Mali no la estudie en el cole el resto si me dices que nacion uso una fuerza embarcafa como infanteria de marina te acepto Si documentas la llegada de vikingos fuera de q ciertas construcciones pudieran ser.....
#8807
Re: Catalunya - España 2.019 cosas que pasan
Yo mali tampoco, pero leyendo libros de historia descubri sobre su historia muy interesante te la recomienda.
Quita la palabra nación, ya que segun tu hasta el siglo XVIII no existen, cosa que chocaria con tu teoria de que la primera infanteria naval es española...
Ya te la he documentado varias veces la llegada vikinga, dices fuera de ciertas construcciones, si existen construcciones quiere decir que llegaron no?
"Cataluña nunca ha existido históricamente como nación" 10/09/2013 - José María Alsina Roca, Barcelona
José María Alsina Roca es Catedrático emérito de Filosofía, director del Centro Superior de Formación del Profesorado del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala y rector honorario de la Universidad CEU Abat Oliba de Barcelona. El profesor Alsina, gran conocedor de la Historia de Cataluña, ha querido explicar para Te Interesa qué se conmemora en la Diada.
No solo Cataluña nunca ha existido como nación, sino que ni siquiera ha sido nunca un reino. En España podemos hablar de los reinos de Jaén, Murcia o Valencia -todos ellos sí que existieron, aunque estos títulos significaban cosas muy distintas-, pero Cataluña era el Condado de Barcelona y cuando obtuvo entidad de reino fue integrándose en el Reino de Aragón.
Podemos observar que cuando se invoca este supuesto derecho de autodeterminación se hace sobre la base de un principio: La realidad histórica. Y resulta que Cataluña nunca ha existido históricamente como nación. Las naciones, en sentido estricto, nacen en el siglo XIX y son fruto de una ideología romántica que primero brota en Alemania y luego vertebra Hegel. Por lo tanto, en el siglo XIX -y ya no digamos antes- Cataluña difícilmente podría haber sido una nación.
Por otra parte, cuando en los siglos XIII, XV o XVII se hablaba de 'naciones', esto se hacía en un sentido muy distinto del actual. Las naciones podían ser una región, un reino o una ciudad. Cuando en los antiguos textos de las universidades mencionan a las naciones, vemos que, por ejemplo, se refieren a las gentes del Piamonte, Nápoles o Roma. Nada de esto tiene que ver con la existencia de la conciencia colectiva de una nación moderna, conciencia colectiva que exige un Estado para que la custodie.
Pero sucede que en Cataluña todo el mundo, hasta los que no están a favor de la independencia, dan por supuesto que Cataluña es una nación. La misma Constitución española habla de nacionalidades. Naturalmente, como decía antes, toda nación moderna necesita de un Estado propio que garantice su pervivencia.
A esto hemos de añadir que cuando los catalanes se levantaron en 1714 lo hicieron para defender a un único Rey para toda España, aunque es verdad que también lo hacían para defender la supervivencia de unas leyes tradicionales, leyes que eran mucho menos uniformes que las actuales. En todo caso, no pensaban en la independencia de España.
Así pues, una cosa es defender la independencia de Cataluña y otra, muy distinta, asumir que España está constituida por una diversidad de pueblos con distintas tradiciones culturales y lingüísticas. Quien ignore este hecho, ignora la realidad de España.
Y comparar a Cataluña con Escocia no tiene sentido. Escocia, hasta el siglo XVII, fue un reino independiente que tenía sus propios reyes. Gran Bretaña es la unión de una serie de reinos que han existido de manera independiente hasta hace relativamente poco tiempo.
A parte de lo dicho, añadiría que el nacionalismo no es el amor a una historia o una lengua concreta, sino que es una ideología abstracta que, como decía, nació en el siglo XIX.
