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La historia que no nos contaron
En este país nos jactamos de tener una democracia plena, de que Hacienda somos todos y de que la justicia es igual para todos en tanto están dando todo un espectáculo en el caso del anterior jefe del Estado.
Teníamos (y tenemos) unos medios de comunicación y unas élites políticas que han creado una imagen idílica de Juan Carlos I cuando la realidad nos demuestra que no es así.
No voy a negar que el anterior rey (probablemente por instinto de supervivencia) abrió las puertas para que España se convirtiera en un régimen democrático, pero sobre sus actuaciones hay importantes lagunas. Podríamos remontarnos a su papel en la intentona golpista de 1981. La versión oficial nos habla de un rey valiente que salvó al país de una nueva dictadura, pero hay diversos elementos que llevan a pensar que quizá no fue tan así. Dos de los principales cabecillas, Jaime Milans del Bosch y Alfonso Armada eran militares profundamente monárquicos, Armada fue el preceptor del rey. Ya se sabe cuales son los valores de los militares en cuanto al concepto de lealtad, más en el caso de estos dos respecto a Juan Carlos I. Milans declaró que estaba esperando órdenes del rey, por lo que cuesta mucho creerse que se rebelara contra él. Aquel día los hijos de Juan Carlos I no fueron al colegio, recuerdo que yo sí fui. La VI Flota norteamericana estaba frente a las costas de Valencia. Las principales potencias europeas condenaron el golpe inmediatamente y se pusieron al lado del gobierno legítimo, EE. UU. no tuvo tanta prisa. Se le hizo llegar a Tejero una proposición de gobierno de concentración (algo muy propio del rey) con Armada a la cabeza, que Tejero rechazó por la presencia de socialistas y comunistas en el mismo. Armada fue indultado y Milans excarcelado poco después. Tenemos unos medios de comunicación que nos mienten y ocultan información sobre la monarquía. Si lo metemos todo en una coctelera y la agitamos la conclusión podría ser la siguiente. Probablemente lo que sucedió es que detrás se encontraba la CIA, que el rey estaba al tanto del golpe y lo apoyaba inicialmente, que la proposición de gobierno de concentración contaba con su aquiescencia y que, únicamente, cuando fracasó y se le fue de las manos reculó y traicionó cobardemente a sus subordinados. Probablemente el Elefante Blanco era Juan Carlos I. Comprendo que es una hipótesis altamente especulativa, pero creo que más plausible que la versión oficial. Difícilmente podremos saber la verdad habida cuenta de que los partidos del régimen se acogen a una ley franquista para no desclasificar los documentos del golpe. La esperanza queda solo en que los estadounidenses desclasifiquen sus propios documentos.
Los medios, la mayoría cortesanos, nos han ocultado el enriquecimiento ilegal del anterior jefe de Estado. Este señor, como desvela el digital “Público”, ha considerado que este país era su cortijo y ha cobrado comisiones de todo lo que se movía. Ha participado en el tráfico de armas, ha cobrado comisiones por la compra de petróleo de España, se aprovechó de las privatizaciones de Aznar para obtener su parte y un largo etcétera.
Evidentemente viendo como se comportan los medios de manipulación y el papelón que están haciendo los poderes públicos para evitarle problemas judiciales se llega a la conclusión de que, efectivamente, es su cortijo.
Resulta nauseabundo observar como la derecha mediática y política, de forma servil y genuflexa, defiende a un defraudador confeso y con un patrimonio que su propio hijo considera poco transparente. Causa vergüenza escuchar como el portavoz del partido zombi, Edmundo Bal, que venía a regenerar la vida pública, defiende al mayor corrupto (quizá junto con Pujol) de nuestra democracia, criticando a los dirigentes de Podemos simplemente por decir la verdad. Pero mas vergüenza aún provoca la actuación de un ejecutivo que se dice formado por partidos republicanos como son los mamporreros de la monarquía, PSOE, o esos que se dicen tan republicanos que prometen sus cargos con lealtad al rey (sin mencionar lo de imperativo legal) o aplauden los discursos de Felipe VI (como hizo el ministro Garzón en el Congreso al ovacionar al “ciudadano Felipe”), Podemos. Está claro en el caso de Podemos que se sienten muy a gusto con la caseta del perro que les ha puesto Sánchez y no quieren poner en peligro sus poltronas.
La cuestión de la inviolabilidad del Jefe del Estado recogida en la Constitución es muy discutible que se pueda hacer extensiva a actuaciones del mismo aparte de sus funciones públicas, sin embargo, los letrados de las Cortes lo tienen clarísimo. La Constitución establece que los actos del rey, para que éste no tenga responsabilidad, han de ser refrendados, ya sea por el presidente del gobierno, por un ministro o por el presidente del Congreso. Por tanto, se supone, que para que no sea responsable de sus corruptelas en las fechas en que era inviolable alguien debería asumir dicha responsabilidad. Así que lo lógico sería que Felipe, Aznar, Zapatero o Rajoy, o alguien respondiera penalmente por los actos ilegales del rey. Lo que no es de recibo es que actos del rey queden sin que nadie se haga responsable. Eso no es lo que contempla la Constitución.
