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Exhumar a Franco de vuestras mentes

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Exhumar a Franco de vuestras mentes
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Re: Exhumar a Franco de vuestras mentes

 

La Carrera de Franco (I)

 
Apuntes históricos sobre la vida militar de Franco
 
    Al término de nuestra terrible guerra civil, Franco maniobró hábilmente para permanecer al margen de la Segunda Guerra Mundial y sus desastrosas consecuencias, y aunque España fue posteriormente bloqueada económica y comercialmente, y atacada a escala internacional con propaganda, radios, maquis y sabotajes permanentes de las izquierdas internas, consiguió estructurar el país y hacer que creciera con los Planes de Desarrollo a tasas del 6% anual en el periodo de 1955-1975, con una política de viviendas (que hace que los españoles seamos todavía el primer país del mundo en propiedad de vivienda por habitante) y con una infraestructura industrial a través del Instituto Nacional de Industria que situó a España en 1975 como la séptima potencia industrial del mundo, con un Producto Interior Bruto (PIB) del 79% de la media del entonces Mercado Común Europeo.
 
   A continuación exponemos una resumida y parcial biografía - hasta octubre de 1936 - resaltando los aspectos más relevantes de la brillantísima carrera militar de este insigne prohombre español, que durante casi 40 años gobernó España (1936 ~ 1975), rescatándola primero del caótico y sangriento marasmo revolucionario al que unos intelectuales y políticos sectarios y enloquecidos habían conducido, ofreciendo a la población obrera y campesina el paraíso terrenal bajo las botas de Lenin y Stalin.
 
Los primeros años

 
   En la madrugada del 4 de diciembre de 1892, nació en El Ferrol el segundo hijo varón del matrimonio Franco-Bahamonde, antigua familia de marinos.   Fue bautizado el 17 de diciembre en la iglesia parroquial de San Francisco, templo castrense y primera anticipación militar de su vida. En el libro de bautismos se le inscribió con los nombres de Francisco, Paulino, Hermenegildo y Teódulo, y un periódico local dedicó unas líneas al acontecimiento. Junto a esta breve noticia, el mismo periódico daba a sus lectores el cotidiano reflejo del panorama nacional.

 
    El panorama nacional hacía ya muchos años que había empezado a ensombrecerse. Del Imperio que no sabía de puestas de sol se habían ido desmoronando una a una todas sus piedras y en aquel final de siglo se aceleraba la precipitación como si se nos hubiera puesto un plazo de vencimiento a fecha fija. Entre 1810 y 1823 perdíamos en América una extensión de trescientas mil leguas cuadradas y cerca de doce millones de habitantes. En 1898 la trágica sinfonía que había comenzado tres siglos antes daba sus dos últimos y estremecedores acordes: Cuba y Filipinas.

 
Y lo que fue, dejó de ser.

 
   Y unos, los que lo defendieron con dignidad y sin medios, lo lloraron. Y otros dijeron que bien muerto estaba el Cid y que su sepulcro debía ser cerrado con siete llaves. Cuando estas tristes palabras se pronunciaron, Franco aún no tenía seis anos. Aprendía en el colegio y ejercitaba luego sus progresos sobre textos deprimentes.

 
   Su conciencia infantil se fue formando en la idea de que España estaba enferma y ofendida y que ninguna cosa podía ser mejor que aprender a defenderla. Era aún un niño cuando expresó su deseo de ingresar en la Escuela Naval, pero la maltrecha hacienda española, incapaz de reponer los barcos que con tanta gloria acabábamos de perder, aconsejó el cierre de la Escuela. No podía ser marino, pero, por fortuna, aún estaban abiertos otros caminos para encauzar su firme voluntad de servir a la Patria.

 
 Ingreso en la Academia de Infantería

 
   El 21 de agosto de 1907 tenía 14 años cuando ingresó en la Academia de Infantería. Al contrariar su vocación, la Providencia empezaba a marcar el rumbo de su destino. De El Ferrol a Toledo.   De la húmeda Galicia a la dura estepa Castellana del Greco, donde durante tres años va a madurar su espíritu militar entre los muros de este Alcázar que, veintinueve años más tarde, iba a justificar su rango académico al explicar al mundo la difícil lección del heroísmo.

 
   Era el 13 de julio de 1910 cuando en el patio de esta fortaleza obtiene el despacho de Segundo Teniente de Infantería, y que tuvo precisamente por primer Alcaide a ese Cid enterrado bajo siete llaves, la estatua del Emperador Carlos V, que fue testigo de que el Alférez Francisco Franco juraba ante esta histórica bandera consagrar su vida a defender España. Cuando es destinado a El Ferrol para iniciar su vida militar en el Regimiento de Zamora número 8, aún resuenan las ondas de dos estampidos recientes que resumen el inquieto latido del pulso español en aquel tiempo: la bomba que el anarquismo arrojó al paso de la carroza de los Reyes el día de su boda y la trágica jornada en nuestro Protectorado de Marruecos, conocida como “el Barranco del Lobo”, lugar en el que una emboscada de los rifeños sobre una columna del Ejército cubrió de luto a la Nación.

 
   La urgente movilización y envío de tropas decretada por el Gobierno para contener el desastre dio pretexto a los agitadores extremistas para incitar a los soldados a negarse a embarcar y originar con ello sucesos tan sangrientos como los que llenaron la tristemente célebre Semana Trágica de Barcelona, en julio de 1909.

 
   Junto a la agitación extremista, era Marruecos, en efecto, la enfermedad más grave entre las muchas que entonces aquejaban a España. Desde hacía siglos que Ceuta, el Peñón de la Gomera, Alhucemas, Melilla y las islas Chafarinas eran españolas. Entre 1904 y 1911, los convenios internacionales suscritos por Francia, Inglaterra y España, con la ingerencia de Alemania, fueron variando y mermando sucesivamente nuestra Zona de Protectorado. El compromiso que España tuvo que aceptar, en definitiva, correspondía a esta Zona semidesértica, enfrentada geográficamente con el sur de nuestra Península.

 
Destino africano

 
   En 1912 solicita ir destinado a Marruecos como Segundo Teniente, incorporándose al 18 Regimiento de África, mandado por su profesor, el Coronel Villalba Riquelme. Entre los contingentes de tropas que siguen llegando a nuestra zona, desembarca en este puerto de Melilla un oficial que es casi un niño, aunque él trate de disimular este "defecto" dejándose un bigote representativo. Ha puesto en juego para venir a África la primera y única recomendación de su vida» y pisa aquel suelo tan peligroso con la alegría del que va a ver realizarse su mejor ilusión.

 
 Y él entró en África, y África entró en él...

 
Puede decirse que no hay pausas mayores de dos leguas en toda esta ardiente geografía sin que el nombre de Franco esté gloriosamente unido, desde entonces, a sus piedras y a sus breñas. Y los de Izarduy, Xauen, Río Martín, Dar-Drius, Riffien, Llano Amarillo, el Gurugú, Tiffaruin y Alhucemas, figurando desde entonces en su hoja de servicios como una prolongación de sus apellidos.

 
   Su primer destino está en la columna del Coronel Villalba, que opera en vanguardia y está acampada en Tifasor. Desde allí envía a los suyos las primeras fotografías con la seguridad del que ha llegado al sitio soñado. Viéndolas, la expresión "ir a la guerra”, tan pesarosa siempre, parece tener ahora un nuevo significado.

 
   Recibe su bautismo de fuego en el asalto y conquista de la aldea de Haddú-Allalu-Kaddur el 14 de mayo de 1912. El General Berenguer, que dirige las operaciones, comenta con sus ayudantes:

   -"¿Quién manda esa sección que funciona tan bien?"

   -"Un recién llegado, mi General, el Alférez Franco"

 
   Por primera vez suena su nombre en el ámbito de estos parajes que lo retendrán ya para siempre como un eco entrañable. Y por primera vez sus ojos asisten al emocionante momento de ver alzarse en victoria la bandera que juró en Toledo.

 
Ascenso a teniente

 
   Cinco meses después, el 13 de julio de 1912, obtiene su primer y único ascenso por antigüedad a Primer Teniente. En la bocamanga, la segunda estrella de seis puntas; en el pecho, la primera Cruz Roja del Mérito Militar. La segunda la ganaría un año después, incorporado a otro destino más arriesgado con el grupo de Regulares Indígenas, que tan acreedor de gratitud se va a hacer para los españoles al correr de los años. La impopularidad en España de la guerra de Marruecos movió al General Berenguer a la idea de organizar una tropa indígena que actuaría como fuerza de choque, y se escoge para mandarlos a los oficiales más hábiles y valerosos.

