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Cataluña 2017: El final del camino.

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Cataluña 2017: El final del camino.
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#902

Re: Cataluña 2017: El final del camino.

Esta semana hemos conocido la ley del referéndum de autodeterminación, que resuelve algunas incógnitas, menos de las que se esperaban, acerca de cómo pretende el Govern llevar a cabo el referéndum previsto para el 1-O. Ante este nuevo gesto por medio del cual los partidos independentistas tratan de mostrar su determinación, los partidos de la oposición han reaccionado como era de esperar. La mayoría parten del convencimiento de que el referéndum no se llevará a cabo porque los poderes del Estado lo impedirán. Denuncian su ilegalidad por no respetar el marco constitucional establecido y critican la falta de garantías, unas garantías imposibles de asumir dada la propia naturaleza de un referéndum unilateral y, por tanto, ilegal. Y aunque razón no les falta en cada uno de sus argumentos, la realidad es algo más compleja.

Una cosa es la posición oficial de los partidos constitucionalistas cara al referéndum y otra muy distinta es la posición de los electores. Según los últimos datos disponibles, algo más del 71% de los catalanes avalan la celebración de un referéndum, casi el 38% apoya la vía unilateral y algo más del 54% estaría dispuesto a votar con independencia de las condiciones, lo que incluye votantes de los partidos que no reconocen ni la legalidad ni la legitimidad del referéndum. Los votantes de Ciudadanos, PSC y PP se decantarían mayoritariamente por el 'no' mientras que los de Podemos optarían sobretodo por el 'sí'.  

En estas condiciones, si el referéndum o cualquier fórmula que lo sustituya no llega a celebrarse y si tampoco hay campaña por el mismo, ningún problema para los partidos de la oposición, su tesis se habrá visto avalada. En cambio, si finalmente se lleva a cabo algún tipo de convocatoria que abra una campaña y si se acaba articulando algún mecanismo de votación, por muy pintoresco e imaginativo que sea, los partidos de la oposición se enfrentaran a un importante dilema.

Si persisten en su actitud, no avalan la participación y llaman al boicot, corren el riesgo de que el 'sí' gane por goleada, y aunque no se sabe si con efectos prácticos, lo que seguro que tendrá son enormes repercusiones simbólicas. Ello sin olvidar que dejarían huérfanos a aquellos de sus votantes que están dispuestos a participar, a pesar de que las condiciones no sean las óptimas, porque consideran que se está a las puertas de en una decisión trascendental.

En cambio, si optan por implicarse en la campaña, bien sea pidiendo el voto negativo o bien sea dando libertad a sus electores, al final no solo acabarán avalando una consulta ilegal, sino que habiendo hecho posible la incorporación de las posiciones contrarias, habrán contribuido a su legitimación. Llegado el caso, querrían que ganase su opción pero sin implicarse. Un poco el mismo dilema que afrontaron los partidos de la oposición en el referéndum de ley para la reforma política, que permitió, de la ley a la ley, iniciar el proceso de transición. La diferencia es que, entonces, todos menos una minoría muy minoritaria estaban de acuerdo.

#903

Re: Cataluña 2017: El final del camino.

EFE

Caro Pablo:

Al modo de lo que aquí, en Cataluña, ocurrió con todos esos padres de la Iglesia de los que te di cumplida noticia  la semana pasada, también el resto de lo que tú acaso llamarías trama, o sea las clases dirigentes locales de cuando el Antiguo Régimen, comenzaron a avanzar en ese peculiar proceso de coexistencia lingüística al que los filólogos designan con el término algo alambicado de diglosia. Como bien sabes, la voz diglosia remite a los usos distintos que un mismo hablante realiza de las lenguas que maneja en su vida cotidiana en función del contexto social en que se encuentre. Por ejemplo, siendo niño, mis profesores del colegio impartían las clases siempre en castellano, pero la mayoría de ellos se pasaban al catalán en el instante mismo de pisar la puerta de la calle. Muchos años después, cuando yo mismo fui profesor, solía ocurrir lo contrario: las clases se desarrollaban en catalán, si bien el castellano volvía a irrumpir en escena en cuanto sonaba el timbre de salida de las aulas. Pero no creas que esa relación algo esquizoide que mantenemos con las lenguas de uso habitual constituye un fenómeno novedoso. De hecho, es algo que viene ocurriendo de forma continuada en Cataluña desde, más o menos, los inicios del siglo XV, o sea desde siempre. Tú, Pablo, que eres un intelectual, no te deberías dejar impresionar por toda esa hojarasca falsaria, la que da forma al relato catalanista sobre la persecución secular de la lengua. Una mitología, la del pretendido holocausto lingüístico, que sitúa el instante germinal del exterminio planificado en el Decreto de Nueva Planta. Has de saber que por aquel entonces la diglosia ya estaba plenamente instalada entre los estamentos rectores de Cataluña. Al punto de que la mítica Nueva Planta, de hecho, no cambió nada a ese respecto. La supresión del uso del catalán en los documentos oficiales de la monarquía, que a eso se redujo en realidad el asunto, tuvo, más o menos, idéntica trascendencia práctica que el orillamiento progresivo del latín en la burocracia eclesiástica. Mucho antes de 1714, los nobles, los caballeros y los buenos burgueses de Barcelona ya educaban a sus hijos en castellano, acudían al teatro en castellano, leían libros en castellano y hablaban con soltura notable en castellano cuando se topaban con un interlocutor cuya lengua fuese esa. Eso sí, todo lo demás seguían haciéndolo en catalán. Como ves, una situación no demasiado distinta a la que hoy mismo se puede observar en la misma Barcelona.

Porque hay una razón poderosa que explica que los catalanes de hace quinientos años se interesasen por aprender castellano y no, por ejemplo, japonés o sueco. Es la misma razón que yace tras el afán de todos los padres españoles de hoy para que sus hijos dominen el inglés: la necesidad. Algo, el utilitarismo, ese pragmático rasgo universal de la condición humana, que choca de bruces con el relato romántico de los nacionalistas a cuenta de lo que ellos tienen por la quintaesencia metafísica de la identidad, que no otra cosa representa el idioma a sus ojos. Así, en la catequesis histórica que recibe la población escolar catalana actual, el año 1714 constituye un traumático punto de inflexión sociolingüístico. Según se les explica, el célebre Decreto de Nueva Planta, una imposición punitiva de la nueva dinastía borbónica, habría introducido el uso forzado de una lengua tan ajena como desconocida hasta aquel entonces, la castellana por más señas. Narración canónica que solo plantea un pequeño problema operativo, a saber, que no se compadece en absoluto con la verdad. Contra lo que tanto les hubiese gustado a nuestros nacionalistas contemporáneos, la gradual penetración de la lengua castellana en Cataluña a partir de la Baja Edad Media fue un proceso esencialmente endógeno, no exógeno. De ahí que tras la derrota y ulterior rendición de la ciudad de Barcelona a las tropas del Duque de Berwick resulte imposible detectar ningún cambio en los hábitos lingüísticos de los estamentos dirigentes de la Cataluña de entonces. Tal como ya te indiqué ahí atrás, para un nacionalista de principios del siglo XXI la lengua constituye el rasgo fundamental del sentimiento de pertenencia de los catalanes. Pero para un catalán cualquiera del XV, del XVI, del XVII o del XVIII la lengua vernácula no tenía mayor importancia. No significaba nada especial más allá de su condición de mero instrumento para comunicarse con el prójimo. Las tropas de Felipe V que pusieron cerco a la ciudad en 1714 venían de fuera (aunque, como también sabes de sobra, muchos de los asaltantes eran tan catalanes como los asaltados), pero el castellano ya llevaba más de dos siglos instalado dentro de sus murallas cuando el abogado Rafael de Casanovas decidió rendirse. ¿Cómo entender si no que un ilustre antepasado del también ilustre Martí de Riquer, cierto Anton de Sabater, pudiera pronunciar el discurso oficial de recibimiento a las tropas borbónicas en Barcelona en el más impecable, barroco y florido de los castellanos?