Cataluña no es una nación. Los nacionalistas falsifican la Historia de España Alfonso II (1164-1196). Rey de Aragón y Conde de Barcelona. Pintura de Rafael Pertús, s. XVII. Por Fernando Álvarez BalbuenaMás artículos de este autorFlip Quiero decir, ante todo, que mi admiración y mi respeto por Cataluña, nada tienen que ver con la crítica que me propongo hacer a esta marea nacional-separatista que desde hace años nos abruma y que últimamente está tomando tintes de tragedia nacional para nuestro país...El innegable espíritu de trabajo, superación y laboriosidad de los catalanes, así como su proverbial sentido común (seny), que es bien conocido y admirado de todas las demás regiones de España. Pero otra cosa distinta es que unos políticos sin conciencia y con oscuros propósitos, se empeñen en falsificar la espléndida historia de Cataluña y de España, para justificar unas insensatas ansias de secesión que, de producirse, no solamente serían pésimas para Cataluña, sino también para la propia Nación Española, de la que Cataluña forma parte muy querida y admiradaUna mentira histórica, difundida por el catalanismo separatista, que cada día más, pretende tomar carta de naturaleza en la sociedad española, es la afirmación, carente de todo rigor, de que Cataluña es una nación tan antigua que remonta sus orígenes al siglo IX, con Wifredo el Velloso y sus herederos, cosa harto más que incierta puesto que en el imaginario medieval el concepto de Patria y de Nación, son absolutamente distintos de lo que hoy entendemos por tales títulos históricos, o, por mejor decir, inexistentes.Don Marcelino Menéndez y Pelayo[1], una autoridad tanto histórica como filológica, dice taxativamente:“No hay Patria en la Antigüedad, tampoco en la Edad Media. No la hay, en rigor, hasta el Renacimiento”Y en éste sentido la Patria o Nación catalana es una falsedad, porque Cataluña ni es una nación ni lo fue nunca, por mucho que se insista en decir lo contrario. La historia es clara y terminante, pero un grupo, antes aludido, de ignorantes y radicales, impulsados por unos políticos sin conciencia y sin honor, asumiendo el viejo principio goebelsiano de que “una mentira repetida un millón de veces se convierte en una verdad”, insisten machaconamente en la realidad nacional histórica de Cataluña, lo cual es absolutamente falso. No se bien por qué ni desde que extraños e incomprensibles intereses se insiste en tal insensatez, cuyo origen data de mediados del siglo XIX, cuando se discutía entre librecambistas y proteccionistas la necesidad de salvaguardar los intereses de Cataluña, mediante la imposición de barreras aduaneras con las que se evitara o, al menos dificultara, la importación de géneros europeos, más baratos que los de la industria catalana.Hoy, dentro ya España de la Unión Europea, una actitud separatista e independentista, es contraria a los verdaderos intereses tanto morales como materiales de la propia Cataluña.También, dígase lo que se quiera, la mayor parte del pueblo catalán se siente tanto española como pueda sentirse catalana, pues no hay ninguna contradicción entre lo uno y lo otro y buena prueba de ello es el escaso interés popular que suscitó el referéndum sobre el tan traído y llevado “Estatut”, votado por una inmensa minoría, aunque la clase política haya hecho de él una verdadera bandera de combate. Así tenemos que oír todos los días un montón de consideraciones encrespadas y destempladas que para lo único que sirven es para dividirnos y para crear innecesarias reticencias que derivan en odios y rencores gravemente perjudiciales para todos y para poner en la calle a una multitud manipulada exigiendo la absurda independencia de Cataluña¿Cuándo fue Cataluña nación?: Jamás. El Condado de Barcelona y con él toda Cataluña fueron desde el siglo XII (1164), y bajo el reinado de Alfonso II, primer rey de Aragón, parte de aquel reino que, desde entonces, se constituyó como unidad política, reuniéndose posteriormente con el de Castilla, mediante el matrimonio de Fernando II de Aragón (y V de Castilla) y de Isabel I de Castilla, en la nueva unidad denominada España, reforzada con la conquista de Granada y con la anexión de Navarra. Así pues, Cataluña, desde siempre, históricamente hablando y desde que existe memoria de dicha región, al igual que las de Galicia, Asturias, León, Andalucía, Extremadura y todas las demás, son parte integrante de la única Nación política que las integra; es decir, España.Por otra parte y estudiando en profundidad la génesis de Cataluña, nos encontramos con otras falsificaciones de los nacionalistas, tales como el autogobierno parlamentario del