La cuestión de si hay o no exceso de población en el mundo es claramente debatible. Para empezar no hay acuerdo sobre cual debería ser la población mundial y además está claro que actualmente el mundo es capaz de soportar a los siete mil millones de personas que lo habitan y hay pocas dudas de que puede soportar a más, puesto que la cifra aumenta constantemente.
Existe sin embargo preocupación desde hace décadas de que en un mundo finito en algún punto deben encontrarse los límites de la población mundial, y de que posiblemente no sea muy inteligente llegar hasta esos límites. Aunque en la segunda mitad del siglo XX se hicieron esfuerzos por limitar el crecimiento de población en algunos países como la India o China, en la actualidad esos esfuerzos se han abandonado o se están abandonando, fundamentalmente debido a que el ritmo de crecimiento de la población está descendiendo por sí solo a nivel mundial.
Como en todas las cuestiones con base en las leyes de la naturaleza, podemos recurrir a la ciencia para analizar el problema de la población humana. La ciencia que nos ayuda en este caso es la ecología, que tiene una rama específica de ecología humana. Quien piense que no se nos aplican las leyes de la biología, es que ha perdido contacto con la realidad de la naturaleza humana. Por muy racionales que pretendamos ser, seguimos siendo animales y no es muy racional olvidarlo.
1. ¿Cuantos somos y a qué ritmo crecemos?
La población mundial en el momento de escribir esto es de 7.301.880.780 personas sobre la faz de la Tierra. Podéis mirar la cifra actual en la página http://www.worldometers.info/world-population/
Siete mil trescientos millones, y crece a un ritmo del 1,1% anual, es decir 80 millones de personas más cada año, el equivalente a dos Españas completamente llenas cada año.
Fig. 1 Crecimiento de la poblacion mundial y ritmo de crecimiento con estimaciones hasta 2050. Fuente: http://www.worldometers.info/world-population/ Datos: UN
Puesto que el ritmo de crecimiento está descendiendo de forma natural, en el caso de no intervenir ningún factor nuevo la población humana de la Tierra alcanzaría su máximo algo por encima de los 10 mil millones de personas hacia 2062 según las Naciones Unidas. Este es el tamaño del problema. Las probabilidades de que este problema se aborde de forma política antes de 2062 son muy bajas. Las campañas políticas para reducir el crecimiento de la población humana se están reduciendo, no aumentando. La más efectiva de todas, la política china de un hijo por pareja se está relajando y ya solo un tercio de la población está sujeta a esta limitación (Fuente: The Australian).
Fig. 2. La población de la Tierra está muy desigualmente distribuida. Densidad de población en 2006 a nivel nacional o subnacional en personas por Km2. Fuente: Wikipedia
La cuestión por lo tanto no es analizar si la Tierra es capaz de soportar 10 mil millones de habitantes, que lo más probable es que sí pueda, sino si puede hacerlo por tiempo indefinido. Y aquí es donde entramos en la ecología. A la capacidad de un medio para soportar una especie se le denomina capacidad de carga (carrying capacity).
2. La capacidad de carga
En el contexto de la ecología, la capacidad de carga (K) es un concepto teórico, por el cual se representa el máximo número de individuos de una especie que el ecosistema es capaz de soportar. Este concepto demuestra su utilidad práctica cuando se observa que las poblaciones con capacidad de crecimiento tienden a presentar en muchas especies un crecimiento sigmoidal que se aproxima asintóticamente a un valor que fue definido como capacidad de carga (Odum, Fundamentals of Ecology, 1953). Otra definición práctica más moderna es que la capacidad de carga de una población es el tamaño de dicha población (N) cuando su tasa de crecimiento (r) se vuelve cero y deja de crecer (Molles, Ecology: Concepts and Applications, 2012).
Fig. 3. El crecimiento de una población (dN/dt) limitada por su capacidad de carga (K) sigue una curva sigmoidal que es proporcional a su tasa máxima de crecimiento (r) por el tamaño de la población N y un factor que es menor cuanto más se acerca N a K.
La capacidad de carga no es un valor estático como indica la Fig. 3, sino que al depender del medio y de la interacción de la especie con el mismo, puede variar y de hecho varía con el tiempo. Los gestores de espacios naturales miden indicadores clave de las especies y del habitat para determinar que las poblaciones a su cargo se encuentran por debajo de la capacidad de carga. Experimentos realizados en espacios naturales bajo gestión de organismos gubernamentales demuestran que las poblaciones están limitadas por el medio. Esencialmente por la disponibilidad de comida, aunque también en menor medida por otros factores como agua, abrigo y espacio (ver por ejemplo: Carrying Capacity - How many deer can we have?). Las poblaciones de seres vivos por tanto tienden a fluctuar de forma natural alrededor de un cierto nivel que se define como su capacidad de carga. Una población animal puede estar por debajo de su capacidad de carga en primavera tras un invierno duro, o temporalmente por encima de ella durante el invierno, una situación que en general dura poco tiempo y que inevitablemente da lugar a una disminución de la población debido a múltiples factores limitantes naturales (por ejemplo, mortalidad, enfermedad, emigración y descenso de la tasa de reproducción).
