No busco apelar a las emociones, solo a los hechos. Si lo que digo no le parece válido, me gustaría saber por qué para poder entenderlo mejor.Le explico: Quien paga impuestos está contribuyendo al sostenimiento de los servicios públicos y de las ayudas sociales, incluso aquellas que se consideran no contributivas.La diferencia es que:-En los sistemas contributivos, la persona recibe una prestación (como una pensión o seguro de desempleo) porque ha hecho aportes directos previamente.-En los sistemas no contributivos, las prestaciones se financian con los impuestos de todos, sin importar si la persona que recibe la ayuda ha cotizado antes o no.Así que, aunque alguien no esté cotizando directamente a la seguridad social, al pagar impuestos está contribuyendo al bienestar colectivo. Me dirá: las "ayudas sociales" vienen de fondos europeos.Entonces, si las prestaciones provienen de fondos europeos u otros mecanismos internacionales, la lógica sigue siendo similar, pero a una escala mayor:Aunque los fondos provengan de la Unión Europea, esos recursos también vienen de las contribuciones de los Estados miembros, que a su vez se financian con los impuestos de sus ciudadanos. Es decir, sigue siendo dinero público, solo que gestionado a nivel supranacional y redistribuido donde más se necesita.Esto refleja que, aunque el dinero no venga directamente del presupuesto nacional, forma parte de un sistema de financiación colectiva más amplio, en el que los países contribuyen y reciben según sus necesidades y capacidades.Por tanto, quien paga impuestos sigue contribuyendo, pero dentro de una red de colaboración entre países.Solo para aclarar conceptos: Las prestaciones sociales son un derecho dentro de un sistema de bienestar social, donde el Estado se compromete a solventar las situaciones de vulnerabilidad de personas que se encuentran en esa situación vulnerable (por la razón que sea), esto se hace como parte de un modelo colectivo y solidario. Por otro lado, la limosna es una acción caritativa que una persona o una comunidad decide dar de manera voluntaria a otra persona u otra comunidad. La diferencia es que las prestaciones están (y deberían cumplir ese cometido) pensadas para prevenir la pobreza, asegurar el bienestar y la dignidad de las personas, mientras que la limosna no aborda las causas profundas de la desigualdad, ni garantiza la autonomía de quien la recibe.En resumen, una prestación social es un derecho, mientras que la limosna es un acto de caridad, (que merece, o no, eso dependerá de cada cual, de agradecimiento). La primera dignifica y protege; la segunda, aunque bienintencionada, no resuelve problemas a largo plazo.