El dinero de Eurobank
Manel Pérez - 21/09/2003
El ministro de Economía, Rodrigo Rato; el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana; y el conseller de Economia de la Generalitat, Francesc Homs, han coincidido esta semana al afirmar, los dos primeros en el Parlamento, que los ahorradores afectados por la crisis de Eurobank y, en el caso del político catalán, en las mutuas asociadas al mismo, “recuperarán la totalidad” de su dinero invertido”, siempre y cuando “no haya pasivos ocultos”.
Por motivos más que evidentes, los afectados han prestado toda su atención a la primera parte del razonamiento y prácticamente ninguna a la condición señalada como imprescindible para que ese buen deseo fuera posible. Se trata de algo que también saben los mencionados políticos, lo que nos permite suponer que en el momento en que pronunciaron sus palabras tenían motivos que justificaban su optimismo, máxime cuando los dos primeros lo practicaban en el Congreso.
Si, y esperemos que no sea este el caso, apareciesen esos “pasivos ocultos” y no se recuperase el dinero, Rato, Caruana y Homs tendrían un grave problema de credibilidad ante los afectados por la crisis del banco y las mutuas y, por extensión, también ante la opinión pública.
En primer lugar, porque son ellos quienes voluntariamente han decidido realizar tan tranquilizadoras declaraciones. Pero, también, porque en la gestión de la crisis han optado por un perfil de casi absoluta normalidad. El fin de Eurobank comenzó con un sencillo comunicado en el que se informaba de su disolución voluntaria y ordenada, pero ahora es una extraña suspensión de pagos con ahorros bloqueados.
También, porque la acción de las administraciones se distingue de aplicada con anterioridad en otras crisis parecidas. Apenas se ha cambiado la gestión en las entidades afectadas y las administraciones no han mostrado prisa alguna en deducir consecuencias penales de los hechos motivo de su intervención.
Desde la crisis del Grupo Torras, allá por el año 1992 y gracias al inefable juez Miguel Moreiras, sabemos que un expediente de suspensión de pagos no bloquea la investigación penal. Si Rato, Caruana y Homs no han optado por esa vía sus motivos tendrán, pero cualquier retraso les pasará factura en el futuro si, al final, el dinero no aparece.
En pocos días, tal vez esta misma semana, sabremos hasta qué punto las esperanzas diseminadas tiene algún viso de realidad. En cualquier caso, el estado del problema debe conocerse, de forma completa y exhaustiva, antes de las elecciones en Catalunya. No sería de recibo que una crisis de una dimensión financiera relativa se alargara en el tiempo.