El concepto de capacidad de carga se aplica también a la ecología humana. El estudio de las poblaciones humanas muestra la evolución reciente de su capacidad de carga. Si analizamos la población de Inglaterra y Japón a lo largo de los últimos siglos (Fig. 4), podemos ver como en ambos casos la población había alcanzado el final de su crecimiento sigmoidal, estabilizándose sus poblaciones en el valor de su capacidad de carga, 5 millones en el caso de Inglaterra y 35 millones en el caso de Japón (K1). La revolución industrial, que en Inglaterra comenzó a mediados del siglo XVIII y en Japón en la segunda mitad del siglo XIX, elevó sustancialmente la capacidad de carga (K2) hasta los niveles actuales, provocando un rápido aumento de la población en ambos casos, hasta el nuevo nivel (Meyer & Ausubel 1999. Carrying Capacity: A Model with Logistically Varying Limits). Obsérvese que la menor duración de la revolución industrial en Japón (77 años) debido a ser más tardía, se corresponde con un crecimiento de la población correspondientemente más rápido.
Fig. 4. Evolución de las poblaciones de Inglaterra y Japón en los últimos siglos. Podemos ver como la elevación de la capacidad de carga (K, inferida) da lugar al aumento de la población (P en millones de habitantes) según una curva sigmoidal hasta estabilizarse en el nuevo valor. Fuente: Meyer & Asubel 1999.
Numerosos estudios permiten relacionar el incremento de la capacidad de carga en las poblaciones humanas con un incremento en la disponibilidad de alimentos. Véase por ejemplo Hopfenberg 2003, Human Carrying Capacity Is Determined by Food Availability.
Los factores que llevan a un incremento de la capacidad de carga humana son esencialmente:
- Expansión. Incremento en la superficie cultivada por dos procesos, incremento en la superficie de las tierras explotadas por el hombre y cambio en la explotación de las tierras (bosque -> pasto -> cultivo) hacia una mayor productividad.
- Incremento en el gasto energético. Explotación extensiva, mecanización, irrigación, uso de fertilizantes, herbicidas y plaguicidas.
- Incremento en el conocimiento. Selección de semillas y especies, uso de técnicas agrícolas mejoradas, mejora en las tecnologías de pesca.
- Factores climáticos positivos. Incremento de temperatura y humedad. Incremento de precipitaciones, Incremento del CO2.
Los factores que llevan a una disminución de la capacidad de carga humana son esencialmente:
- Disminución de recursos. Agotamiento de acuíferos, encarecimiento y disminución de combustibles y energía, colapso de poblaciones piscícolas.
- Degradación del medio ambiente. Contaminación, pérdida de suelo, pérdida de nutrientes, desertización, deforestación, desaparición de polinizadores, favorecimiento de plagas.
- Factores climáticos negativos. Sequías, inundaciones, factores climáticos extremos (El Niño y La Niña), reducción de temperatura y humedad.
Históricamente la capacidad de carga global de la humanidad ha experimentado un aumento progresivo, aunque haya habido colapsos locales, debido a que los factores positivos han predominado sobre los negativos. En especial con la revolución industrial se disparó el gasto energético y se inició un fuerte incremento del conocimiento que posteriormente dio lugar a la revolución verde, todo lo cual produjo un crecimiento exponencial de la población humana. Este pasado de éxito lleva a buena parte de la humanidad a pensar que futuros incrementos del conocimiento y la tecnología que ahora no podemos imaginar permitirán incrementar de forma indefinida la capacidad de carga, o como mínimo que estamos muy lejos de una capacidad de carga máxima. Esta teoría sin embargo contiene errores ocultos y falacias que la inhabilitan completamente. Estos errores son los siguientes:
- El progreso tecnológico es ambivalente puesto que también permite un incremento en la tasa de consumo. Es el progreso tecnológico en las técnicas de pesca el que ha llevado al colapso de las poblaciones piscícolas.
- El aumento de la capacidad de carga está sujeto a la ley de retornos decrecientes. El coste se va haciendo progresivamente más alto para un beneficio progresivamente menor. Conforme aumenta la población el efecto de los factores positivos por persona se reduce (efecto dilución), mientras aumentan los factores negativos y su coste.
- La disminución de los recursos no renovables o de los renovables sobreexplotados va en función de su tasa de explotación, que se incrementa en función del aumento de población.
Por todo ello podemos concluir que existe una capacidad de carga máxima para la humanidad. No obstante no existe acuerdo sobre la mejor manera de medirla y tanto los métodos para medirla como sus resultados son ampliamente variables. Los métodos basados en determinaciones constreñidas por un factor constante, sea éste superficie, cantidad de comida disponible, u otros factores o combinación de factores dan resultados muy variables y fuertemente dependientes de suposiciones discutibles. Los métodos basados en el ajuste de curvas de población y su extrapolación carecen de una base teórica. J. E. Cohen en 1995 en un artículo en Science (Population Growth and Earth's Human Carrying Capacity) y en un libro (How Many People Can the Earth Support?) analizó 65 estimaciones diferentes de la capacidad de carga de la humanidad. Aunque la mayoría de los estudios tendían a estimaciones entre 8 y 16 mil millones, la variación era tremenda, sobre tres órdenes de magnitud (desde millones hasta billones). Las conclusiones del estudio parecen ser que la capacidad de carga depende de las suposiciones que uno haga y del método que utilice para calcularla. Una respuesta muy poco científica.