 
   En abril de 1913, el Teniente Franco solicita y obtiene el ingreso en las fuerzas Regulares Indígenas de Melilla, que al año de su fundación habían aportado al triste balance de nuestras pérdidas nada menos que el 40 por 100 de sus efectivos.

 
   En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial. Durante tres años los nombres de Arras y Verdun, del Kaiser Guillermo II, del General Petain, de Clemenceau y de la coalición anglo-francesa van a hacer olvidar a los españoles, espectadores del conflicto ajeno, que en Marruecos sigue estallando la guerra cada mañana para millares de hombres que luchan hasta la muerte por un palmo de terreno, por un pozo, un barranco o una loma.

 
Ascenso a comandante

 
   A los tres años de su llegada, en 1915, Franco alcanza por méritos de guerra su tercera estrella. Tiene 22 años y es el Capitán más joven del Ejército.

 
   Fue en Biutz, donde en junio de 1916 le alcanzó la primera bala. En el furioso combate del Biutz tenía que tomar, al mando de su compañía, estas lomas conocidas por su buena fortificación y emplazamiento, así como las Lomas de las Trincheras. A mitad del asalto se encontró con el proyectil que le atravesó el vientre. Sigue, a pesar de ello, al frente de sus soldados y conquista la posición, pero poco después la hemorragia le desvanece. En una camilla es transportado al puesto de socorro, donde fue atendido por el Capitán médico don Enrique Blasco. La herida es de gravedad y se le traslada al Hospital Militar de Ceuta.

 
   De la dureza de aquel combate nos da idea el elevado número de bajas que tuvimos. La muerte estaba allí para todos. También para Franco. Pero este sonriente Capitán, tan repetidamente ofrecido a las balas, parecía tener, en efecto, lo que los moros que mandaba llamaban en su lengua “Al-baraka”. Tener “baraka” es para ellos tener la protección de las fuerzas mágicas. Por su comportamiento en la acción del Biutz, añadió a sus condecoraciones la Cruz María Cristina, la Medalla de Sufrimientos por la Patria y las tres estrellas de seis puntas se fusionaron en una de ocho. Tenía 23 años y era también ahora el Comandante más joven de España. Es propuesto para la Laureada.

 
 Destino: Oviedo

 
   Aún convaleciente, pide de nuevo el mando de las tropas en Marruecos, pero no hay vacante de Comandante y ha de aceptar destino en el Regimiento del Príncipe núm. 23, de la guarnición en Oviedo, aunque deja firmada una solicitud permanente para volver a África en cuanto haya ocasión. Por más de una razón, este destino de Oviedo será el tercer hecho providencial en la vida del futuro Caudillo.

 
   En agosto de 1917, el inquieto período de huelgas y disturbios culmina con el estallido de una huelga general revolucionaria en toda España. El Gobierno moviliza el Ejército y a Franco le toca apaciguar el foco más difícil: la cuenca minera de Asturias.

 
   Unos meses después, la Primera Guerra Mundial termina con la derrota del Imperio Alemán y sus aliados: los representantes de las potencias beligerantes firman, en el célebre vagón

 
La Legión

 
   Pero en el jubiloso horizonte de esta paz comienza a formarse la nube que va a ensombrecer el futuro. En este enrarecido otoño de 1918 es cuando Franco asiste a un curso para Jefes de Infantería, que tiene lugar en Valdemoro, y coincide allí con Millán Astray (30 de septiembre), con quien el destino va a unir en una fabulosa empresa común: la Legión. Franco solicita ingresar en la Escuela de Guerra para convertirse en oficial de Estado Mayor. No se le acepta por ser Comandante. Dos años más tarde, Millán Astray funda el llamado Tercio de Extranjeros y ofrece al Comandante Franco el puesto de lugarteniente.

 
   Llega a Oviedo el telegrama cuando Franco iniciaba los preparativos de su boda. Acepta en el acto y la boda se aplaza. África le llama. A los pocos días se reúne en Ceuta con Millán Astray. Con gran entusiasmo ponen manos a la obra. Se complementan bien Millán y Franco. El primero es, además de un gran militar, un romántico apasionado de elocuencia fulminante y valor paroxístico. El segundo, un organizador metódico, un estudioso que concede a su sereno valor, tan probado, un puesto secundario entre las virtudes que deben caracterizar al jefe militar. Ya están allí los primeros voluntarios de la Legión. Son hombres duros, heridos antes por la Vida quién sabe cómo y en qué nación. Millán Astray les habla fuerte y claro: “Habéis llegado aquí para morir. Al dejar atrás el Estrecho habéis perdido nombre, historia y familia. Aún es tiempo para renunciar. Bastará con que digáis al médico que os duele la garganta”.

 
   Pero a ninguno de aquellos hombres, legionarios ya del ¡Viva la Muerte! les duele la garganta ni les dolerá nunca. Con las tres primeras compañías se forma la Primera Bandera de la Legión, que va a mandar Franco a sus 27 años. Durante seis meses, aquellos hombres se entrenan férrea y disciplinadamente para el ejercicio de combatir. Franco exige mucho, pero sabe dar a sus legionarios nuevos edificios, talleres, servicios de agua, luz y alcantarillado, escuelas, locales de recreo, granja agrícola, criaderos de reses que proporcionarán a la Legión alimentos de calidad y hasta beneficios económicos para continuar las mejoras. Una auténtica obra de gobierno.

 
   Ahora ya es tiempo de que la Legión demuestre combatiendo la calidad del temple que le han dado sus jefes. En las conquistas de Xauen, Benilai y Bujarraz tendrán el honor de recoger sus primeros caídos y de ganarse, ya para siempre, el puesto preferente en la vanguardia.

 
El desastre de Annual

 
   En julio de 1921, el volcán africano acusa violentamente su actividad soterrada, abriendo su más trágico cráter: Annual.

 
   Los cabileños de Beni-Urriaguel, levantados por el cabecilla Abd-el-Krim, se lanzan furiosamente sobre las tropas del General Fernández Silvestre, que en los últimos meses han penetrado profundamente en territorio rifeño. Las noticias que llegan son desoladoras; las cifras de muertos y desaparecidos sobrecogen. El General Fernández Silvestre para unos ha muerto en combate, otros afirman que se ha suicidado. No es posible entender por qué se ha producido tal desastre. En muy pocas jornadas, los harqueños de Abd-el-Krim han operado un increíble avance. Melilla está en peligro y el pánico cunde entre la población civil. Se hace necesario el envío urgente de refuerzos desde otros puntos del Protectorado y desde la Península. La Bandera de Franco, que opera en el sector opuesto, en Larache, es requerida apremiantemente. En jornadas extenuantes, caminando día y noche sin saber bien qué ocurre pero intuyendo la tragedia, los legionarios de Franco, sin concederse un respiro, llegan a Ceuta y embarcan en el Ciudad de Cádiz rumbo a Melilla. Llevan dos noches sin dormir y han recorrido cien kilómetros en día y medio.

 
   A su llegada a Melilla, los legionarios han tirado por la borda su fatiga y desembarcan formados y cantando con su Comandante al frente. Y cuando con las improvisadas notas de “La Madelón” desfilan alegres por las calles, la zozobra de aquellas gentes se serena como por encanto y señalan al sonriente jefe que los precede: “Es Franco... mírale”. Y la aureola de salvador que irradia de su figura opera el milagro de contagiar la fe y garantizar la empresa.

 
   Y del barco al combate sin tomar un respiro. Bajo el terrible sol de agosto, nuestros soldados de todas las armas avanzan y mueren, fortifican y mueren, Millán Astray cae gravemente herido junto a Franco cuando le está dando órdenes, y éste, con 28 anos, se hace cargo del mando de la Legión.

 
   Son rescatados para las banderas de España, que combaten bajo el mando supremo de los Generales Sanjurjo y Berenguer, Tahuima, Segangan, el Gurugú, Zelúan y Monte Arruit y en todas partes aparecen a centenares los destrozados e insepultos cadáveres de sus defensores.

