"Blesa despidió al director de una sucursal que devolvió de su bolsillo dinero a preferentistas"
"Con el paso de los años me he dado cuenta de que yo soy la primera víctima de las preferentes", argumenta Antonio Gómez Ortega, exdirector de la sucursal de Caja Madrid de Linares (Jaén).
Su nombre aparece en dos de los 8.777 correos electrónicos secretos de Miguel Blesa que Bankia suministró al juez Elpidio José Silva, y por cuyo contenido este magistrado decretó en dos ocasiones el ingreso en prisión del expresidente de Caja Madrid.
El exempleado de Caja Madrid en Linares fue despedido de forma fulminante por sus reticencias a comercializar las participaciones preferentes, que se convirtieron en una importante fuente de liquidez para una entidad financiera que se había empeñado en financiar el desarrollo del sector del ladrillo.
Sufrimiento de los empleados
Estos dos correos electrónicos de Blesa, que obran en poder de infoLibre, muestran un aspecto inédito de Caja Madrid:
el sufrimiento de algunos directores de sucursales y empleados cuando los clientes exigían la devolución de su dinero.
Antonio Gómez Ortega era el director en 2006 de la oficina de Caja Madrid de Linares (Jaén).
Y es el autor de un correo electrónico desesperado a Blesa, para que el presidente evitara su despido.
"Todo viene por la valoración y disposición de las participaciones preferentes (contaminando a otros productos y clientes), no debo ni deseo entrar de nuevo en este asunto, el cual me ha llevado a esta situación, pero debido a ello, sufría graves amenazas (una vez hasta con navaja) hacia mi persona y familia por parte de los clientes, y no viendo otra salida, opté por solucionar los problemas de mi "bolsillo".
Esta es mi equivocación o error (no era mi intención defraudar a la entidad), pero insisto no tuve ningún apoyo, y en esos momentos críticos no veía otra salida", indica el correo electrónico en el que el empleado solicita clemencia a Blesa.
"Pagué a los clientes de mi bolsillo"
InfoLibre ha localizado al exdirector de la sucursal de Linares, que actualmente vive en la localidad de Bailén.
"Sí, en uno de los casos, como dice el correo electrónico, llegué a pagar entre 400 y 600 euros de mi dinero. Lo hice para no oír más al cliente. Los puse de mi bolsillo. El cliente ni se enteró, se quedó para mí y punto", confiesa Antonio Gómez Ortega.
El despido de este director de sucursal se remonta a una reunión de directores en Córdoba.
"Cuando Caja Madrid sacaba un producto el entonces director de zona, Rafael Prieto, nos reunía a todos los directores de las sucursales de Córdoba y Jaén para darnos las directrices. Esa reunión fue en Córdoba, y nos dijeron que las preferentes tenían un 100% de liquidez para el cliente. Las rentabilidades eran muy altas, pero lo más importante era que los clientes tendrían disponible el dinero de las preferentes de forma inmediata, y el 100%".
A partir de esa reunión, Antonio, al igual que otros empleados de Caja Madrid, se lanzó a comercializar las preferentes.
Y su oficina fue una de las que más vendió, llegando hasta los 2,2 millones de euros.
"Cumplimos los objetivos con creces y el director de zona me llamaba para decirme: tú que lo haces bien vende más, que nos hace falta".
Amenazas de un cliente
No pasó ni un año tras finalizar el plazo de comercialización de esa emisión de preferentes cuando se detectaron los primeros problemas.
Hasta ese momento las preferentes se compraban y se vendían incluso por encima de los valores a los que habían sido adquiridas, porque los mercados las demandaban.
Pero el mercado financiero fue bajando y entonces ya había más oferta que demanda.
Y el mercado se redujo, y ahí empezaron los problemas.
"El mayor incidente lo tuve con un cliente que había adquirido 300.000 euros en preferentes.
Y mi familia y yo estuvimos amenazados.
Llamé a mi director de zona, y éste me repetía que el producto era 100% disponible para el cliente.
Me decían una y otra vez: no te preocupes que lo solucionamos.
Pero no pasaba nada y la amenaza era frecuente", recuerda Antonio Gómez Ortega, con la voz quebrada: "Solo recordar esos días me pongo nervioso", confiesa a infoLibre durante la entrevista telefónica.
