La CUP tenía que hallar un culpable de su farsa de ayer. Lo logró su líder Antonio Baños, al inicio de su mínima comparecencia ante la prensa, afirmando que “Las aritméticas (sic) son diabólicas”. Menos mal que no las acusó de ser “españolas”.
Erraba. Las Matemáticas serán un medio que va a contribuir a desenmascarar su grosera farsa. Mostrarán que la posibilidad estadística de que se diese un empate técnico a 1515 votos era microscópica. Hoy por hoy, hay que sospechar de Santa Rita, Patrona de los Imposibles.
En todo caso, ayer incrementó la lista de las destrucciones efectuadas por el fallido “proceso” secesionista catalán. Limitándonos sólo a los partidos, han quedado con secuelas graves el PSC y UCD, ambos catalanistas, así como CDC (pese a haberse convertido al secesionismo) y ayer mismo la propia CUP, nacida secesionista y finada ayer.
Pero la defunción más esperada es la del propio proceso. Hoy aparenta ser una “crónica de una muerte anunciada”. Ayer mismo escribí que Mas hubiese dimitido el día 31 si no se hubiesen efectuado digamos caricias a la aritmética de la consulta. Pero no pasa nada. La broma se acabará pronto y Mas, un triste personaje, será pronto substituido. El único candidato no provisional con posibilidades reales es Oriol Junqueras de ERC.
No hay que esforzarse para acreditar la bajeza política y moral a que Mas y su secesionismo han hecho descender a Cataluña. Bastaría con una descripción notarial de lo acaecido respecto a la apariencia de consultada efectuada ayer por la CUP. Fue a la búlgara, adjetivo acuñado respecto a las “elecciones” que allí se celebraban bajo el comunismo.
STR EFE
Al saberse el inefable resultado mandé un WhatsApp a una fuente de la CUP. Le escribí “¿Te lo crees?”. Me respondió “No. Es teatro. Acabarán votando “si” en el último día”. Puede muy bien ser.
Esta fuente y otras vieron sólo la mano de los partidarios de Mas, pese a que también hubiese sido necesario ver la incongruencia de la propia CUP, que no quería participar en el inevitable funeral del secesionismo. En cualquier caso, fue necesario recuperar el modismo político “submarino”, palabra que bajo el franquismo designaba a quienes el PCE hacía militar en otros partidos también antifranquistas para influirles. Cuesta imaginar que ayer nadie del clan de Mas no estuviese por esta labor. Como dicen algunos gallegos de las brujas, éstas no existen, pero de haberlas, las hay o podía haberlas. Es innegable que la presión mediática externa por parte de la Generalidad fue también de intensidad “búlgara”.
La franquicia catalana de Podemos estará encantada con la barbaridad asumida por la CUP, mientras que el conjunto de los partidos constitucionalistas verán aún más a lo que queda de Mas como un cadáver ambulante, capaz de ensuciarlo todo.
Hace unos días escribí que Mas estaba incrementando aún más su presión a los sectores financieros para conseguir financiación para la futura campaña electoral. Argumentaba que la necesitaba para parar los pies a la CUP y a Podemos, a las cuales, paralelamente y paradójicamente sólo dedica elogios. Contradicciones como ésta hay montones. Pero también hay algunos cientos de miles de votantes a quienes la locura secesionista les agria el cerebro. Están literalmente cegados.
Hoy veremos como las evidencias palmarias de ayer son transformadas por la maquinaria de manipulación política de la Generalidad. No tiene parangón en ninguna otra parte de España.
El proceso de conjura interna dentro de lo que queda de la CDC se hubiese disparado quizás en horas si el resultado oficial del voto de la CUP hubiese sido contrario la candidatura de Mas. Por ello se buscó la intervención de Santa Rita. Ahora habrá un cierto compás de espera. Pero puede durar poco. Habrá que averiguarlo y exponerlo porque no es nada banal: por vez primera en años hay un movimiento en Cataluña que pone en lugar preferente, y positivo, la coherencia constitucional de España. El triste espectáculo de ayer tendría que estimularles. Probablemente así será. El calendario de la creación de una mayoría en las Cortes será el hecho determinante. De momento, también debería hacer reflexionar a Pedro Sánchez, respecto a que algunas compañías pueden resultar nocivas. Ayer lo fueron para la radicalísima CUP, que ya es decir.