Para una innovación industrial y una mejoría económica hay que terminar con el bipartidismo.
Una de las claves para dotar de productividad, eficiencia y competitividad a nuestro modelo productivo radica en incrementar el grado de innovación en el sector industrial. El objetivo es conseguir que España sea capaz de crear empleo mínimamente estable y de mejor calidad y que pueda establecerse un ritmo exportador creciente. Pero nada de lo anterior ocurrirá si no hay una innovación política que sirva de catalizador.
La llave de la competitividad para muchas pymes y grandes empresas la tiene la inversión en I+D+i. Muchas compañías del sector industrial, incluso las mejor posicionadas en el mercado en base al reconocimiento de sus prestigiosas marcas, se han quedado desfasadas en algún momento por su modelo de negocio o por el escaso valor añadido que aportaban sus productos y servicios en un mundo en constante cambio. Y la única receta que ha sido capaz de reinventarlas e impulsarlas de nuevo hacia el éxito ha sido el cambio a través de la innovación.
Del mismo modo que un modelo de negocio empresarial puede quedarse obsoleto por multitud de causas (globalización, avances tecnológicos, novedosas necesidades del mercado, un entorno económico adverso...), el sistema político, territorial y administrativo de un país también puede acabar siendo un lastre al quedarse anquilosado. Así pues, la innovación política en forma de regeneración democrática es clave para que España pueda mirar al futuro con optimismo.
Nuestro perverso y antidemocrático sistema frena la innovación política y empresarial de múltiples formas. La corrupción política queda impune porque nuestra Justicia está politizada al máximo en relación a los altos tribunales. Además, los dos grandes partidos políticos tienen intervenida la economía mediante el régimen de la subvención y la politización de la Administración, sobre todo en las autonomías y los ayuntamientos.
Una de las pruebas que evidencian que el bipartidismo no quiere acabar con la corrupción política es que no se está aludiendo en la campaña relativa a las elecciones europeas a este asunto. Prohibido hablar de corrupción política por parte del PP y del PSOE. Además, y por si acaso el bipartidismo actual se acaba desmoronando, varios dirigentes representativos del PP y del PSOE ya han expresado públicamente que podrían contemplar acuerdos para formar un gobierno de coalición. Mejor dicho, de intervención o concentración.
El sistema solo deja a los españoles una única arma para luchar contra las injusticias antidemocráticas que se derivan del mismo: el voto. Los españoles que apuestan por la regeneración de nuestro sistema deben actuar responsablemente votando el próximo día 25 de mayo porque España solo puede salir del atolladero económico en el que se encuentra a través de medidas políticas regeneradoras.
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