Principado, (Generalitat) de la que dicen ser más antigua que las instituciones aragonesas y castellanas y así mismo la antigüedad del idioma. Ambas falsedades se desmontan fácilmente con datos incontestables.La Generalitat no existe hasta el siglo XIV, mientras que las Cortes de León, por poner un ejemplo “español” muy anterior, son de 1188, (siglo XII) y en ellas se establecen principios de gobierno con los que Cataluña no podría ni soñar, como fueron la inviolabilidad del correo y del domicilio, así como una Justicia independiente de los señores y que se ejercía por jueces nombrados por el rey. En cuanto al idioma, los expertos en filología saben que el castellano es, por lo menos, un siglo anterior al catalán y que éste es un dialecto del provenzal, aunque provenga del común tronco latino, como el astur-leonés o el gallego que, dicho sea de paso, dio origen al portugués.No hubo jamás un Príncipe de Cataluña, como algunos pretenden, sino un Conde de Barcelona y otros Condados catalanes, denominación historiográfica que designa a los condados que aparecen en el noreste de la península Ibérica a partir de la Marca Hispánica del Imperio carolingio (siglo IX). Y que es un territorio aproximadamente coincidente con la denominada Cataluña vieja y lo que actualmente son el principado de Andorra y la Cataluña francesa. Los condados más orientales acabaron siendo incorporados al condado de Barcelona y formaron parte de la unión dinástica con el reino de Aragón en la llamada Corona de Aragón (1162), mientras que el condado de Urgel mantuvo su dinastía propia hasta 1413 y el de Pallars Sobirá hasta 1491. Las taifas (reinos musulmanes) de Tortosa y Lérida habían sido conquistadas por el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV (en 1148 y 1149 respectivamente), y no se constituyeron como nuevos condados sino que Ramón Berenguer adoptó el título de marqués de estos territorios. Aunque los términos Catalania y catalanenses se encuentran por primera vez en forma escrita hacia 1172 en el poema pisano Liber maiolichinus de gestis pisanorum illustribus y ya se encuentran referencias al conde de Barcelona como Princeps en las actas de consagración de la catedral románica de Barcelona (1058) y en los Usatges de Barcelona, la denominación Principado de Cataluña (Principatus Cathaloniae) no aparece documentalmente hasta 1350 y la corte condal nada tenía que ver con una soberanía real y Cataluña fue siempre gobernada, desde su incorporación al reino de Aragón y luego a Castilla, por un Virrey.[2] Y, mientras fue integrada por unos condados de la llamada Marca Hispánica, estos pertenecieron a veces a la Occitania y otras, a Aragón, e incluso tuvieron cierta autonomía, pero muy lejos de poder ser entidades políticas comparables a los diversos reinos ibéricos.Quede por tanto claro que Cataluña, como tal, no existe hasta muy a finales del siglo XII, y como Principado tampoco existe hasta el siglo XIV y desde luego nunca fue un reino y mucho menos una nación. En este sentido ha de quedar también muy claro que no existía Cataluña en el 987, como pretendieron los nacionalistas, celebrando el milenario en los años 80 del siglo XX. A la altura del siglo XII sí que existían otros reinos en la Península Ibérica: Asturias-León, Castilla, Navarra, con una estructura administrativa y política de Estado y con un Rey al frente de los mismos, así como gozando de instituciones representativas que eran las Cortes, donde se establecían libertades, se votaban censos y tributos y se obligaba al soberano a consultarlas para hacer la guerra o concertar la paz.Pero, a mayor abundamiento, si repasamos la historia, (de la que tanto cacarean los nacionalistas) desde sus orígenes, veremos que tanto el catalanismo como el vasquismo son, en palabras de Unamuno, simples “pruritos nacionalistas” muy recientes, que en nada se corresponden con su pasado español perfectamente contrastado, sino que nacieron muy a finales del siglo XIX y que derivaron a posiciones antiespañolas que en nada se corresponden con su acendrada fidelidad histórica a EspañaPondremos un ejemplo medieval (S. XIV) y un par de ellos modernos (S. XIX) para no extendernos demasiado en algo que está perfectamente demostrado a pesar de la feroz posición contraria de los nacionalistas actuales:Cuando las expediciones aragonesas a Grecia y a Turquía, donde Aragón fundó los ducados de Atenas y Neopatria, los soldados catalanes, llamados Almogávares, entraban en combate, no exaltando a Catalunya, sino al grito de: ¡Aragó, Aragó!Cuando se convocan las Cortes de Cádiz, (1810) para tratar de organizar el desastre español que se produce con la invasión napoleónica, la Junta de Cataluña exige de sus diputados el siguiente juramento:“¿Jura Vd. contribuir con todas sus fuerzas a que se verifique la unión de todas las provincias en un gobierno superior?”Y durante la propia Guerra de la Independencia, en el Sitio de Gerona, glorificado hasta la máxima exaltación patriótica por todos los historiadores, las milicias catalanas cantaban (en su propio idioma):“Digasmi tu GironaSi te n´arrenderás.