 

Tuyo afectísimo.

#904

Re: Cataluña 2017: El final del camino.

#907

Re: Cataluña 2017: El final del camino.

Santi Vila: "No sería admisible dejarnos ganar por el miedo"

Entrevista en el consejero de Empresa y Conocimiento

ESTHER VERA Barcelona

 

Santi Vila es un heterodoxo dentro del PDECat. Defensa más un movimiento que un partido y cita Macron. Un independentista instrumental decidido a llegar donde haga falta para convocar el referéndum.

El lunes se quitó como consejero de Cultura y se fue a dormir como consejero de Empresa y Conocimiento.

Sí, fueron unas circunstancias dolorosas para todos. En primer lugar, estoy seguro, para el presidente. También para el consejero Baiget, que es un patriota de piedra picada y ha sido un excelente consejero. Y dolorosas finalmente para mí, porque tuve que combinar una absoluta predisposición a estar siempre al servicio del presidente con el hecho de tener que interrumpir mi actividad a Cultura.

Como le comunicó el presidente su nombramiento?

El presidente, al mediodía, me advirtió que veía que esta era una crisis fuerte y que estaba teniendo muchas llamadas y presiones que le hacían notar la gravedad de lo que estaba pasando. Por lo tanto, no podía descartar que tuviera que precipitó la decisión. A partir de aquí el presidente se reunió con el consejero Baiget y con las personas que consideró, y tomó la decisión por la noche.

¿A qué tipo de presiones se refiere? Externas al ejecutivo?

Quiero decir que seguro que debía recibir opiniones de gente de orden muy diverso. No sé si del espacio gubernamental o no. El presidente no me lo ha comentado. Y si lo hubiera hecho, tampoco lo podría compartir.

¿Usted cree que las declaraciones de Baiget fueron deliberadas, un error, un relajamiento? ¿Fueron decir con gran sinceridad lo que piensa?

Desconozco cómo se produjeron las declaraciones. Sí que las leí, y sí, de grado o por fuerza, entraban en contradicción con el planteamiento que se está haciendo en el Gobierno. Lo que sí sé es que el consejero Baiget llegó al final del día dolido y triste. Que a veces pueda haber manifestaciones más o menos desdichadas ya forma parte del momento tan convulso que vivimos. No es fácil acertar en el tono y el contenido preciso siempre.

Estamos en un momento difícil para expresar matices?

Es un momento muy inflamado, muy pasional. Y cuando esto ocurre, el matiz y la complejidad sufren. En relación con el Proceso, estaría muy bien, y nos debemos conjurar, que el matiz no quedara arrinconado. Y que, en consecuencia, todos, desde el ámbito académico, político, de la sociedad civil, podamos, sin tener que ver cuestionado nuestro patriotismo, hacer las aportaciones oportunas.

El caso Baiget podría interpretarse como el inicio del hundimiento o como una vacuna para evitar grietas. Como lo interpreta usted?

Yo no sería tan maximalista. Creo que es un hecho desafortunado. Un hecho lamentable. En este sentido, siempre digo lo mismo: es legítimo tener miedo. Lo que es ética y políticamente reprobable es dejarse ganar por el miedo. La amenaza que, para pedir que los ciudadanos puedan votar, seremos considerados delincuentes inevitablemente genera malestares, tensiones, miedo. Pero, insisto, ahora no sería admisible dejarnos ganar por el miedo.

Por lo tanto, da la crisis por cerrada?

Absolutamente. Y desgraciadamente, no me cansaré de decirlo: fue un hecho muy puntual que quiero pensar que no tendrá más réplicas.

