Se me ocurrió poner a limpiar las escuelas
a las madres de alumnos. También a las abuelas.
Y tuve otra ocurrencia de gran notoriedad:
crear en los Madriles la Web de la Verdad.
Y es que es lo que tenemos las ancianas inquietas.
Se nos ocurren cosas… ¡Lo de las servilletas!
¿Recuerdan? Servilletas con motivos turísticos,
bonitos, supermonos y muy propagandísticos.
Se me ocurrió hace poco, sin entrar en detalles,
usar los estudiantes para barrer las calles.
Quitar nombres franquistas también se me ocurrió.
Como Jardiel Poncela. ¿Soy progresista o no?
Se me ocurrió dotar de huertos ecológicos
el centro de Madrid, con tomates biológicos.
Para arreglar el tráfico, se me ocurrió un buen día
cerrar para los coches entera la Gran Vía.
Se me ocurrió auditar la deuda que tenemos,
y usar como auditores los Círculos Podemos.
Se me ocurrió que había cien mil niños hambrientos,
qué pena que al final solo fueran seiscientos.
Se me ocurrió otro día (soy una tipa lista)
decir que yo jamás he sido comunista.
También cerrar terrazas en los barrios de fachas
(lo de las ocurrencias es que viene por rachas).
Repartir ceniceros (soy brillante, lo admito)
con un lema secreto… ¡Ya veréis qué bonito!
Y subir los impuestos (se me ha ocurrido hoy).
Aunque es verdad que antes se le ocurrió a Rajoy.
Pero no se me ocurre que mi marido, en breve,
les pague a sus currantes la pasta que les debe.