¿Com vols que me randescasi Espanya non vol pas?”Queda, según esto bastante claro que la conciencia de entidad nacional catalana históricamente es una falacia propalada en 1830, con el romanticismo de la Renaixenca o con las Bases de Manresa de 1892, todo lo cual casaba bastante mal con la actitud proteccionista del gobierno de España hacia Cataluña y el País Vasco que en aquellas mismas fechas, creaba una legislación aduanera contraria al librecambio, que imponía fuertes derechos de entrada a las mercancías extranjeras, precisamente para favorecer a las industrias manufactureras de ambas regiones, fuertemente amenazadas por Inglaterra, Francia y los Estados Unidos., como ya dejamos dicho líneas arriba.En definitiva: ni la lengua, ni las costumbres, ni consideraciones de índole geográfica, étnica, comercial o sentimental alguna, son las notas constitutivas de una nación. La nación surge de las circunstancias políticas que la forman y la tipifican y, por ello es tan ridículo decir que Cataluña o Vascongadas son naciones, como atribuir a Ginebra o a Zurich igual calificativo, pues a pesar de las enormes diferencias que existen entre la región ginebrina y la zuriquesa, no hay allí otra nación que la nación Suiza, que es quien políticamente las une y las vertebra.Igual consideración cabe hacer de la unidad nacional de China o India, países en que conviven más de cien lenguas diferentes y casi otras tantas razas, amén de distintas religiones, tendentes por su especial idiosincrasia a establecer notables diferencias entre el modo de pensar de unos y otros. Sin embargo nadie cuestiona la entidad nacional de los gigantes asiáticos y vamos a ser nosotros, los enanos europeos, para quienes el agrupamiento es vital, los que desechando el viejo principio de que “La unión hace la fuerza”, queramos desgajar España, empezando por Cataluña y las provincias vascongadas, hasta independizar unas de otras a las diez y siete taifas en que insensatamente se ha dividido nuestro gran país.Y, para terminar: esa bandera de la que tanto usan y abusan los nacionalistas catalanes y que llaman “senyera”, no es catalana; es la bandera del antiguo reino de Aragón[3]. A Wifredo el Velloso, a quien aludimos al principio, como parte de la visión de que fue el creador originario de Cataluña, se le atribuye también el origen de la bandera de las cuatro barras. Esta leyenda tiene su origen, en el historiador valenciano Pere Antoni Beuter, quien la incluyó el año 1555 en su obra Crónica general de España, inspirándose en una crónica castellana de 1492.El texto de Beuter dice así:...pidió el conde Iofre Valeroso (Wifredo el Velloso) al emperador Loís que le diesse armas que pudiesse traher en el escudo, que llevava dorado sin ninguna divisa. Y el emperador, viendo que havía sido en aquella batalla tan valeroso que, con muchas llagas que recibiera, hiziera maravillas en armas, llegóse a él, y mojóse la mano derecha de la sangre que le salía al conde, y passó los quatro dedos ansí ensangrentados encima del escudo dorado, de alto a baxo, haziendo quatro rayas de sangre, y dixo: "Éstas serán vuestras armas, conde." Y de allí tomó las quatro rayas, o bandas, de sangre en el campo dorado, que son las armas de Cathaluña, que agora dezimos de Aragón.Fue revivida entre otros, por el escritor catalán Pablo Piferrer (1818-1848) reconocido como el gran recopilador de las leyendas catalanas tradicionales.Todo esto, como argumento para una novela pseudo histórica o para un film de éxito popular, queda muy bonito, romántico y adecuado, pero en términos rigurosamente históricos, el escudo de las cuatro barras quien empezó a utilizarlo fue Alfonso II de Aragón, hijo del conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, que casó con Petronila, hija del rey de Aragón.Petronila de Aragón (Huesca, 29 de junio de 1136 - Barcelona, 15 de octubre de 1173).fue Reina de Aragón entre 1157 y 1164 y condesa de Barcelona entre 1162 y 1164. Era hija de Ramiro II el Monje e Inés de Poitou y después de la unión dinástica del condado de Barcelona con el reino de Aragón, al que se incorpora dicho condado, fue cuando se adoptó el emblema de las cuatro barras o palos rojos sobre fondo de