Re: Arbitraje denegado
Hola, Crespín. Completamente de acuerdo con todo lo que me dices. Por supuesto que tú, yo y todos los que tomamos la decisión de demandar hemos tenido inquietudes, miedos y noches en vela. Por supuesto que en el caso de una enfermedad grave, todos haríamos lo que estuviera a nuestro alcance. Eso nadie lo discute. Lo único que me animó a contestarte fue que aprecié en tu comentario un tono ácido y crítico contra aquellos que no demanden. Y por eso te dije que había que comprender y respetar a aquellos que no tengan valor, como tú lo llamas, para involucrarse en un mundo desconocido y del que, además, no se tiene certeza de cómo se va a salir. Sí, ya sé que se ganan la inmensa mayoría de las sentencias, con imposición de costas, intereses y todo eso, pero hay que comprender a los que piensen que nadie les garantiza nada y que se plantean muchas preguntas: ¿y si pierdo el juicio y me imponen las costas? ¿y cómo van a ir mis padres a un juzgado con noventa y tantos años y con problemas de movilidad y de vista? ¿o los míos, que apenas saben escribir su nombre? ¿y si doy con un abogado desaprensivo y canalla que, además del dinero de las preferentes, me saca otro buen pico? ¿y con lo lenta que es la Justicia en este país, cuándo veré yo el final de esta pesadilla? Como inmejorable ejemplo de lo anterior, solo tienes que leer el post 2141 de nuestra compañera Mari Mar Rosales: expone bien a las claras el temor que tienen algunas personas a declarar en un juicio.
En fin, estimado Crespín, mi opinión está clara al respecto: demandar, demandar y demandar. Pero siempre respetando lo que cada uno (y sus circunstancias) decida libremente.
Saludos.