 
   El desastre de Annual ha hecho reaccionar por fin a la Nación española, que acusa vivamente el golpe de dos formas opuestas: la de los que ven en el ejército de África la encarnación sublime del mejor patriotismo y los que, emparentados con la agitación revolucionaria latente en la Península, han encontrado un buen bocado en el desastre y atacan al Ejército.

 

   En el Parlamento se abre el proceso de responsabilidades y se acuerda la limitación de la Campaña de África y la repatriación de tropas. Franco se duele, como todos sus compañeros, de la vacilante posición del Gobierno ante Marruecos, que tan mal se corresponde con el espíritu de los que allí se juegan la vida cada hora. Pero su pacto de entrega está por encima de lo político y sigue firme en su puesto de jefe accidental de la Legión, cooperando activamente a recuperar lo perdido.
 
   Por su comportamiento personal en el asalto y conquista de Dar-Drius, se le concede la Medalla Militar Individual, que le es impuesta en el mismo campo de lucha, al tiempo que al Teniente Coronel Núñez de Prado.

 

  Este año publica un libro titulado ”Diario de una Bandera”.

 
Nuevo ascenso

 
   En 1923, el Teniente Coronel Valenzuela sustituye a Millán Astray en el mando de la Legión, y a Franco, después de dos años y medio de campaña continuada, le asignan el destino a su antiguo Regimiento del Príncipe, en Oviedo.

 
   Parece que le ha llegado el tiempo de tomar un merecido descanso, pero la heroica muerte del Teniente Coronel Valenzuela, cuyo cadáver es llevado hasta Zaragoza por sus legionarios, deja a la Legión sin jefe y desde el Rey Alfonso XIII hasta el último soldado señalan a Franco como sucesor.

 
   Para que pueda tomar el mando de Jefe de la Legión, y pese a su juventud, es ascendido a Teniente Coronel el 8 de junio y, por segunda vez, se ve obligado a aplazar su boda. Tras un homenaje en Madrid, donde es nombrado por Alfonso XIII Gentil Hombre de Cámara, toma el mando de la Legión en Ceuta, a los diez días de su ascenso y a los tres meses de haber dejado África.

 
   El nuevo Teniente Coronel inicia las operaciones al mando de una Legión que ha redoblado su entusiasmo al verse dirigida de nuevo por su ídolo. Su leyenda de invulnerable, su competencia estudiosa para el combate, el valor que contagia y el riguroso cuidado en el arte de ahorrar las vidas de sus soldados, han hecho de él un jefe querido y deseado. Su eficiencia y aureola es tal, que decir Franco es decir victoria.

 
   La posición de Tifaruin, enclave vital para nuestra estrategia, está sitiada desde hace muchos días. Sus defensores, mandados por el Alférez de Ingenieros Topete, carecen de víveres y municiones. Por su heliógrafo han comunicado que es imposible prolongar la defensa ni un día más. Pero un avión vuela sobre ellos y les deja caer un mensaje:

   "Topete, eres un flamenco. Tened un poco de paciencia que vamos por vosotros. Señaladnos con lienzos blancos de dónde os tiran más para echarles todo lo que se pueda. Ya ha llegado Franco de Tetuán. Que tengáis todos mucha suerte".

 
   El heliógrafo de Tifaruin contesta:

   – “Si viene Franco, resistiremos. ¡Viva España!”

 
    Y Franco llega y salva 

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Re: Exhumar a Franco de vuestras mentes

 

Biografía de Francisco Franco Bahamonde

(El Ferrol 04-XII-1892 - Madrid 20-XI-1975)

Fue el segundo de los hijos de Nicolás y Pilar, que se consideraban miembros de una familia hidalga gallega invocando su parentesco con los Pardo de Andrade y especialmente con la condesa de Pardo Bazán. Él hubiera querido servir en la Marina como su padre pero como la Escuela Naval fue cerrada durante la crisis de 1898, tuvo que optar por la Infantería ingresando como cadete en Toledo en junio de 1907. Para estas fechas, su padre había abandonado a su familia instalándose con su amante en Madrid. Las relaciones entre padre e hijo fueron desde entonces escasas. El 19 de julio de 1910 concluyó sus estudios logrando el grado de segundo teniente sin brillantez: en una lista de 310 oficiales, su nombre ocupaba el puesto 251. Por eso no pudo ser destinado a África como solicitaba, sino al Ferrol. La influencia de su madre hizo que ingresara en 1911 en la Adoración Nocturna, conservando su rigorismo católico hasta el fin de sus días.

Al agravarse la situación en Marruecos en 1912, fue enviado allí con otros oficiales para tomar el mando de una sección de regulares. Entró en fuego el 19 de marzo y en los partes de guerra fue mencionado con elogios por el frío valor que era capaz de desplegar siendo premiado con la Cruz del Mérito Militar. Desde el 13 de junio ya ostentaba el grado de primer teniente. Su valor desplegado en la operación de Beni Salem en las afueras de Tetuán, hizo que desde 1915 se le ascendiera a capitán. Su fama crecía de tal modo que los ascensos se hacían prematuros por méritos de guerra. Herido seriamente en El Biutz el 28 de junio de 1918, en el parte de guerra se le describió como dotado “de incomparable valor, dotes de mando y energía desplegada en el combate”. En consecuencia era ahora comandante, el más joven de este rango en España.

El ascenso le hizo cambiar su destino instalándose en Oviedo donde le calificaron de “el comandantín”. Aquí hizo amistades importantes y pudo conocer a Carmen Polo que se convirtió en su novia a pesar de las reservas de la familia de ésta. Recorrió la cuenca minera durante el intento revolucionario de 1917 pero sin participar en ninguna acción. Años más tarde, explicaría que consideraba aquel suceso como simple huelga. José Millán Astray que estaba entonces creando la Legión extranjera a imitación de Francia, reclamó su presencia para el mando de la primera bandera. Acciones en Xauen y Melilla muy eficaces incrementaron su fama: para los periódicos él había salvado a Melilla tras el monte Arruit. De modo que, cuando contrajo matrimonio en Oviedo, el nombre del Rey figuraba entre sus padrinos. En 1922, al despojarse a Millán Astray del mando de la Legión, Franco también presentó su renuncia pero fue premiado con la Medalla Militar del más alto rango. Alfonso XIII le nombró gentilhombre de Cámara, un gesto que explica sus posteriores relaciones con el monarca. 
Cuando el nuevo jefe de la Legión, Valenzuela, murió en combate, Franco fue ascendido a teniente coronel para que pudiera hacerse cargo del mando. Comenzaba la Dictadura y Primo de Rivera, que no figuraba entre los “africanos”, tuvo una fuerte disputa con Franco porque proponía un repliegue que era casi confesión de derrota. Al final don Miguel le dio la razón convirtiéndole en persona de confianza. 

Franco realizó con gran éxito la retirada de Xauen ahorrando vidas, y en 1924 fue ascendido a coronel. Es el mismo año en que nace su única hija Carmen, llamada como su madre. Tuvo papel decisivo en la operación de Alhucemas con que franceses y españoles liquidaron la guerra. De ahí nació su estrecha amistad con Pétain, el héroe de Verdún, y también que se convirtiera en Caballero de la Legión de Honor, condición de la que se mostró orgulloso y a la que se referiría en 1941 cuando trató de interceder con Hitler para que atenuara las exigencias.

 
 
Contrajo matrimonio con Doña Carmen Polo, en Oviedo, el 16 de octubre de 1923 
 
 

Era el general más joven de Europa. Se le encomendó la dirección de la nueva Escuela Militar establecida en Zaragoza. Aquí conoció a Ramón Serrano Súñer que casaría con la hermana de Dña. Carmen y era muy notable entre los juristas. Sin embargo, la fama de Francisco parecía eclipsada por la de su hermano Ramón que comandara la operación Plus Ultra de cruce del Atlántico. Al proclamarse la República en 1931, Franco acentuó su condición monárquica manteniendo la bandera bicolor hasta que llegaron órdenes escritas y envió una nota a la prensa aclarando que no había participado en desobediencia a la Monarquía pero tenía “firme propósito de respetar y acatar la soberanía nacional”. Azaña que en sus memorias le define como único verdaderamente peligroso, acabó aceptando que permaneciese en el Ejército. Primero se le encargó del mando de una brigada en La Coruña (1932) y luego de la comandancia militar de Baleares. En este momento se afilió a la Entente Internacional Anticomunista.