oro, llegando a ser el símbolo y bandera oficial del linaje a partir de su hijo, el rey Alfonso II de Aragón, hacia el año 1170.A mayor abundamiento, en el siglo IX, tiempos del Velloso, no existía todavía la Heráldica como ciencia del blasón normalizada y sometida a estrictas reglas y, por lo tanto, no se pintaban escudos.Hasta los siglos XI y XII no comienza a hacerse tal cosa y ello fue así porque con el uso de yelmos y armaduras, era imposible reconocer a los caballeros que participaban en las justas medievales (torneos) y para ser identificados y distinguirse unos de otros escogían símbolos en exclusiva, casi siempre otorgados o refrendados por los reyes y príncipes soberanos.Aunque en la antigüedad remota, griegos y romanos primero y celtas y godos después, usaban en sus escudos emblemas y dibujos, nada tiene que ver esta costumbre con la heráldica. Esta fue importada de oriente por los caballeros de las distintas naciones de la Europa cristiana que fueron a luchar en las Cruzadas.Y, por cierto, y con esto acabo estas reflexiones, los dos grandes caudillos de quienes presume Cataluña en la actualidad, como conquistadores y almirantes de su flota mediterránea, Roger de Lauria y Roger de Flor, no eran catalanes. El uno, Roger de Lauria, era italiano de la Basilicata, en el Golfo de Taranto, y el otro, Roger de Flor, también italiano, nació en Brindisi, en la Apulia, región situada en el llamado “Tacón de la Bota de Italia”.Otro par de mentiras más, y van…[1] Menéndez Pelayo, precisamente comenzó su brillante carrera en la Universidad de Barcelona, con el eminente filólogo Milá y Fontanals,[2] Por cierto, San Francisco de Borja, III General de la Compañía de Jesús, antes de abrazar la vida religiosa, fue Duque de Gandía y Virrey de Cataluña[3] El origen de los colores aragoneses, muy probablemente está en la correspondencia entre Aragón y el Papado. Las cartas que el Papa de Roma remitía al rey de Aragón venían selladas y atadas con citas rojas y amarillas.
#8818
Re: Catalunya - España 2.019 cosas que pasan
Totalmente cierto existen muchos mas pateticos como trump, aunque españa quizas se lleva la palma con rivera, almeida c_r_poll_ y tu claro esta
#8819
Re: Catalunya - España 2.019 cosas que pasan
El habla de nación, nosotros hablamos de ser independientes, es bastante diferente, y como ya se ha comentado varias veces, en el momento que se rompe el ser vasallos del rey franco los condados surgen de forma independiente sin tener que rendir pleitesia a nadie, posteriormente se unen a la corona de aragon, siendo aragon y catalunya las dos con usos, costumbres propias pero unidas baja un mismo rey/reina...
Carles Puigdemont no es el primer presidente de la Generalitat que avanza rumbo a la creación del estado catalán.
Declarar la independencia de España y constituirse en un Estado.
Ese es el proceso que Cataluña inició el 1 de octubre con la victoria del sí a la independencia y que este viernes avanzó en el Parlamento regional con el voto afirmativo para dar comienzo al proceso para "constituir una República catalana".
Minutos después, el Senado de España aprobó la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que le permite al presidente de la nación, Mariano Rajoy, adoptar un paquete de medidas para limitar la independencia de la región autónoma.
Entre dichas medidas se encuentran destituir al presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, y ordenar la disolución del Parlamento catalán, entre otras.
En medio del clima de alta tensión que existe entre Cataluña y el resto de España por este asunto, son muchos los que se preguntan: ¿fue alguna vez en la historia independiente este territorio?
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Cataluña, en el noreste de España, es una de las regiones más prósperas del país.
Esta cuestión no tiene fácil respuesta, ya que historiadores y estudiosos no se ponen de acuerdo en si existió alguna vez algo parecido a una Cataluña independiente.
Miembros del Instituto de Estudios Catalanes (IEC, por sus siglas en catalán), una entidad de carácter privado con sede en Barcelona fundada a principios del siglo XX, se remontan a la Edad Media para responder afirmativamente a esta cuestión.
Un concepto diferente
"Cataluña fue independiente (en el pasado), teniendo en cuenta las circunstancias políticas e históricas de cada momento", afirma a BBC Mundo el abogado e historiador Josep Cruanyes, miembro de la citada organización.
En su opinión, "se podría decir que desde el siglo XI-XII hasta principios del siglo XVIII Cataluña fue un Estado, entendiendo lo que era un Estado independiente en aquel momento".
