Novena observación mensual correspondiente a diciembre 2019
La rentabilidad acumulada ha superado el objetivo de rentabilidad en renta variable establecido para el mes. En el momento de la observación, el día 16-12-2019, la rentabilidad acumulada era del 13,82%, frente a una rentabilidad objetivo del 9,00%. De acuerdo con las reglas del plan, debemos reducir el riesgo vendiendo una unidad de inversión.
La rentabilidad anualizada del plan en conjunto (inversión en bolsa más liquidez) es del 8,63%, incluyendo ya en dicha rentabilidad el coste fiscal derivado de la afloración de las ganancias latentes a una tasa del 19%. Esta cifra es muy superior al objetivo a 10 años del 3,37% que hemos calculado para el plan. Algo que no se debe a ningún talento especial para haber escogido el momento de entrada sino simplemente a una racha de buena suerte.
El 26 de noviembre, de acuerdo con lo indicado en la observación 8, se vendió una unidad de inversión, equivalente en este caso a 1,08 participaciones en el fondo a 190,77 con un ingreso bruto de 206,03 del que se descontaron 4,96 como retención del 19% de la ganancia, siendo el abono neto de 201,07. La ganancia bruta de la operación es de 26,10 y la neta de 21,14 una vez aplicada la retención.
Al ser superior el precio de venta a la media de precios de venta anteriores, el nivel de recompra sube a 164,08, todavía por debajo del precio de compra inicial pero ya cercano a él. Los diversos precios de referencia para las futuras operaciones están en las últimas filas del cuadro anterior con los datos de la observación 9.
En total las ganancias realizadas hasta ahora son de 46,67 brutos (42,90 de renta variable y 3,77 en intereses) y de 37,81 netos de las retenciones que equivalen al pago anticipado del IRPF devengado.
Hoy vamos a hacer una primera aproximación al más importante de todos los factores que influyen en el resultado, éxito o fracaso, de una inversión: la psicología del inversor.
Es el más importante porque es previo a los demás factores y determinante sobre ellos. Podemos desarrollar una estrategia óptima de asignación de activos con reglas claras para gestionar su evolución y con unos bajos costes de transacción, pero no nos valdrá de nada si no tenemos la claridad de ideas y la fortaleza psicológica para desarrollarla de manera consistente a lo largo del tiempo.
El enemigo lo tenemos dentro de nosotros. Son los sesgos cognitivos de nuestro cerebro, que nos presentan una visión incompleta y distorsionada de la realidad.
El cerebro fue diseñado hace miles de años en un momento en que la incipiente especie humana sólo aspiraba a sobrevivir. En su día a día funciona de una manera bastante sencilla a base de simplificaciones y atajos mentales, la llamada heurística en su cuarta acepción según la RAE: “En algunas ciencias, manera de buscar la solución de un problema mediante métodos no rigurosos, como por tanteo, reglas empíricas, etc”
Lo que llamamos “civilización” ha modificado radicalmente nuestro entorno, sobre todo a partir de la revolución industrial. Pero el cerebro no ha sido capaz de evolucionar lo suficiente como para desenvolverse de manera óptima en el nuevo entorno mucho más complejo. Sigue utilizando la heurística; a veces con racionalidad (asumidas nuestras limitaciones cognitivas, no es práctico tirarnos horas y horas haciendo un estudio para determinar cuál es el frigorífico que mejor se adapta a nuestras necesidades y tiene además la mejor relación entre calidad y precio); a veces de manera equivocada dando respuestas superficiales e incorrectas a un problema complejo y con alto grado de incertidumbre (por ejemplo, seleccionando una inversión únicamente por su rentabilidad histórica, el famoso “track record” como argumento de venta).
El problema del uso incorrecto de los atajos y sesgos cognitivos es de capital importancia en los mercados financieros. Por decirlo gráficamente, estamos muy bien preparados para sobrevivir frente a una manada de lobos, pero no tanto si los lobos son de Wall Street.
Hay diversas teorías y estudios que nos proporcionan claves para entender la psicología humana y el porqué de sus errores, siendo especialmente interesante la clásica de Kahneman y Tversky.
Dejo un enlace en donde se sintetizan su teoría de las perspectivas y otro de gran interés donde se desarrollan aspectos de la teoría y se describe uno de los muchos experimentos que las confirman, en este caso hecho por los propios autores. Lo más curioso del experimento es que sus sujetos son estudiantes de psicología que, en teoría, deberían estar mejor preparados para afrontar las trampas de la mente que el conjunto de la población, lo que nos indica que no es problema de desinformación subsanable con aprendizaje sino de la propia naturaleza humana. Eso sí, el cerebro humano es lo suficientemente plástico como para que el aprendizaje, sea estudio o experiencia, mitigue los sesgos y sus efectos adversos, pero no conseguirá eliminarlos por completo.
Otro elemento capital de las tesis de Kahneman es su teoría de los “dos sistemas” el rápido basado en la heurística y el lento basado en el razonamiento.
Fuente https://elpais.com/elpais/2019/06/09/laboratorio_de_felicidad/1560115637_718361.html
El sistema 1 o rápido es el más útil para economizar esfuerzos en el desarrollo de las tareas cotidianas y para afrontar situaciones donde está en juego la supervivencia, pero el terreno intermedio entre lo trivial y las situaciones límite, habitual en lo que llamamos mundo civilizado, debe ser gestionado por el sistema 2.
El problema es que cuando no le toca actuar al sistema 1, no se queda quieto sino que también está actuando e interfiriendo en la labor del sistema 2, siendo el causante de los sesgos cognitivos y de los errores de juicio que tan frecuentemente se ponen de manifiesto en nuestros actos.
En Rankia se han publicado recientemente varios artículos muy interesantes respecto a este asunto de los sesgos cognitivos y su influencia en la toma de decisiones de inversión.
El de Tomás García nos ofrece una detallada descripción con múltiples ejemplos de varios sesgos cognitivos con los que nos vamos a enfrentar en nuestra actividad como inversores (y en otras facetas de la vida también). De obligada lectura.
El de Gaspar nos explica uno de los mayores y más peligrosos enemigos del inversor, el sesgo de confirmación que hace que una vez hemos “apostado” por alguna inversión demos por buena toda opinión o información que recomiende dicha inversión, incluso la busquemos activamente y en cambio rechacemos las informaciones críticas o negativas.
El de Unai Ansejo aparte de enlazar a literatura varia y comentar en torno a algunos sesgos, nos muestra un ejemplo de toma de conciencia y de búsqueda de soluciones al problema en el terreno de la práctica. Algo poco frecuente, pues la actitud habitual de los gestores es ignorarlo dando por supuesto que el inversor es un ejemplar de la grotesca y simplificada caricatura del ser humano conocida en el mundo académico como “Homo economicus”.
Kike Junior fue desarrollado teniendo en cuenta a la hora de formular sus reglas la existencia de estos sesgos y considerándolos además un elemento esencial a tener en cuenta en la estrategia. En futuras entradas lo explicaremos. Ahora no, porque en los enlaces ya hay mucha lectura para ir digiriendo poco a poco y no conviene añadir una sobrecarga de esfuerzo adicional este mes.