Abocados a unas nuevas elecciones catalanas?
Artículo de La Vanguardia muy interesante:
Los consellers fueron llegando a la sala Tàpies del Palau de la Generalitat minutos antes de las diez de la mañana del pasado martes. Algunos aprovecharon los minutos previos a la aparición del president Artur Mas para compartir su estupor por el discurso lanzado por Carme Forcadell el día anterior, cuando culminó su intervención como flamante presidenta del Parlament con un "viva la república catalana". A aquella misma hora se hacía público oficialmente que el grupo parlamentario de Junts pel Sí, en el que están coaligados Convergència y Esquerra, acababa de registrar en la Cámara catalana una resolución pactada con la CUP de ruptura con la legalidad española y de desobediencia al Tribunal Constitucional. Esa declaración ya circulaba por las redes sociales y llegaba a los medios de comunicación, pero los consellers eran aún ajenos a una bomba que acabaría por estallar en pleno Consell Executiu.
Cuando ya llevan casi dos horas de reunión y los medios digitales hierven, los móviles de los consellers también empiezan a echar humo. El tema de la resolución se pone sobre la mesa. Alguien pide a un empleado del Palau de la Generalitat que haga fotocopias del texto y se reparten los folios a los miembros del Govern. Todos se ponen a leer. El titular de Economia, Andreu Mas-Colell, se sube las gafas a la cabeza y se sumerge en el texto. Al cabo de unos instantes, rompe el silencio y suelta en tono airado: "Pero ¿esto qué es?". El conseller no se corta un pelo. No en vano es de los pocos que suelen decir lo que piensan en las reuniones del Ejecutivo catalán. Aunque no sea un hombre de partido, su autoridad dentro del Govern es respetada. Mas-Colell expresa sin ambages que el texto pactado por Junts pel Sí y la CUP le parece una barbaridad, que supone saltarse las leyes sin ningún miramiento y que eso no es de recibo. La indignación del conseller de Economia abre una intensa discusión.
No es frecuente que se produzcan debates políticos en el seno del Consell Executiu. Hubo alguno el año pasado, con motivo de la consulta del 9-N, pero lo habitual es que los miembros del Govern se ciñan a las materias de su competencia. El president Mas tampoco suele dar demasiados detalles de los diferentes momentos delicados por los que ha ido pasando la política catalana. El caso es que Mas-Colell abre la veda y el siguiente en tomar la palabra es Jordi Jané, uno de los nuevos, titular de Interior. Jané acumula muchos años de experiencia política en Madrid. Seguramente por su condición de abogado y profesor de Derecho Constitucional, además de haber ocupado una vicepresidencia en el Congreso de los Diputados, Jané es un político deferente con los procedimientos legales y no puede evitar manifestarse en contra del contenido de la resolución de desobediencia y alertar de que ése no debe ser el camino. No en vano él había aspirado a ser vocal del Consejo General del Poder Judicial y, de hecho, al día siguiente, los Mossos que tiene a su cargo llevan a cabo una operación contra grupos anarquistas en Catalunya por orden de la Audiencia Nacional, para irritación de la CUP. La intervención de Jané en el Consell Executiu sorprende a algunos de los presentes porque el conseller es uno de los dirigentes leales de Convergència que pocas veces difiere de la cúpula del partido, es leal y discreto.
En cambio, no llama la atención que tome la palabra el conseller de Territori i Sostenibilitat para sumarse a la crítica. Santi Vila pasa por ser uno de los pocos "moderados" del Govern, es decir, partidario de un diálogo con el Ejecutivo central. Eso le ha acarreado cierta fama de díscolo por parte del entorno más próximo al president, que tampoco ha visto con buenos ojos que el conseller aspire políticamente a más en el futuro. Obviamente, Vila tampoco comparte la resolución de desobediencia y suscribe lo dicho por sus dos compañeros anteriores, pero además introduce otro elemento de crítica: la intervención de Carme Forcadell ante el pleno del Parlament.