Me atreví a llamar a Blesa
En su intento de solucionar el problema, Antonio acudió a su director regional, Antonio Soto Ramis.
"Lo llamé por la tarde y se comportó de forma muy amable. Me dijo: no te preocupes que se soluciona. Y confié en ellos. Pero no me solucionó nada y yo tenía todos los días al cliente en la oficina", prosigue Antonio, que continúa su relato: "Tal era mi desesperación y el riesgo de mi familia, que aprovechando que había conocido a Blesa, que es de Linares, le llamé por teléfono. Yo he tenido algún encuentro que otro con este señor cuando iba a visitar a su familia y acudía a la oficina. Incluso he comido con él y me he montado en el blindado famoso que sale en la tele. Pues eso, una tarde me atreví a llamar a Miguel Blesa y le expliqué el problema. Me contestó que no me preocupara, que ese tema estaba resuelto. Al día siguiente empezaron a llegarme los correos en cascada de todos y el problema se solucionó".
infoLibre ha tenido acceso a un correo electrónico del 1 de septiembre de 2006 en el que el entonces director general de Caja Madrid, Ramón Ferraz, informa a Blesa del caso de Gómez Ortega, el director de la sucursal de Linares.
Después de reconocer que éste había sido uno de los más activos en la colocación de las preferentes, Ferraz destaca que en esa fecha el director de la sucursal de Linares había enviado órdenes de venta de sus clientes al departamento de Distribución Minorista por un importe superior a los 300.000 euros, "que no se han podido casar hasta el momento", sostiene Ferraz, que continúa: "También es cierto que uno de los clientes, titular de participaciones por 25.000 euros, ha debido de llegar a amenazarle".
"Lo compró el Banco Popular"
Después, el directivo informa a Blesa de que el director de zona y el director del área de Negocio atendieron al empleado de Caja Madrid de Linares de forma "inmediata", tratando de buscar una solución en la red de su zona y en Andalucía.
"En el día de hoy tendrá casada la operación de los 25.000 euros y pensamos que, a lo largo de la semana que viene, el resto de los importes. Se procurarán casar todas las operaciones al 97%", indica el correo electrónico.
"Sí, me dijeron que esto lo había comprado el Banco Popular y se solucionó. El cliente sacó dinero sin quebranto y todo se resolvió de manera fenomenal", explica Antonio a infoLibre.
Desde ese momento, su opinión sobre las preferentes cambió.
"Decidí no ser tan lanzado en la comercialización de las preferentes pues había vivido una experiencia delicada".
Pero Antonio había llamado todos los días al responsable de zona, Rafael Prieto, para quejarse de la falta de liquidez de las preferentes.
"A partir de ese caso yo aconsejaba a todos los clientes que se salieran.
Yo las hubiese enviado al fondo del mar.
Yo corté el mercado secundario en Linares, y no se aconsejaban a ningún cliente. Había un programa informático para la comercialización de las preferentes y en Linares no salía ningún comprador, pese al importante volumen de negocio que teníamos", relata este exempleado de Caja Madrid.
"Entierro de mi madre"
Pero ese fue un punto de inflexión.
Al tiempo, la oficina de Linares fue objeto de una auditoría.
"Coincidió con el entierro de mi madre, al que acudieron algunas de las personas culpables de mi despido.
Me dieron la mano de Judas.
Y yo creo que lo hicieron porque en cascada les habían tirado de la oreja por el problema que tuvo que resolver el presidente".
Al terminar el año, siempre según el relato de Antonio, un día antes de que finalizara el plazo para que le comunicaran si había cumplido los objetivos de negocio, recibió una llamada desde Madrid de la directora de Relaciones Laborales.
"Ese último día la directora de Relaciones Laborales de Madrid me llama y me dice que me suba a Madrid que quieren hablar conmigo y que no me pueden decir más".
Rescindir el contrato
Antonio, que estaba asociado al sindicado Asociación de Cuadros de Caja Madrid (ACCAM), se puso en contacto con sus representantes sindicales para que le asesoraran.
Le dijeron que no firmara nada.
Llegó a la Torre de Caja Madrid, con el miedo en el cuerpo: "Pasé una noche fatal y recuerdo que durante el viaje había mucha niebla. Llegué a la torre y me tuvieron solo en una sala durante una hora. Al final aparecieron la directora de Relaciones Laborales, la persona que había auditado las cuentas de mi oficina y otro señor de Recursos Humanos.
