (des)gobierno se comporta como si los únicos que tuviésemos que pagar impuestos en España fuesemos quienes tenemos algún tipo de recibo de salario, y esto es una flagrante injusticia que ojalá algún día tenga todas las consecuencias electorales que se merecen las injusticias sociales.