 
 
En la Academia General Militar de Zaragoza,
con el Ministro de Guerra Francés André Maginot.
Maginot calificó como excelente la dirección de la Academia y propuso a Francisco Franco para la Legión de Honor por el papel que tuvo en el desembarco de Alhucemas. 
 
Para él, comunismo y masonería serían principales motivos de temor.

Cuando en octubre de 1934, se produjo la revolución de Asturias, fue llamado a Madrid. No tendría mando directo en las operaciones pero sería el principal consejero del ministro de la Guerra. Ascendió a General de División y se le otorgó el mando de todas las tropas del Protectorado, pero luego se le otorgó la Jefatura del Estado Mayor en la que permaneció desde el 20 de mayo de 1935 hasta febrero de 1936, en que los partidos del Frente Popular ganaron las elecciones. Se le destinó a Canarias; era un cargo importante y a la vez un modo de alejamiento.

Los militares que con Sanjurjo, Cabanellas, Mola y Queipo de Llano preparaban un golpe de Estado que liquidara al Frente Popular, le invitaron a sumarse. Pero él recomendó ganar tiempo pues podía producirse una guerra civil, peor de los males, y el 23 de junio escribió al ministro Casares Quiroga una carta recomendándole que se entrevistase con los altos mandos en evitación de daños. De esta carta no hubo respuesta. El Gobierno estaba seguro de su victoria y Franco comunicó a sus compañeros de armas que podían contar con él. Se le encargó tomar el mando de las fuerzas africanas que eran las más importantes. Un avión británico, pagado por Juan March, se encargó de llevarle a Tetuán. Desde aquí cruzó el Estrecho con habilidad, eludiendo la superioridad naval republicana, reforzó la posición de Queipo de Llano en Andalucía y luego por La Mancha fue a rescatar a los defensores del Alcázar de Toledo preparando también su marcha hacia Madrid. En estos momentos él no ejercía el poder pues éste correspondía a una Junta de Defensa.

Como ya anunciara, el golpe de Estado había fracasado, y España se partía en una guerra civil entre dos bandos. Muerto Sanjurjo en accidente aéreo, Mola propuso a sus compañeros de la Junta de Defensa, a la que Franco y Queipo de Llano se habían incorporado, establecer su mando supremo: Generalísimo, siendo la persona de Franco la más indicada para ocuparlo. Pero Franco exigió que se le entregara también el Gobierno y la Jefatura del Estado. Así nacía un autoritarismo que sometía los partidos a la soberanía estatal: falangistas, tradicionalistas y derechistas que le apoyaban, fueron unificados en lo que se llamó Movimiento Nacional. La palabra dictadura no aparece por ninguna parte. Para Franco era algo menor que aquella forma de estado que se proponía desarrollar. Había sustituido la bandera republicana por la bicolor de la Monarquía y tanto Alfonso XIII como su sucesor consideraron el movimiento como anuncio de la restauración. El autoritarismo invertía los términos del totalitarismo definido por Lenin, que entregaba el Estado y la sociedad al Partido.

Guerra muy larga pues en principio la República contaba con mayores recursos. Como Francia y la URSS se habían convertido en aliados del Frente Popular y los anglosajones procuraron apartarse del conflicto, Franco tomó la decisión personal de acudir a los alemanes e italianos que podían proporcionar armas. Hitler y Mussolini hicieron más: enviar combatientes a fin de que la guerra civil sirviera sus planes. La República había recibido también numerosos voluntarios que formaron las brigadas internacionales y pudieron impedir que Franco se apoderara de Madrid. Manteniendo estrechamente cercada la capital y obligando de este modo al enemigo a conservar allí sus principales fuerzas, Franco ejecutó un plan de guerra con tres fases, conquista de toda la cornisa cantábrica, quebranto de la línea del Ebro donde el general Rojo contaba con los mejores recursos, y alcanzar después el Mediterráneo partiendo en dos la zona republicana. En este momento el enfrentamiento del Eje con los anglosajones- conferencia de Munich- parecía inevitable. Franco, que conocía bien la voluntad del Führer de retornar a la guerra europea, comunicó a todos los Estados con quien mantenía relaciones que España no pensaba participar en ella. El 1 de abril de 1939 se declaró oficialmente concluida la contienda española. Eran numerosas las víctimas en uno y otro bando, aunque el grado de represión sería altamente superado por la contienda mundial. La propaganda política ha buscado paliativos en otros países mientras que en España se ha seguido la conducta contraria: extremar la dureza atribuida al enemigo.

La persecución religiosa en la zona republicana había sido muy radical. Franco desde el primer momento anunció que las reformas que se proponía emprender desembocarían en una restauración de la Monarquía católica aunque sin partidos políticos, a los que atribuía la caída de la misma en 1931. Desde agosto de 1939, promulgada una primera ley de la Reforma política, el Gabinete provisional fue sustituido por un Gobierno por él presidido, pero en el que los ministros tenían amplias funciones de administración en todos los asuntos que les fueran encomendados. Siguiendo las orientaciones del Vaticano, se abandonó el pacto Antikommitern y el acuerdo cultural con Alemania. Sin embargo, la propaganda política y la prensa estaban dominadas por los medios de comunicación filogermánicos. En septiembre de 1939 se hizo una declaración oficial de neutralidad. Franco confiaba en que los franceses detendrían como en 1914 el avance alemán dejando a España lejos de los campos de batalla. Las condiciones económicas eran pésimas, y aún se recuerda que 1940 fue calificado de año del hambre. Dentro del Movimiento existía un sector dominante que quería que España se inclinara también al totalitarismo. Franco intentó calmar la alarma de la Iglesia que temía que se incurriera en el error denunciado en la encíclica Mit brennender Sorge. Aunque el Movimiento impidió que éste documento se publicase, Franco apoyó la gestión del cardenal Gomá que publicó una traducción española del mismo. También se impidió el antisemitismo. España fue una puerta de escape para los judíos que conseguían huir.

En mayo de 1940, se produjo la derrota de Francia. Pétain, que era embajador en Madrid, hubo de retornar para constituir el gobierno encargado de negociar. Franco declaró que España seguiría siendo no beligerante y trató de influir sobre los mandos alemanes para que no endureciesen la posición contra los vencidos. Al menos logró que las tropas del Protectorado permaneciesen en su sitio y que Tánger mantuviera bajo el gobierno español su carácter internacional. Confinó a Yagüe en Soria para apartarle de los compromisos con el nazismo y no devolvió a ninguno de los refugiados que consiguieron llegar a territorio español. Aplicando el decreto de Alfonso XIII, se consiguió salvar la vida de miles de sefarditas a los que se les facilitó documentación española. En el momento de la muerte de Franco, el rabino de Nueva York hizo un homenaje a su memoria “porque tuvo piedad con los judíos”.

Serrano Suñer, que se mostraba partidario de Alemania, viajó a Berlín y pudo informarse de los planes de la Wehrmacht calificados de operación Félix: consistían en atravesar España para apoderarse de Gibraltar. A España se le ofrecía entregar esta fortaleza que los ingleses retenían desde principios del siglo XVIII. El influyente ministro quedó defraudado: España iba a ser tratada como una pieza más en el juego de dominio sobre Europa. Antes de acudir a entrevistarse con Hitler en Hendaya (23 de octubre de 1940), Franco tomó dos decisiones: estrechar las relaciones con Portugal aliada de los británicos prometiéndose recíproca ayuda en la neutralidad, y entregar a Serrano la cartera de Exteriores a fin de ganar tiempo. En Hendaya el Führer se sintió defraudado; Franco eludía los compromisos. Y en Bertchesgaden (22 y 23 de noviembre) cuando la orden de invasión estaba firmada, Serrano pudo ganar la partida dejándose caer en la butaca y diciendo que “esto no se hace a un amigo”. Franco entendió que había logrado su objetivo de ganar tiempo en la neutralidad. La extensión de la guerra a los Balcanes y Grecia, así como a la URSS, obligó a la Wehrmacht a suspender la operación Félix. España estableció reparadoras relaciones económicas con Inglaterra y Estados Unidos.