Nada más sentarme me dijeron que me iban a rescindir el contrato.
Me acusaban de dos casos falsos e inciertos que se habían incluido en una auditoría que yo ni había firmado. Yo se lo discutí. Y no firmé nada, como me habían aconsejado en el sindicato. Entonces me dijeron que me lo pensara y que volviera pasadas unas horas".
Antonio tenía claro que debía ser asesorado por su sindicato, cuya sede está en Madrid a unos 100 metros de la torre de Caja Madrid, la sede principal de la entidad financiera.
"Se ve que llamaron al sindicato y que les dijeron algo, pues su versión cambió de forma radical. No hay otra posibilidad, tómala, es lo mejor, me dijeron.
Entonces volví a la torre llorando.
Fue una situación terrible, no te lo puedes ni imaginar.
Ahí me dieron la posibilidad de que me volviera a mi casa y me lo pensara.
Me dijeron: te vuelves y el lunes nos dices algo.
Viene de arriba y no tiene marcha atrás: o lo tomas o lo vas a tomar".
Así fue el ultimátum que recibió Antonio, quien en una situación límite, y después de hablar con su mujer, recurrió a llamar a Blesa.
Pero su secretaria le dijo que le enviara un correo electrónico.
Era una gestión desesperada para salvar su puesto de trabajo.
"Me quedo desamparado"
"Hace casi una hora, ante mi profunda desesperación decidí llamarle. Al no ser posible el contacto por su ocupación evidente, y aconsejado por su secretaria, paso a relatarle de manera resumida mi problema: Señor presidente, con la mano en el corazón, tengo una edad difícil para el tema laboral, me quedo desamparado y principalmente mis dos hijos, perdone, no es mi intención dramatizar pero es lo que siento. Le pido una oportunidad con el correctivo correspondiente, no lo hice bien".
De esta forma suplica el 15 de enero de 2007 Antonio a Blesa.
Pero el expresidente de Caja Madrid no respondió a las súplicas de su empleado.
Fuentes cercanas a Bankia han explicado a infoLibre que el despido del exdirector de Linares se debió a que éste había perjudicado el prestigio de las preferentes, un producto muy importante para Blesa y su equipo directivo.
En mayo de 2009, Caja Madrid vendió al mercado minorista más de 2.200 millones de euros en preferentes. infoLibre se ha puesto en contacto con Bankia, que no ha querido ni confirmar ni desmentir estos aspectos del despido de Gómez Ortega.
"Nunca me respondió"
Esta vez, Antonio no obtuvo respuesta de Blesa.
"Nunca me respondió, cuando hasta ese momento siempre me atendía. Por eso acepté 40 días de indemnización y yo ya me buscaría la vida. Que le den por saco a Caja Madrid. Cuando me despidieron, el 17 de enero de 2007, la directora de Recursos Humanos me dijo que me podía ir tranquilo y con la cabeza muy alta porque no había hecho nada malo. Me aseguró que tampoco iba a tener ningún problema en encontrar trabajo. Y yo le dije: pues si eso es así déjame aquí. Pero me despidieron".
Hoy, siete años y tres días después del despido de Antonio, la sucursal que regentó este funcionario está cerrada.
Bankia no tiene ninguna oficina en esa localidad jiennense de 61.000 habitantes.
La entidad financiera madrileña ha tenido que ser intervenida tras descubrirse un agujero de más de 22.000 millones de euros.
Blesa ha ingresado en prisión en dos ocasiones, el juez que lo encarceló está acusado de prevaricación y la Audiencia Nacional ha iniciado una investigación contra Blesa y su equipo por la presunta estafa de las preferentes en Caja Madrid.
Por el contrario, Antonio Gómez Ortega se reincorporó a su puesto de funcionario de Hacienda tras finalizar su excedencia, y sus hijos han podido salir adelante, pese a que Blesa no le ayudó.
"Hoy mis compañeros me dicen que tuve suerte, que ni me puedo imaginar lo que han pasado", añade Antonio, a quien siete años después todavía se le quiebra la voz al recordar su despido de Caja Madrid."
Infolibre