W. Petersen: Me complace muchísimo leer tus mensajes porque compruebo que, afortunadamente, aún existen arrendadores que no se limitan a cobrar las rentas simplemente, sino que velan porque sus pisos reunan todas las condiciones de habitabilidad. Te relataré cuatro experiencias que me ocurrieron a mí. Siempre he vivido de alquiler porque nunca pude permitirme el lujo de comprarme un piso, ya que tuve otras prioridades en la vida.
1. Valencia. Avdª de Peris y Valero. Supongo que el piso en su día estuvo en perfectas condiciones. Cuando yo pretendí alquilarlo tenía ya unas claras deficiencias insalvables. La respuesta que obtuve de la propietaria: "si le interesa como está bien y si no váyase porque no voy a hacer las mejoras que usted (yo) pretende. Me fuí obviamente.
2. Madrid. Calle Virgen del Cortijo. El piso estaba bien pero una puerta de un dormitorio estaba rota (se ve que el anterior inquilino le había propinado una patada); la manilla de cierre de una ventana de un dormitorio estaba estropeada y no cerraba. De todos es sabido que en Madrid en invierno y otoño no se puede dormir con una ventana abierta. Cada vez que le reclamaba al administrador, la respuesta era la misma siempre: si, si tomo nota. Terminé desalojando el piso.
3.Vitoria. Calle Manuel Iradier. El piso era fantástico, solo tenía una pega que daba a la vía del tren y el ruído era frecuente, pero haciendo un esfuerzo se podía habitar. Cuando le dije a la propietaria, que era Maestra Nacional, que necesitaba por mi trabajo instalar el teléfono, colgar cuadros e instalar armarios y apliques en los cuartos de baño su respuesta fue: "Ay no, no que me va a llenar la casa de agujeros". Yo no podía dar crédito a lo que estaba escuchando y le pregunté, ¿pero usted cómo vive en su casa (que era en la calle Dato)? Me respondió: "yo en mi casa tengo una cama y una silla y nada más". No salí de mi asombro.
4. Orense. Calle Juan XXIII. Cuando estaba en la Agencia Inmobiliaria negociando con el dueño, de profesión tendero de ultramarinos, el precio del alquiler que me pedía 92.000 ptas/mes y yo pretendía redondearlo en 90.000 ptas (estoy hablando de hace algo más de 20 años), le pregunté al dueño, ¿para usted que es más importante tener la certeza de que va a cobrar 90.000 ptas puntualmente porque se lo garantiza la empresa para la que trabajo o simplemente cobrar 92.000 ptas sin ninguna garantía?. La respuesta del propietario fue: cobrar 92.000 ptas. Ver para creer.
Con estas experiencias vividas por mí llegué a la conclusión de que en España, desgraciadamente, son una minoría los verdaderos empresarios y los verdaderos arrendadores.
El uso que le he dado a los pisos que habité a lo largo de la vida es un uso normal, de una familia con tres hijos, jamás he roto un cristal, claro que al descolgar cuadros queda un cerquillo o las paredes necesitan una mano de pintura, una silla o un sillón rozó la pared, se hace la instalación del teléfono, etc...Pero nunca ningún vecino protestó por mi actitud o la de mis hijos en casa.
Lo que sí tengo claro es que no voy a recurrir a la vía legal. Si no quiere hacerse cargo lo pagaré yo y aquí paz y despues gloria.
Recibe un cordial saludo