 
Ramón Serrano Suñer, Francisco Franco y Benito Mussolini en Bordighera, en febrero de 1941 
En su primer viaje más allá de las fronteras (febrero de 1941), el Caudillo, como le gustaba ser calificado, se entrevistó con el Duce al que hizo reconocer el daño que la guerra causaba… Y en Montpellier se reunió con Pétain. La muchedumbre le aplaudía reconociendo que había sido amigo de Francia y caballero de la Legión de Honor. Los aliados anglosajones sin embargo, tenían motivos para desconfiar. Por todas partes aparecían los signos del filogermanismo. En mayo de 1941, Franco hizo una primera limpia: nombró ministro de la Gobernación a Valentín Galarza e hizo del marino Luis Carrero Blanco un consejero cuya influencia crecería hasta el día de su muerte. En el Movimiento hubo sin embargo una limpieza mayor. Serrano Suñer que buscaba el modo de afianzarse, viajó a Roma para aceptar los acuerdos que daban a la Santa Sede plena decisión en cuanto a los nombramientos episcopales. Como estaba sucediendo en otros países, se autorizó la ida de voluntarios a la guerra contra Rusia. En España sin embargo, los militares cometieron un error: en lugar de simples individuos se envió una división calificada de Azul e integrada en la Wehrmacht. Fue una fortuna para Franco que ni la URSS ni los aliados declarasen entonces la guerra.

Reunión en Montpellier con Phillipe Pétain en 1941.
Pétain se refirió a Franco como "La espada más limpia de Occidente", años antes, el 24 de febrero de 1939, tras el reconocimiento de Francia al Gobierno de Francisco Franco.
Mientras tanto, el duque de Alba, embajador y a fin de cuentas un Estuardo, lograba estrechamiento de relaciones con Churchill que reconoció que en el fondo, Franco estaba prestando un servicio. En Gibraltar seguían presentes trabajadores españoles y los fugitivos eran ayudados a retornar a sus países. La entrada en guerra de Estados Unidos permitió otro cambio: disminuir las relaciones con el Japón y apoyo a Filipinas y a Iberoamérica. Al mismo tiempo se reforzaban los acuerdos con Salazar formando un bloque ibérico en defensa de la neutralidad. Cuando en agosto de 1942, falangistas filonazis trataron de dar un golpe en Begoña contra Varela, el más significativo de los militares partidarios de don Juan, Carrero Blanco convenció a Franco de la necesidad de un cambio de gobierno hacia la derecha católica. Serrano Suñer fue sustituido por el conde de Jordana y la no beligerancia pudo, de nuevo, llamarse neutralidad. Cuando en noviembre del mismo año los norteamericanos desembarcaron en Marruecos, el presidente Roosevelt le envió personalmente una carta, asegurando que nada tenía que temer España. Fue el primer giro dentro del Régimen que se acercaba a la que en otros países definiría como democracia cristiana.

En varias ocasiones el Generalísimo manifestó sus recelos: los aliados apoyaban a los republicanos en el exilio y los alemanes mostraban su desconfianza. Franco en varias ocasiones manifestó que a él convenía una paz negociada. Tanto si vencían los alemanes como si lo hacían los aliados, su poder se hallaba en peligro. En 1943, capituló prácticamente ante los aliados retirando la División Azul y ajustando el comercio español a las condiciones que Inglaterra y Estados Unidos impusieran. Al comprobarse que los aliados iban a ganar la guerra, un grupo de generales monárquicos con Varela, Kindelán y Aranda junto con partidarios de Gil Robles y Sainz Rodríguez, defendieron la tesis de que el modo de escapar a un desastre era que Franco cediera el puesto a don Juan de Borbón al que llamaban ya Juan III. Franco temió que tras esto, él fuera objeto de juicio. La Monarquía debía llegar después de él y no en lugar de él.

Don Juan, vuelto a Suiza al lado de su madre, firmó en Lausanne un Manifiesto (2 de marzo de 1945) denunciando el Régimen como hechura del Eje y proponiendo el restablecimiento de una Monarquía para todos los españoles de uno y otro bando. Franco se sintió obligado a suspender las buenas relaciones con el conde de Barcelona. La situación se tornaba peligrosa: bandas de guerrilleros muy izquierdistas estaban provocando golpes de fuerza en muy diversas regiones y parecía prepararse una especie de invasión por los Pirineos. El Jefe del Estado comprobó que precisamente por esta violencia aumentaban las adhesiones a su sistema. Había un temor generalizado al retorno a la guerra civil. En Yalta, Stalin había impuesto su opinión. El Régimen franquista tenía que ser destruido devolviendo el poder al Frente Popular. En la conferencia de Postdam, Churchill, Attlee y Truman impusieron su criterio: era asunto que debía encomendarse a la ONU.

Las acusaciones contra Franco en este organismo fueron muy graves. Se ordenó la retirada de embajadores y el apoyo a los sectores políticos enemigos. Franco dio un nuevo giro a la política entregando la cartera de Exteriores a Alberto Martín Artajo, uno de los eminentes directivos de la ANDP, y situando a otros de estos católicos en puestos clave. Un día antes de que el 4 de marzo de 1946 los aliados presentaran la nota condenatoria del Régimen, el cardenal Spellmann que regresaba de Roma a Nueva York y gozaba de gran influencia en los círculos norteamericanos, fingió una avería para que su avión se detuviera en Barajas y desde allí fuera a El Pardo, donde se le había preparado un almuerzo con Franco. Desde entonces se convirtió en uno de los principales defensores del camino escogido por el Generalísimo: evolución lenta hacia las formas políticas imperante, y no ruptura. Los republicanos en el exilio cometieron un error: el convocar las Cortes republicanas en Méjico; solo convocaron a los que representaban el bando rojo. Rompían así con la propuesta de Lausanne. Cuando el 1 de junio la ONU declaró la condena, ordenando la retirada de embajadores, Franco comprendió que no se iba a ir más lejos. Churchill, y con él Truman, percibían que la URSS iba a tender un telón de acero que garantizase su hegemonía sobre Europa. Comenzaba la guerra fría. Franco comprendió que ahí estaban sus posibilidades.

Aunque Truman, gran Maestre de la Masonería, tenía razones para mostrarse contrario al Generalísimo (“I am not fond of him”) sabía que a Estados Unidos no le convenía provocar en España una ruptura que favoreciese los proyectos soviéticos. Era preferible la evolución lenta. Franco dio entonces dos pasos: promulgó un Fuero de los Españoles que utilizaba algunos capítulos de la Constitución monárquica, y celebró un plebiscito fijando el modo de sucesión en el poder, declarando que España era “un reino”. La república había sido declarada ilegítima por una comisión de expertos juristas de gran relieve. Estamos en el 7 de junio de 1947. El Régimen se declaraba a sí mismo democracia “orgánica” en que las instituciones sustituían a los partidos. Una idea que ya defendiera muchos años antes la Institución Libre de Enseñanzas, ahora relevada por el Consejo de Investigaciones Científicas.

Gil Robles, Sainz Rodríguez y otros monárquicos que como ellos participaran en el Alzamiento, sugirieron a don Juan un acuerdo con los socialistas para lograr de este modo imponer a Franco la renuncia. Pero la entrevista que celebraron en San Juan de Luz con Indalecio Prieto resultó un fracaso: las izquierdas no estaban dispuestas a reconocer la Monarquía, y exigían un gobierno provisional que celebrase un plebiscito con dos opciones, Monarquía o República. Don Juan aceptó entonces los consejos de otros de sus colaboradores y el 25 de agosto en 1948 aceptó la invitación de Franco a una reunión en el yate Azor. Un primer acuerdo: el infante don Juan Carlos que cumplía diez años, estaba destinado a ser rey como sucesor de su padre o de Franco –esto no se aclaró- y por ello, debía ser educado en España integrándose personalmente en ella. Franco estaba aceptando el principio de una lenta Transición cuya meta era la reinstauración de la Monarquía. En noviembre de 1950, la condena de la ONU fue anulada y se restablecieron las relaciones diplomáticas. El apoyo decidido de la Iglesia, el muro de Berlín y el comienzo de la guerra de Corea, habían cambiado las cosas.