Al debate se acaba sumando otro argumento de la mano de dos consellers más, Irene Rigau y Felip Puig, que preguntan si la resolución permitirá la investidura del president Mas. El conseller de Presidència, Francesc Homs, admite entonces que eso no está garantizado. De hecho, a aquellas horas la CUP ya está anunciando públicamente que, pese a la declaración de desobediencia, mantienen su negativa a ceder votos para que Mas sea investido presidente de la Generalitat. Tanto la titular de Ensenyament como el conseller de Empresa i Ocupació subrayan que si no existe ni siquiera esa contrapartida, la resolución era innecesaria. Argumentan que no tiene sentido claudicar en una negociación sin obtener nada a cambio.
En el transcurso del debate, hay algunos consellers que no intervienen. No lo hace, por ejemplo, la vicepresidenta del Govern, Neus Munté, cuyo nombre figura en todas las quinielas como uno de los mejor situados en una futura sucesión de Mas como cartel electoral de Convergència. Tampoco abre la boca la consellera de Governació i Relacions Institucionals, Meritxell Borràs, una de las personas que más podrían identificarse con el aparato del partido, de completa fidelidad a Mas. Otros dos consellers se expresan de forma más comedida. Ferran Mascarell, titular de Cultura, que tiene muy pocas posibilidades de continuar en un Ejecutivo que se prevé compartido conERC, toma la palabra para defender el contenido de la declaración y recordar que no puede sorprender a nadie, puesto que Junts pel Sí se presentó a las elecciones con un programa de "desconexión" con España. La resolución de Junts pel Sí y la CUP es, para Mascarell, un acto de coherencia.
Y también da su opinión Germà Gordó, conseller de Justícia, quien hace algunos años era considerado del sector más independentista de CDC y en los últimos tiempos flirtea en el caladero de los moderados. El conseller de Justícia, cuya esposa es vocal del Consejo General del Poder Judicial, es uno de los dirigentes de Convergència con aspiraciones en la etapa que se abra cuando Mas decida pasar el testigo. Gordó discrepa del contenido de la declaración de desobediencia, pero su intervención en el Consell Executiu es discreta, sin grandes aspavientos.
Mientras, el president deja que todos vayan desgranando sus opiniones hasta que, finalmente, recuerda a sus consellers que la aproximación a la CUP es la única forma de poder formar gobierno. El president pinta un cuadro caótico, desolador, si no se consigue ese objetivo, ya que el país tendrá que soportar en total medio año de interinidad. Mas zanja el debate con una conclusión: "Entonces, ¿qué me estáis pidiendo?, ¿que haya elecciones?".
Un murmullo recorre la mesa redonda de la sala Tàpies... Hay quien apunta que quizá haya otra solución..., otros señalan que igual no queda más remedio que ir a elecciones... Alguno de estos últimos razona que el país ha votado lo que ha votado, que les ha dado una mayoría diabólica que no permite seguir adelante con el plan previsto.
De repente, es como si se hubiera desatado una tormenta de ideas para buscar una solución. Uno de los presentes pone sobre la mesa la posibilidad de que la investidura del president Mas se haga mediante votación secreta. De esta forma, argumenta, se podría favorecer que miembros de la CUP y de Catalunya Sí que es Pot puedan votar a favor del president y permitir que comience la legislatura. Enseguida un conseller invalida la propuesta al señalar que Mas no puede ser investido presidente de la Generalitat de una forma "vergonzosa". Hay quien añade que sólo faltaría que diputados de ERC aprovecharan el secreto para no votar a Mas...
La reunión del Consell Executiu ha transcurrido por unos derroteros más vigorosos de lo que es habitual. Pero eso no significa que el debate se traslade de puertas afuera. La sala Tàpies queda vacía y la vicepresidenta Munté se dirige a la de prensa. A esa hora, hacia las dos de la tarde, Mariano Rajoy hace una comparecencia pública en la que califica de "provocación" la declaración de desobediencia de Junts pel Sí y la CUP, además de garantizar que no permitirá que se aplique en ningún caso. Munté se aferra a la réplica para no entrar demasiado en el contenido de la resolución: "Nos entristece que hable de provocación cuando lo que hay es un mandato democrático que se está empezando a ejercer por parte de unas formaciones avaladas por los votos de los catalanes". La vicepresidenta catalana reprocha a Rajoy que siempre salga con "amenazas", pero se escabulle ante las preguntas sobre si el Govern que se constituya desobedecerá o no al Tribunal Constitucional. La rueda de prensa no da más de sí.