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INSTITUT CARTOGRÀFIC DE CATALUNYA
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Las tropas borbónicas asediaron la ciudad de Barcelona.
Su compañero en el mismo IEC, Jordi Casassas, explica, por su parte, que "el de independencia es un concepto moderno, tal y como lo entendemos nosotros".
"Pero es evidente que en la Edad Media, Cataluña, con la Corona de Aragón, fue el principado de Cataluña, fue un área independiente, un país independiente, que además tenía un parlamento propio, un sistema jurídico propio y un código comercial propio que fue copiado por todo el mundo mediterráneo y por lo tanto fue un área independiente".
La alusión de Casassas al "parlamento propio" catalán hace referencia a las Cortes catalanas, que al igual que las valencianas y las de Aragón, se mantuvieron activas, aunque su convocatoria fue irregular, durante toda la Edad Media y hasta 1714, fecha en que quedaron disueltas tras la guerra de Sucesión que enfrentó a Borbones y Austrias por el trono de España al haber quedado este vacante.
Precisamente en 1714, en el que con la entronización de Felipe V de Borbón, Cataluña pierde sus fueros y órganos de autogobierno, es el punto de inflexión en el que se centra la controversia entre historiadores.
En contra de lo que sostienen los miembros del IEC, el catedrático Xosé Manoel Núñez Seixas, de la Universidad de Santiago de Compostela y experto en nacionalismos, considera que no puede afirmarse que Cataluña fuera nunca independiente.
Pertenece a la historiografía catalanista el mito de 1714 como la pérdida de la independencia, pero esto no es así;
Xosé Manoel Núñez Seixas
"¿Cataluña fue una nación plena antes de 1714, con estado propio? Yo diría que no, porque los estados-nación sólo existen, desde mi punto de vista, a partir de finales del siglo XVIII, cuando el titular de la soberanía pasa a ser el conjunto de los ciudadanos con derechos que son iguales ante la ley y deja de ser el rey el fundamento de la legitimidad política".
1714, fecha clave para los independentistas
Algunos independentistas consideran que entre 1705 y 1714 Cataluña estuvo luchando por su independencia.
Para Núñez Seixas, "desde un punto de vista histórico serio esto no se puede mantener".
"Pertenece al acerbo de la historiografía catalanista el mito de 1714 como la pérdida de la independencia, pero esto no es así", afirma el catedrático.
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MUSEO DEL PRADO
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Felipe V combatió con la Casa de Austria por el trono español.
La contienda a la que se hace referencia es conocida en la historiografía como "Guerra de Sucesión", ya que era la Corona de España la que se dirimía entre Felipe de Borbón y Carlos de Austria; una guerra dinástica que, según recuerda el experto de Santiago de Compostela, "no fue un conflicto entre España y Cataluña", aunque Cataluña pagó un alto precio por apoyar al candidato derrotado.
Manipulación en el presente
Es algo que explica el también catedrático de Historia de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Josep María Fradera, quien niega que Cataluña fuera independiente en algún momento de su historia, pero admite el descontento que se vivió tras la Guerra de Sucesión.
"El conflicto terminó con las instituciones catalanas que habían sobrevivido hasta entonces, eso es cierto. Además de un modo muy duro y con castigos relevantes. En ese momento, muchos catalanes se sintieron derrotados, aunque no todos, porque algunos también apoyaban a los Borbones", recuerda Fradera.
"Pero el castigo cayó sobre las instituciones catalanas que habían pervivido hasta entonces".
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La bandera "estelada" (estrellada, en español) fue creada en 1928 en la primera Asamblea Constituyente del Separatismo Catalán.
Fradera aporta además otro análisis.
"Todas las sociedades necesitan fabricar su propia versión de la historia. No solo esta, todas. Como además esta vive un momento de gran tensión, evidentemente lo ha acentuado mucho más", señala.
Y añade: "Estos que hablan también de que España ya fue una unidad desde los Reyes Católicos es también un constructo ideológico que tiene poco que ver con la realidad que es mucho más compleja. Tampoco España era una nación independiente porque España propiamente como tal no existía".
*Este artículo fue publicado originalmente el 1 de octubre con motivo del referendo sobre la independencia de Cataluña y actualizado el 27 del mismo mes tras la votación en el Parlamento catalán del proceso para separarse de España y la aprobación en el Senado de España de la aplicación del artículo 155.