Como bien dices, un país está compuesto por muchos agentes (no sólo económicos) que no siempre llevan sus intereses alineados.
Al final, tanto las decisiones políticas como las decisiones económicas que se toman en cualquier país son tomadas por unos cientos de personas. El resto de la población interviene poco. Vamos a mirar el mundo como si fuéramos extraterrestres:
- La clase baja importa muy poco. Aquí podemos incluir al 70% de la población que menos ingresos e influencia tiene. Desde arriba se les ve como "chusma", y se piensa que están ahí para obtener algo de ellos (hay que enriquecerse gracias a su trabajo o vendiéndoles cosas al precio máximo que se pueda. Pero hay que procurar que estén tranquilos, porque, cuando se revuelven, pueden llegar a cortar la cabeza a los que mandan). Tienen una tremenda afición a no pensar, y se guían sólo por prejuicios y emociones. Si se dejara que ellos dirigieran el mundo, sobrevendría el caos. Una guerra nunca se hace por ni para ellos (excepto cuando sobran, y hay que enviar al matadero a una parte de ellos para que no se pongan revoltosos). Hay que convencerles de que la guerra les conviene (pagarán la factura y muchos morirán o lo perderán todo), y para eso se hacen campañas de propaganda y de justificación. Nunca hay que creerse los argumentos y justificaciones de esas campañas.
- La clase alta incluye al 1% de la población. Ellos son los que toman todas las decisiones y, como suelen tener una acertada visión del futuro, suelen adaptarse y sacar partido de casi todo lo que sucede. Ellos son los que deciden declarar la guerra o firmar la paz, así como todas las decisiones que afectan a su país. Suelen tener intereses variados: algunos persiguen enriquecimiento, otros poder, otros engrandecer a una nación de la que se sienten parte fundamental, otros construir un mundo mejor para el mañana, otros engrandecer su apellido,... y todos ellos ascender un poco más en la pirámide socioeconómica. Del debate entre este 1% de la población (el otro 99% ni participa ni suele enterarse), salen las grandes decisiones de la historia. Aquellos que más influencia tienen y mejor la usan suelen ser los que se llevan el gato al agua. El resto de la élite, viendo lo que se avecina, hayan opinado o no, siempre toman posiciones para prevenirse y sacar todo el partido que puedan. Las guerras ofrecen muchísimas posibilidades de hacer fortuna a todo el que tiene liquidez y contactos (suministro de material bélico, compra de posesiones a precio de saldo, venta de productos esenciales a precio de oro...)
- Y la clase media incluye al 29% restante. Ellos son la población más formada y talentosa y gracias a ellos el mundo progresa. Serán los brazos ejecutores de las estrategias planteadas por la clase alta, y los jefes que dirigirán a la clase baja. La mayoría de ellos criticarán la guerra, porque son muy conscientes de la destrucción y el sufrimiento que provocará, pero no tendrán otro remedio que aceptarla y sufrir sus consecuencias (aunque menores que las sufridas por la clase baja). Los más listos sacarán partido (algunos subirán hasta la clase alta gracias a la guerra), aunque, somo suelen tener prejuicios, buena parte de ellos no disfrutan beneficiándose de las desgracias ajenas.
Y así, como la clase alta varía según el país y momento histórico, las verdaderas causas cada vez son unas. Yo creo que la élite actual de EEUU es principalmente económica, aunque se nota la influencia de algunos idealistas (aunque sus ideales no son precisamente favorecer a la clase baja). Debido a esa gran influencia de la economía en el mundo actual es muy difícil imaginar una guerra en la que los intereses económicos de la clase alta no estén entre las causas fundamentales. Pero, por ejemplo, las guerras de Corea y Vietnam no perseguían un interés económico (no a corto plazo, aunque algunas multinacionales se hincharan a ganar dinero), sino evitar que los países pobres se hicieran comunistas (fueron un aviso a los que aún no lo eran, dando a entender que se arrasaría hasta los cimientos a cualquier otro país que lo intentara), porque la expansión del comunismo es la mayor amenaza que ha percibido la clase dominante en el último siglo. Merece la pena gastarse unos duros hoy si con ello se evita la expropiación del patrimonio dentro de unos años. La estrategia muchas veces implica una renuncia presente para lograr un mayor benefico futuro. Eso hace que, desde abajo, no percibamos con claridad el sentido de muchos de los movimientos impulsados desde la élite.