Pues según parece el sector inmobiliaro ha recuperado protagonismo en las carteras de inversión, y parece que la desconfianza que generaban este tipo de activos desde que arrancara la crisis financiera ya han quedado atrás. Así, el sector ha ganado atractivo de nuevo entre los inversores, que lo han escogido en la distintas variantes que presenta: compañías cotizadas, inmuebles físicos o fondos de inversión. No obstante, el atractivo de las cotizadas del sector inmobiliario viene dado por la mayor calidad de sus activos y su rentabilidad, que supera en los últimos 20 años a la inversión mobiliaria directa. El motivo viene dado, en parte, por que tiene una base de costes que es aproximadamente dos veces menor que la inversión directa en bienes inmuebles. También hay que tener en cuenta que cabe la posibilidad de obtener una menor volatilidad que la renta variable general en caso de combinar la inversión en acciones de inmobiliarias con las estrategias de dividiendo. Para el caso europeo, las compañías inmobiliarias que cotizan en bolsa ofrecen rendimientos positivos, además de contribuir a la diversificación de las carteras, que en su mayoría están compuestas por renta variable y bonos. Igualmente, es posible encontrar oportunidades en distintos subsectores como pueden ser retail, oficinas, residencial, logística...etc. Al invertir en estas compañías cotizadas deben valorarse apectos como la duración del arrendamiento, riesgos de concentración del inquilino, estrategia y gestión de la empresa, así como las tendencias de los bienes inmuebles en Europa, con el objetivo de identificar los mejores drivers por países, ciudades y subsectores. Desde Degroof Petercam consideran que se trata de uno de los sectores más beneficiados por las nuevas medidas del BCE, que en su reunión de marzo tomó la decisión de rebajar los tres tipos de interés principales, extender la flexibilización cuantitativa (añadiendo bonos corporativos) y lanzar una nueva oleada de TLTRO. También se debe tener en cuenta que el entorno actual de de tipos bajos ha favorecido una disminución de los costes de financiación, aspecto positivo para las cuentas de resultados de la compañías y también para su capacidad de pago de dividendo. Así, piensan que en la actualidad dichas compañías está cotizando por debajo de sus NAV (net asset value) estimados. Todavía ven huecos por debajo del crecimiento medio en flujo de caja y el Nav, por lo que prefieren estas compañías, siempre que se confíe en la gestión y vean que la implantación de la estrategia vva por el buen camino. Para ello, prefieren compañías de pequeña y mediana capitalización, que estén menos analizadas por el mercado pero sean bien conocidas por los gestores.