La influencia que habían ejercido Francia e Inglaterra se vio superada por la de los Estados Unidos, que proporcionó ayuda decisiva para superar los daños económicos. Se negociaba un agreement que permitiría a los norteamericanos disponer de bases en España. Los norteamericanos querían que viniese acompañada de una libertad religiosa. Como para esto necesitaba el asentimiento de la Santa Sede, Franco retrasó la firma del acuerdo hasta que se hubo concluido el concordato, que significaba un cambio. Judíos y protestantes no serían únicamente tolerados sino reconocidos en el ejercicio de sus derechos. Los dos documentos se concertaron en 1953. Franco se demostró dispuesto a colaborar en la descolonización, preparando la retirada española del protectorado marroquí del Sahara y Guinea. Tarea muy larga y en ocasiones decepcionante pues no se le respondió con el agradecimiento que él esperaba. Algo que disgustó a Franco. Pero en 1956 ya había conseguido el ingreso en la ONU y se iniciaban negociaciones con la Unión europea.

En importantes sectores del Movimiento se produjeron posturas que podrían calificarse de antifranquistas. En febrero de 1956, demostrando que el autoritaristmo significa sumisión de los partidos, el Caudillo tomó medidas al respecto: Raimundo Fernández Cuesta fue privado de la Secretaría General y Joaquín Ruiz Giménez de la cartera de Educación. José Luis de Arrese, que sustituyó a Fernández Cuesta, presentó un programa de democracia organizativa que otorgaba al Movimiento, identificado con Falange (FET de las JONS) funciones del partido único, aunque admitiendo en él asociaciones. La Santa Sede intervino haciendo que los cardenales españoles presentasen un ultimátum: aquello era en realidad un retorno al totalitarismo. El plan de Arrese fue rechazado por todos y cada uno de los ministros sin excepción. Ahora el Régimen pasaba a apoyarse en Carrero Blanco, que debería marcar el camino hasta la restauración. Municipios, familias, sindicatos y las demás instituciones, incluyendo Universidades y Academias, designarían procuradores en Cortes. Franco aceptaba así la democracia orgánica y no hubo ni disputas ni negativas.

Carrero se rodeó de personas de confianza notables por su preparación, entre las que Torcuato Fernández Miranda y Laureano López Rodó, numerario del Opus Dei, destacaban. Como preparación para la Monarquía propusieron un programa económico consistente primero en el reajuste (estabilización), y luego en la expansión (desarrollo), buscando colaboradores sin tener en cuenta sus procedencias políticas. Se les denominaba tecnócratas. También se puso en marcha el proceso de modelación. En lugar de una Constitución, se promulgarían leyes Fundamentales (Administración civil, Principios del Movimiento y Organización del Estado) que podían ser revisadas separadamente. Franco comenzó oponiéndose a la estabilización, pues temía que volviera a producirse el paro en el trabajo, pero cedió ante los argumentos de Mariano Navarro Rubio o Enrique fuentes Quintana que le garantizaron que no iba a suceder. De hecho la cifra de paro se redujo, y España llegó a alcanzar altos niveles en su desarrollo. La Transición se iniciaba entonces: Franco iba renunciando a ciertas dimensiones del poder otorgando a los ministros más libertad de iniciativa. El 1 de abril de 1959 procedió a la inauguración del gran mausoleo del Valle de los Caídos. Albergando restos de combatientes de ambos bandos se quería alcanzar así la reconciliación. Franco no pensaba que sus restos mortales fuesen llevados a él. Había adquirido un pequeño panteón en el cementerio de El Pardo para él y su familia.

Imitando el modelo norteamericano, se había promulgado el 17 de mayo de 1958 la Ley de Principios. Doce axiomas que eran declarados irrevocables. Entre ellos la confesionalidad católica y la unidad española formaban pieza esencial. Para entonces también había sido tomada la decisión: sería Juan Carlos quien le sucedería pero no le sustituiría. El 29 de marzo de 1958, él y don Juan se reunieron en Las Cabezas para acordar la ampliación de presencia del príncipe. El conde de Barcelona comprendió que se trataba de que él no fuese rey. Pero se negó a aceptar las sugerencias de quiénes le recomendaban que, como su propio padre e Isabel II hicieran, renunciase la legitimidad en su hijo. La operación podía salir mal y era conveniente conservar sus derechos.

Por primera vez, en diciembre de 1959, un presidente de los Estados Unidos, Eisenhower, pisaba las calles de Madrid siendo calurosamente aclamado. Sus conversaciones con Franco tuvieron el tono de camaradería entre militares, incluyendo bromas de cuartel. Franco podría celebrar en 1961 los veinticinco años de gobierno como sí se tratase de conmemorar una victoria. El 24 de diciembre del mismo año sufrió un percance mientras cazaba en El Pardo. No se pudo aclarar si se trataba de un mero accidente o de intento de asesinato. El episodio no tuvo consecuencias.

Franco había dado poderes a sus ministros para que iniciaran negociaciones que permitieran a España ingresar en el Mercado Común. Sabía que esto significaba reajuste político acomodándose el modelo a las normas vigentes de sus miembros. Sectores divergentes, en los que predominaban partidarios de don Juan o añoraban la herencia republicana, decidieron descalificar al Régimen aprovechando el Congreso del Movimiento europeo convocado en Munich para el 5 de junio de 1962. A Munich acudieron 116 españoles procedentes del exilio o de la propia España, firmando una especie de Manifiesto, que fue considerado por el gobierno como alta traición. Debía suspenderse cualquier clase de relación mientras no hubiera sido cambiado el Régimen. Se cometió el error de castigar con dureza a los asistentes, desterrándoles, confinándoles o prohibiéndoles la entrada en España. No tardaría Franco en intentar corregir aquel mal paso. El 9 de julio recibió a tres representantes del Movimiento y les dijo: -es indudable que España deberá ajustar sus formas políticas a Europa, pero esto debería ser después y no antes de que se la hubiera admitido. En esta conversación emplearía los mismos términos que años más tarde usaría en uno de sus frecuentes encuentros con el futuro rey. La transición debía hacerse desde dentro como una evolución del Régimen y no como una ruptura.

Franco acogió como buena la noticia de la boda de Juan Carlos con Sofía de Grecia. Don Juan había pretendido que fuera una cuestión doméstica, pero al acudir al Papa en busca de ayuda, ya que la futura reina no era católica, el Vaticano le advirtió que se trataba de asunto oficial y debía tratarse con el Estado. El Generalísimo puso todas las cosas al servicio del acontecimiento, encargando a dos personas muy vinculadas a Estoril, Juan Ignacio Luca de Tena y Gonzalo Fernández de la Mora, la embajada de Atenas para que todo se hiciera correctamente. Un acontecimiento importante para la Iglesia como se vería pronto en el Concilio Vaticano II. Doña Sofía no tenía que hacer ninguna declaración doctrinal, pues la fe que compartían católicos y ortodoxos era la misma: bastaba con cambiar la obediencia. Franco envió un importante regalo a la novia, y un barco de guerra en representación de España. Los recién casados visitaron El Pardo y aceptaron fijar su residencia en el cercano palacio de la Zarzuela. No hay noticia de que se les impusiera condiciones. Al contrario, se recomendó a todos los altos funcionarios tratarles con honor. La boda había tenido lugar en Atenas el 14 de mayo de 1962 con los dos ritos, helénico y latino.

Desde 1963 estaba en marcha el plan de Desarrollo que colocaría a España en el séptimo lugar del ranking mundial Se superó fácilmente la frialdad inicial con John F. Kennedy, ya que las relaciones con Estados Unidos eran importante para ambas partes, y se sustituyó la Justicia militar en asuntos civiles mediante una Ley de Orden Público. El tribunal especial contra masonería y comunismo dejó de actuar. Se promulgaron disposiciones para la libertad de prensa y la religiosa conformes con las normas de otros países. Incluso se obtuvo de la ONU una votación ordenando a Inglaterra la devolución de Gibraltar, que no se cumplió. Franco tomó nota de dos hechos desfavorables al Régimen: la suspensión por el Concilio de la confesionalidad del Estado y los desórdenes que alteraban la vida en las Universidades que desde su libre iniciativa demostraban un crecimiento de la oposición.