"Quiero pensar"?

Finalmente hay un componente personal. Y hay que ser muy respetuoso con todo el mundo. Es muy diferente salir en una manifestación del domingo y reivindicar esto y lo otro que encarnar la toma de decisiones. Cuando encarnas la toma de decisiones es legítimo que alguien diga que hasta aquí ha llegado, o que esta raya no la traspasará. Porque tiene niños o hace otras consideraciones. En mi opinión, el Gobierno está absolutamente cohesionado e, insisto, a pesar de que pueda tener lógicamente momentos de reflexión más particular, todos estamos decididos y comprometidos a llegar hasta el final.

Usted se encuentra junto al presidente, pero tiene fama de heterodoxo.

Es que es compatible y creo que es nuestra obligación. Siempre digo que este no es un proceso que ganarán sólo los ortodoxos, los independentistas de pata negra, que ya lo eran cuando tenían 14 años. Sabemos que si sólo fueran estos este proceso quedaría cortísimo. Y nunca jamás sería mayoritario.

El otro día usted se llegó a comparar con Erasmo de Rotterdam ...

Erasmo tiene una máxima que me gusta mucho: "Siempre crítico pero fiel".

Me ha dicho que la crisis en el Gobierno está cerrada, pero, ¿y dentro del PDECat? ¿Se puede malinterpretar que haya ocupado el lugar del consejero Baiget?

Quiero pensar que no. La responsabilidad de los miembros del Gobierno es estar al servicio del presidente. Por eso estamos. Los partidos no pueden intervenir. Hay toda una época que se acaba: la partitocracia, en que los partidos podían alargar su sombra e incidir sobre los gobiernos, las listas electorales ... Todo esto los ciudadanos lo reprueban. Miremos lo que ha pasado en Francia con Macron.

¿Usted se sitúa ideológicamente en la vía macronista?

Desde la adoración, respeto y reconocimiento al trabajo de Marta Pascal y David Bonvehí, siempre les digo lo mismo. La antigua Convergencia, el PDECat, es absolutamente necesario, pero no suficiente para hacer grandes cosas. Si queremos aspirar a grandes victorias electorales tendremos que ser capaces de ser un partido muy abierto, muy permeable, poco dogmático, muy capilar, donde converjan la mejor tradición de lo que había sido el antiguo partido y maneras de pensar y personas muy diferentes .

Volvemos al 1-O. ¿Firmará la compra de urnas de manera colegiada?

Cuando el presidente nos ordene que lo hacemos, lo haremos. Siempre se lo digo: "Me tienes que dedicar sólo 30 segundos para explicarme lo que haremos. Piénsalo bien, procura acertar, eso sí ".

Una de las quejas que expresaba Baiget es que hay decisiones que se están tomando fuera del Gobierno. Usted se considera bien informado?

Un proceso tan complejo requiere necesariamente discreción. Yo hay muchos aspectos que desconozco. Y creo que es bueno que sea así. No podemos olvidar que no es un proceso que lidere sólo el Gobierno. Este proceso ha tenido como máximo protagonista la sociedad civil. Por lo tanto, que el presidente encuentre la manera de aunar la visión gubernamental con la de las personas y entidades motoras del Proceso creo que es lógico.

Usted está dispuesto a ir a la cárcel, a responder con su patrimonio por el referéndum?

La pregunta es otra. ¿La dignidad se puede negociar? ¿Se puede transaccionar? Que los catalanes, antes de que catalanes o españoles, somos demócratas es un hecho innegociable. Y yo, político, por mucho que me amenacen, qué debo hacer si me ponen contra la pared y me dicen que tengo que renunciar a ser quien soy? Y los demócratas que hay en el resto del Estado, que son muchos, ¿contemplarán estoicamente el inmovilismo del presidente Rajoy? ¿Prefiere que haya este conflicto tan grave, sangriento, que nos lleve finalmente a unos políticos a ser inhabilitados? ¿A recibir incluso penas de cárcel? Parece que haya unos demonios que se apoderan de Madrid, para utilizar versos de Gil de Biedma, y ​​llevan de nuevo la historia de sus ciudadanos a la fatalidad y la tragedia.