Pues bien, este gobierno, a través de la Agencia Tributaria, lleva un año investigando (o eso dicen) y todavía no han sido capaces de iniciar una inspección (ni la harán). Es de lógica básica que si ha realizado dos regularizaciones fiscales, al tener que hacer la segunda la primera de ellas no pudo ser completa y veraz, por lo que al no cumplir estas condiciones y como superaba los 120.000 € ha incurrido en delito fiscal. Sin más.
Está claro que salvar al soldado Juan Carlos se ha convertido en una cuestión de estado. La actuación de la justicia está siendo de verbena. Hay que tener en cuenta que la justicia de este país persigue con denuedo a una asesora por darle el biberón a un bebé y, al mismo tiempo, entiende que Cospedal o Rajoy no tienen responsabilidad penal en el caso “Kitchen”, cuando todos hemos escuchado las grabaciones que hemos escuchado, la declaración del inspector Morocho y demás. Es evidente que en este país incurren en prevaricación solo los jueces que se enfrentan al poder (como Baltasar Garzón o Elpidio Silva), no los estómagos agradecidos. Así tenemos que la fiscalía lleva más de un año con una investigación abierta y todavía no ha tomado ninguna decisión. Como bien explica Elisa Beni su intención es estar al corriente de lo que pueda tener la justicia suiza y entorpecer la investigación en la medida de lo posible. Algo que recuerda la actuación del fiscal Horrach. Parece ser que se ha presentado alguna querella ante el Supremo y que éste la ha rechazado alegando que se encuentra en marcha una investigación de la fiscalía. Blanco y en botella. La operación de estado para impedir que tenga, tan solo, que declarar ante un juez, es evidente.
Cuando el rey Juan Carlos I estaba en ejercicio se decía que su predecesor, Alfonso XIII, era un impresentable pero que éste era el bueno. Ahora Juan Carlos I es malo y Felipe VI es el mirlo blanco. Que yo sepa Felipe VI figuraba como segundo beneficiario de la fundación Lucum y también como beneficiario de la fundación Zagatka. Hizo pública su intención de renunciar a la herencia de su padre solo cuando aparecieron noticias en la prensa británica. Nos contó que él un año antes había tenido conocimiento por parte de un bufete de abogados británicos de que era beneficiario de la fundación Lucum, de que lo comunicó a la autoridad competente y de que había renunciado ante notario a lo que pudiera corresponderle de la citada fundación. Las preguntas son: ¿Quién era la “autoridad competente”?, ¿el gobierno?, ¿la justicia?, ¿por qué no actuaron estas instancias al conocerlo? ¿Por qué no hace público el documento notarial? Está claro que a mí un notario no me falsifica una fecha pero, ¿y a Su Majestad?
El presidente del gobierno, del partido mamporrero, ya nos dice que Felipe VI es ejemplar y que él no hará lo mismo que el padre. Yo me resisto a creer que Felipe VI renuncie realmente a la herencia. Ya harán algún trapicheo en algún paraíso fiscal con más cuidado. ¿Acaso nos creemos que se conocen y penalizan todos los casos de corrupción? Lo que conocemos es la punta del iceberg, la mayoría quedan impunes. Y si lo pillan, pues ahí tenemos la inviolabilidad y, entonces, Leonor sería la buena. En tanto este señor sea inviolable no hay nada que hacer. Además es un señor, no solo él, sino también su corrupto progenitor, que no responde ante ninguna instancia. Por no tener no tiene ni que declarar su patrimonio como están obligados los diputados. La Constitución establece que la soberanía reside en el pueblo y ni siquiera la sede de la soberanía popular puede investigarlos. Es evidente que este país es su cortijo y los españoles sus súbditos. La democracia española se asemeja a la chilena en la que sus dirigentes, cuando el sanguinario Augusto Pinochet fue detenido en Gran Bretaña a instancias de la justicia española, hicieron lo imposible por sacarlo del apuro. Aquí desde las instituciones del Estado se intenta por todos los medios salvar a la monarquía. España no será una democracia plena mientras que la dinastía franquista ocupe la Jefatura del Estado sino una democracia tutelada.
En este país los medios apesebrados nos hablan de las bondades de la monarquía y de lo nefastas que han sido las repúblicas. Hay que reconocer que la Primera República fue un fracaso, pero que yo sepa de la Segunda República ya se encargó el mentor de Juan Carlos I de que no prosperara. Como si las monarquías que hemos padecido hubieran sido una maravilla. La historia de este país nos habla de una continua decadencia, prácticamente desde Felipe II, y entre los monarcas que hemos tenido abundan impotentes, tiranos, alguna puta, pervertidos, inútiles y demás hierbas. La monarquía histórica ha sido una lacra para este país y si España ha avanzado en los últimos cuarenta años ha sido por la democracia y abrirse a Europa, no por la monarquía.
Después del acuerdo de la izquierda con las élites franquistas, bajo la amenaza de la bota militar, que supuso la Constitución de 1.978 en la que blindaron la dinastía del sucesor que designó Franco (“todo atado y bien atado”), a los republicanos solo nos queda, legalmente, hacer uso de los instrumentos que dicha constitución nos ofrece como es el derecho de manifestación. Todavía no me explico como después de todo lo conocido los españoles no salen a la calle exigiendo la abdicación de Felipe VI. Esta claro que este es el país de “¡Vivan las caenas!”, está claro.
Fermín.