Cuando en agosto de 1965, el presidente Johnson invitó a España a participar en la guerra de Vietnam, Franco demostró su capacidad militar recomendándole no hundirse en ella: una contienda de este tipo no podía ser ganada. Los ejércitos modernos son quebrantados por guerrillas fanáticas. Ello no obstante demostró su espíritu de colaboración enviando un equipo sanitario. El 8 de diciembre del mismo año se clausuraba el Concilio Vaticano II y la jerarquía española se colocaba a las órdenes de una Conferencia Episcopal. Desde Roma vinieron órdenes para atenuar la confesionalidad del Régimen; era evidente que éste tenía que cambiar y debían evitarse aquellos compromisos que databan de la guerra civil. Aunque algunos ministros se mostraron recelosos, Franco insistió en que el Papa Pablo VI debía ser obedecido.

De este modo, Carrero pudo insistir en la llamada “operación príncipe” es decir, reconocimiento oficial de Juan Carlos como futuro rey. El 6 de marzo de 1966 en una de sus conversaciones con el Generalísimo, el futuro rey comprendió que la decisión estaba tomada: él y no su padre iba a ser jurado por las Cortes cumpliéndose así la norma que databa del siglo XIV: en España los reyes no son consagrados sino jurados por el reino, a cuyas leyes se someten como los demás súbditos. Don Juan se negó a renunciar a la legitimidad e incluso pensó por un momento en publicar un segundo Manifiesto, pero su esposa le disuadió: por encima de los derechos personales debía colocarse la Monarquía.

El 22 de septiembre de 1966 se presentó a las Cortes la Ley Orgánica del Estado, que sería sometida a plebiscito y aprobada por gran mayoría. Franco consideraba esta definición como un éxito personal. El Jefe del Estado –luego Rey- nombraría el Gobierno al que transmitiría el poder público contando con el asesoramiento de un Consejo y de dos Cámaras. Carrero pasaba a ser vicepresidente, a la espera del momento en que se convirtiera en presidente. Franco conservaría la Jefatura del Estado y el mando militar supremo. Cuando el 30 de enero de 1968, doña Sofía dio a luz un varón, Felipe, que es el monarca actual, la ceremonia del bautismo tuvo carácter oficial: se hallaban presentes el conde de Barcelona y la reina viuda a quien Franco llamó protocolariamente Señora, como disponían las leyes. Ella, una Battenberg, gastó una especie de broma diciéndole al Generalísimo: -ahí tiene a los tres, escoja-. La elección ya estaba hecha sin la menor duda.

El 15 de enero de 1969, privadamente, Franco explicó a Juan Carlos su decisión. Los primeros ataques de ETA obligaron a retrasar la ceremonia hasta el 22 de julio del mismo año. Todas las condiciones legales se habían cumplido. Un pequeño grupo de procuradores adictos a don Juan votó en contra, pero para los demás presentes- entre ellos se contaba el autor de estas líneas junto a Adolfo Suárez en razón de apellido- se había culminado el cambio. Franco no trató de dar instrucciones al Príncipe de España: solamente le recomendó viajar por todo el país y trabar relaciones con personas, aprendiendo así el oficio de reinar. Solo un problema quedaba pendiente: la Iglesia requería el incumplimiento del concordato en el nombramiento de obispos, pero el Generalísimo respondía que, al ser aprobado por las Cortes, era Ley Fundamental; reclamaba una negociación del nuevo texto para que así fuera aprobado por las Cortes. Hubo una división entre los obispos. Se trata de un tema que debe ser examinado en otra parte.

En junio de 1973, Franco nombró a Carrero jefe del Gobierno retirándose a su calidad de Jefe del Estado. Las funciones del mismo quedaron reducidas a pequeñas intervenciones en la política exterior, especialmente vaticana, y a la concesión de indultos a los etarras en el juicio de Burgos, demostrando así su voluntad de disipar las tinieblas de la represión. Pero la ETA respondió asesinando a Carrero el 20 de diciembre del mismo año y, guiándose por consejo de sus asesores, el oficio de presidente pasó a manos de Carlos Arias Navarro, que pretendía reducir de algún modo las condiciones ya promulgadas. El estado de salud impidió a Franco ejercer papel activo en los últimos meses. Murió de enfermedad el 20 de noviembre de 1975 dejando una especie de breve testamento en que recomendaba a los españoles cerrar filar en torno al rey. La transición pasaba a su última etapa siendo sus protagonistas las mismas Cortes por él creadas. El rey tomó la iniciativa de que sus restos mortales no fueran enviados a un cementerio normal y sí al Valle de los Caídos, pues el Escorial era sepulcro exclusivo para los monarcas. 

#1188

Re: Exhumar a Franco de vuestras mentes

Y con este truño, que te vas a leer tú si quieres, qué quieres demostrar, que no era un miserable, que no es uno de los personajes más despreciables que ha dado este país? 
#1190

Re: Exhumar a Franco de vuestras mentes

No descubres nada nuevo.
#1191

Re: Exhumar a Franco de vuestras mentes

Mucho decir que dejemos los muertos en paz y tu no paras de intentar blanquear jjjjj su imagen y su regimen
#1195

Re: Exhumar a Franco de vuestras mentes

 

Sánchez vuelve a desenterrar a Franco

Hay que plantarse y denunciar a la canalla tiránica que pretende imponer a la ciudadanía un régimen de servidumbre e intoxicación orwellianas.
2020-02-11
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Lo que más está marcando la peripecia del Gobierno socialcomunista es el escándalo protagonizado por el ministro José Luis Ábalos al recibir en Barajas a una jerarca del narcorrégimen chavista proscrita en Europa y sus infames pactos con los golpistas catalanes y los alabarderos de la organización terrorista ETA. Ante semejante panorama, y con una situación económica que empieza a tener color de hormiga, Sánchez ha decidido recurrir nuevamente al comodín de Franco para excitar a sus votantes más cerriles y exacerbar el odio contra quienes no comulgan son su agenda liberticida y su indecente entreguismo a los enemigos de la Nación.La resentida sin causa Adriana Lastra, ignara portavoz socialista en el Congreso, ha anunciado una reforma del Código Penal para que incluya el delito de apología del franquismo y puedan así los socialistas y sus socios veneradores de asesinos de masas como Lenin perseguir a todo el que se atreva a llevarles la contraria.Se trata de una nueva vuelta de tuerca en la infecta Memoria Histórica diseñada por el infame chavista José Luis Rodríguez Zapatero para envenenar la convivencia y dinamitar el legado de la Transición.Lo más indignante es que todo este vasto plan de amordazamiento de la sociedad sea obra del PSOE, el partido que convocó a la Guerra Civil, el partido que conspiró con saña contra la República, el partido que provocó el derramamiento de tanta sangre. El partido que, hoy, ha empotrado en el Gobierno a comunistas confesos jaleadores del sanguinario socialismo del s. XXI que impera en Venezuela y pactado con la siniestra ERC –con quien comparte historial criminal– y con el partido de la ETA asesina –entre otros–.La respuesta de la oposición y de la sociedad civil a este asalto socialcomunista a la libertad ha de ser contundente. No vale ponerse de perfil ni, mucho menos, claudicar ante la presión de la izquierda más siniestra. Hay que plantarse y denunciar a la canalla tiránica que pretende imponer a la ciudadanía un régimen de servidumbre e intoxicación orwellianas. 
#1196

Re: Exhumar a Franco de vuestras mentes

Con un poco de suerte te podremos denunciar cada vez que cuelgues algo de franco o lo blanquees
#1197

Re: Exhumar a Franco de vuestras mentes

viva franco ....battiato
#1199

Re: Exhumar a Franco de vuestras mentes

 

¿Se puede gritar 'Viva Hitler' pero no 'Viva Franco'?


 El PSOE propone una reforma del Código Penal para castigar la "apología del franquismo" que unos ven justa con las víctimas de la dictadura y otros tachan de "populismo punitivo" en contra de la libertad de expresión recogida en la Constitución Española
 


Publicado el 11 de febrero de 2020 - 00: 05
Ciudadanos fotografiándose ante la tumba de Franco en la basílica del Valle de los Caídos.
«Reformaremos el Código Penal para que la apología y la exaltación del franquismo sean un delito. Por fin», afirmó con contundencia este lunes la portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, Adriana Lastra, durante un desayuno informativo en presencia del ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. El Gobierno socialista marca agenda y abre una nueva polémica alrededor del franquismo y la Memoria Histórica.