Hasta qué punto cree que estos demonios pueden aparecer?

Depende. ¿Prevalecerá el alma demócrata del PP? ¿O el alma dura, intransigente, que considera que antes de que demócratas son españoles? ¿Y el PSOE? No lo sabemos. De puertas adentro, ¿prevalecerán los sectores más encendidos? ¿O prevalecerán los sectores que hemos dicho que garantizamos seguridad jurídica y estabilidad? Este conflicto no debe traspasar a la sociedad. Las próximas semanas serán determinantes y habrá un pulso de tensiones de todos los espacios políticos. En realidad, el choque se evita con una llamada de Rajoy diciendo que se permite el referéndum y que ahora pactamos en qué condiciones.

¿Se mantienen líneas abiertas de diálogo con el gobierno del PP?

A mí no me consta. Más allá de las negociaciones y conversaciones ordinarias que tenemos sectorialmente.

¿Prevé que se pueda revertir el autogobierno catalán?

Sería un disparate. Creo que España no puede permitirse una solución traumática del conflicto catalán. No es una opción. Los catalanes y sus instituciones, dispuestos a garantizar y preservar el derecho a decidir, en un momento u otro encontraremos las complicidades inevitables que surgirán de los espacios demócratas.

¿Aún confía en la aparición de estos espacios demócratas?

Fíjese cuál es la alternativa: que todos nos tengamos que ir a comprar un casco para afrontar la colisión. Y en un conflicto todo el mundo pierde. España es un país muy avanzado. ¿La sociedad española permitirá que sus males políticos vuelvan a comprometer su progreso? ¿Lo permitirán cuando se les convoque a las elecciones? Y aquí no estamos a punto de proclamar la independencia oa punto de violentar no sé qué ordenamiento. Estamos a punto de jugarnos para que los ciudadanos puedan votar.

Vamos a su nuevo cargo. Se ha marcado algún objetivo a la conselleria de Empresa y Conocimiento?

Estamos en el momento final de legislatura, muy bien orientada por el consejero Baiget. Por lo tanto, me aproximo a la conselleria plenamente consciente de que estamos en este momento agónico y que, por tanto, no se debe hacer ninguna reestructuración ni reorientación del punto de vista discursivo ni estratégico. Tenemos una fortuna, y es que la recesión económica ha pasado. La recuperación, poco a poco, se hace visible en todas partes. Vengo absolutamente decidido, como hacía el consejero Baiget, combatir la turismofobia. Tan cierto como que ha habido unas determinadas expresiones del turismo que han afectado la vida de nuestros vecinos, y las tenemos que corregir. Tenemos una interpelación directa por la liberalización en el mundo del comercio y los servicios. Es una oportunidad, si lo hacemos bien. Estamos en el tramo final de legislatura, pero pondría tres ámbitos prioritarios: comercio, industria y turismo.

Hablar de la liberalización con la CUP como socio parece absurdo.

La CUP es un agente más, tampoco son el demonio, pero a mi agenda de búsqueda de complicidades se puede imaginar que no serán los primeros con los que iré a conversar.

#911

Re: Cataluña 2017: El final del camino.

La ley no dice que hay que convocar las cosas 54 dias antes?

Ahh no que estos se basan en leyes supremas

#912

Re: Cataluña 2017: El final del camino.

Eso sería para unas elecciones

#913

Re: Cataluña 2017: El final del camino.

serra te ha contestado, como ves el tiempo es mas reducido jjj porque sera , yo de ellos las convocaba el dia anterior total da igual no se van a celebrar....uffff como debeis de estar los catalanes de estos gobernantes

saludos y animo

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