Pero, ¿una reforma del Código Penal sería la vía adecuada para impedir actos enaltecedores del franquismo? ¿Entraría el castigo de estas manifestaciones en colisión con la libertad de expresión recogida en el artículo 20 de la Constitución Española? ¿Por qué hacen hincapié los socialistas en los actos franquistas y no en los fascistas o nazis? Si saliera adelante la reforma con el apoyo mayoritario del Parlamento, ¿se podrá gritar en la calle ‘Viva Hitler’ pero no ‘Viva Franco’?

Preguntas de este tipo corrían como la pólvora en las redes sociales este lunes, donde Franco, una vez más, se convirtió en tendencia. El Independiente recaba la opinión de expertos en Memoria Histórica y Derecho Penal para despejar interrogantes. El asunto, de partida, resulta controvertido para los juristas consultados. Mientras unos califican la medida propuesta por el PSOE de «justa con las víctimas», otros lo ven un ataque a la libertad de expresión recogida en el artículo 20 de la Constitución Española. Hablan de «populismo punitivo» e incluso de «criminalización de la disidencia».

«Reflejar el reproche»

Eduardo Ranz, miembro del grupo de asesores del Gobierno de Pedro Sánchez en Memoria Histórica y uno de los artífices del camino legal para sacar el cadáver de Francisco Franco del Valle de los Caídos, ve necesario un castigo punitivo contra los enaltecedores del dictador, para lo que encuentra apropiado reformar el Código Penal. Según Ranz, sería la manera de «reflejar el reproche de un Estado democrático contra la dictadura en beneficio de un grupo social determinado: las víctimas del franquismo». El experto cree que así se podrían evitar situaciones como «la de Ortega Smith y las 13 rosas». Se refiere a las palabras del político de Vox en una entrevista en Televisión Española, donde afirmó que las trece jóvenes de Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) fusiladas en 1939 en cumplimiento de la sentencia de un consejo de guerra «torturaban, asesinaban y violaban vilmente».

«El Código Penal no lo necesita»

Julio Díaz-Maroto y Villarejo, catedrático de Derecho Penal de la Universidad Autónoma de Madrid considera, sin embargo, que la introducción de un tipo penal específico contra la exaltación del franquismo no es necesaria en el Código Penal. Recuerda que la reforma de 2015 ya incluyó una agravante genérica (art. 22.4 CP) para todo el código contra los delitos cometidos «por motivos racistas, antisemitas u otra clase de discriminación referente a la ideología, religión o creencias de la víctima, la etnia, raza o nación a la que pertenezca, su sexo, orientación o identidad sexual, razones de género, la enfermedad que padezca o su discapacidad» bajo la que ya se podría elevar el castigo por delitos de odio o cualquier otro que se cometiera en nombre del franquismo.

«Introducir delitos ideológicos es peligroso»

Pero lo que más controversia genera entre los juristas es el castigo penal para las conductas que el PSOE propone perseguir. Entre otras, contempla penas de dos años de prisión para quienes defiendan el franquismo en Internet o públicamente. Concretamente, contra aquellas personas que «enaltezcan o justifiquen por cualquier medio de expresión pública o de difusión el franquismo o los delitos que hubieran sido cometidos contra las víctimas de la Guerra Civil española o del franquismo por su condición como tales, o a quienes hayan participado en su ejecución».

Eduardo Gómez, fundador de Red Jurídica Cooperativa especializado en Derecho Penal, traslada la misma preocupación que otros consultados: «En este asunto, mi corazón me dice una cosa y la razón otra. Creo que es necesario resarcir a las víctimas, pero hay vías distintas a la de introducir delitos ideológicos y perseguirlos, eso es muy peligroso. De la ilegalización de las fundaciones y asociaciones se podría pasar a la ilegalización de partidos políticos. Creo que no es bueno entrar en el populismo punitivo al que recurren habitualmente los políticos», reflexiona Gómez. (La propuesta del PSOE incluye la inhabilitación especial para empleo o cargo público para las autoridades o funcionarios que por sí mismos o en nombre de un organismo colegiado «resuelvan o voten en contra de medidas relativas a la memoria democrática y a la reparación de víctimas de la Guerra Civil Española y del franquismo»).

Gómez recuerda que hay otras vías, como la Civil, por las que se puede castigar a quienes quiebren el derecho a la imagen o el honor de las víctimas en nombre del franquismo. También que con el castigo penal no se modificarán las conductas que se pretende perseguir, sino «a través de la Educación, explicando en los colegios la dictadura franquista para que sus seguidores no tengan cabida en el mercado de las ideas».

Aprovechar la Ley de Memoria Histórica

En la misma línea se manifiesta Antonio Guerrero, abogado de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT). Reconoce que en España no está regulada la apología del franquismo como tal frente a la apología del nazismo o el fascismo como sí ocurre en Alemania o Italia, y de ahí que encuadre la medida propuesta por el PSOE como un intento de derecho comparado.

Sin embargo, considera que si se quieren sancionar dichos comportamientos, lo más lógico sería «aprovechar la Ley de Memoria Histórica». También ve que en el delito de odio del Código Penal actual tienen cabida las conductas de quienes ataquen a las víctimas del franquismo. Por eso, cree que no sería necesario introducir un nuevo delito y apuesta por sanciones económicas y otro tipo de castigos civiles.

¿Ilegalizar la Fundación Francisco Franco?

Otro experto en Derecho Penal próximo al Gobierno de Sánchez que le ha asesorado en asuntos de Memoria Histórica se muestra partidario de «ilegalizar la Fundación Nacional Francisco Franco y evitar el nacimiento de otras fundaciones similares». El PSOE ha propuesto recientemente modificar la Ley de Fundaciones a tal efecto en su plan contra la exaltación del franquismo. Un plan, por cierto, que se presentó en febrero de 2018 y que en esencia no ha cambiado, pero vuelve a la palestra por la vehemencia de las palabras de Lastra este lunes, que quiso dejar claro que «en democracia no se homenaje ni a dictadores ni a tiranos».

La intención del PSOE, según su propuesta, es declarar ilegales las asociaciones y fundaciones que «realicen apología del franquismo, fascismo y nazismo», aunque la mayoría de medidas propuestas se vuelcan en impedir los altos enaltecedores del dictador Franco, por lógica histórica.

«Barbaridad jurídica contra el TEDH»

El abogado de los nietos de Francisco Franco, Luis Felipe Utrera Molina, cree que introducir la reforma del Código Penal propuesta por el PSOE sería una «barbaridad jurídica contraria a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos».

Además de chocar con la libertad de expresión de la Constitución, el letrado cree que no se puede castigar a quienes «hagan apología de distintos regímenes políticos excluyendo el comunista». El castigo penal de actos o manifestaciones en apoyo del franquismo sería para el abogado una «auténtica criminalización de la disidencia». Además, ve que estaría en peligro la libertad de Cátedra para los estudiosos de la figura del dictador que, desde su punto de vista no es «en absoluto comparable a la figura de Mussolini o Hitler puesto que el régimen de Franco fue reconocido internacionalmente hasta 1975».

Así, anticipa recursos ante el Constitucional en caso de que la reforma saliera adelante y se castigaran manifestaciones públicas a favor del dictador.




La sentencia del librero pro-nazi


España cuenta con una sentencia del Tribunal Constitucional del año 2007 que podría servir de ejemplo sobre los límites de la libertad de expresión frente a las manifestaciones públicas a favor de regímenes antidemocráticos y el grado de afectación en las víctimas.


Se trata de la sentencia que un librero de Barcelona, condenado por la Audiencia de dicha provincia, acabó ganando en el Tribunal Constitucional a las asociaciones de judíos que le habían denunciado por presunto delito de genocidio (607.2 CP) por distribuir libros nazis y laudatorios del holocausto.


El Pleno del Alto Tribunal consideró inconstitucional el castigo penal contra la negación del holocausto, que es lo que consideró había hecho el librero, puesto que su acción se circunscribió a distribuir publicaciones en favor del nazismo. En aquella sentencia, el punto 2 del delito de genocidio recogido en el Código Penal chocó, precisamente, con la libertad de expresión recogida en la Constitución. El Constitucional consideró que la libertad de expresión ampara también las ideas que «contrarían, chocan o inquietan al Estado o a una parte de la población».


Los magistrados fallaron que dicha libertad no puede verse restringida por el hecho de que se utilice para difundir ideas «contrarias a la esencia misma de la Constitución» aunque «las opiniones resulten repulsivas desde el punto de vista de la dignidad humana». 
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