Existe otra forma independiente de calcular la capacidad de carga máxima para la población humana, que consiste en calcular la proporción de productos de fotosíntesis sobre la Tierra que los humanos se han apropiado para su uso. Un estudio de 1986 por Vitousek et al. Human Appropriation of the Products of Photosynthesis calcula que cerca del 40% de la producción primaria potencial de fotosíntesis de la Tierra estaba al servicio de la humanidad o inutilizada por contaminación, urbanización, desertización, pérdida de suelo, etc. Puesto que la población en 1986 era de 5 mil millones de personas, si los cálculos de Vitousek et al. son correctos, el límite máximo no puede estar muy lejos de esos 10 mil millones previstos para 2062, momento en el cual esencialmente toda la capacidad fotosintética de la Tierra estará al servicio de la humanidad y los factores que promueven una disminución de la capacidad de carga se volverán dominantes en el sistema. Otros autores han realizado estimaciones similares y el rango de dispersión de las estimaciones es mucho menor que en el caso de la capacidad de carga, calculándose que la apropiación que hace la humanidad de la producción primaria de la Tierra oscila entre el 25 y el 50% (Day et al. 2009, Ecology in times of scarcity; Haberl et al. 2013, Global human appropriation of net primary production (HANPP)). El factor de 2 que separa estas estimaciones es extremadamente pequeño considerando el escaso tiempo que tarda la población humana en duplicarse.
Fig. 5. Mapa global de la apropiación humana de la producción primaria neta (HANPP) en el año 2000 en unidades absolutas (gC/m2/año). Este valor puede ser negativo (verde) por ejemplo en sitios donde se irriga el desierto, como el delta del Nilo. Fuente: Haberl et al. 2013
Podemos por tanto concluir que la capacidad de carga máxima de la Tierra para la humanidad existe y no se encuentra muy por encima de la estimación de la población máxima de la humanidad en 10 mil millones para el 2062. Hay que hacer notar que semejante grado de apropiación de la producción primaria neta de la Tierra se hace a costa de una fuerte destrucción de la biodiversidad y una degradación cada vez mayor del medio ambiente, lo cual pone en tela de juicio que dicha capacidad de carga pueda sostenerse indefinidamente.
3. Rebasamiento
El análisis de la capacidad de carga lleva a la importante cuestión de lo que ocurre cuando ésta se rebasa. Ya hemos visto que las poblaciones por encima de su capacidad de carga reducen su población mediante factores limitantes naturales como mortalidad, enfermedad, emigración y descenso de la tasa de reproducción. Cuando una población se encuentra por encima de su capacidad de carga se dice que se encuentra en rebasamiento (overshooting).
El rebasamiento es muy común en las poblaciones naturales. Por ejemplo muchos animales experimentan una alta mortalidad durante el invierno en latitudes elevadas y alta montaña, para recuperar sus números durante el verano, indicando que durante la primavera se encuentran por debajo de la capacidad de carga y en el otoño por encima.
A lo largo de la historia a menudo ha habido poblaciones humanas que se han encontrado en situación de rebasamiento. La respuesta más común ha sido la emigración. La historia antigua, hasta los mayas, está abarrotada de abandonos de asentamientos urbanos cuando su entorno se degradaba hasta hacer insostenible su población. Hay fuertes indicios de que tanto las invasiones de los Pueblos del Mar en la Edad de Bronce tardía, como las invasiones bárbaras que dieron comienzo a la Edad Media, fueron en realidad migraciones provocadas por condiciones de sequía persistente en los alrededores del Mar Negro y en las estepas de Asia Central respectivamente, que redujeron la capacidad de carga por debajo de la población.
Sin embargo a menudo ese rebasamiento forma parte de la estrategia ecológica de la especie, que se reproduce de forma explosiva por encima de su capacidad de carga con regularidad sufriendo posteriormente un colapso. Igualmente común es que el rebasamiento se presente cuando la capacidad de carga se ve alterada temporalmente, dado que toda especie posee el potencial para crecer exponencialmente. Un ejemplo interesante es el del pinzón terrestre mediano (Geospiza fortis) uno de los famosos pinzones de Darwin de las Galápagos. La población que habita la pequeña isla de Daphne Mayor, un cono volcánico de 0,4 km2, fue estudiada exhaustivamente por Peter Grant y col. durante 30 años. Cuando los investigadores comenzaron el estudio en 1976 había 1200 individuos de G. fortis en la isla, pero la sequía de 1977 redujo la población a finales de ese año a tan solo 180 ejemplares, una reducción del 85% de la población en tan solo un año. Aunque unos pocos pájaros pueden haber emigrado a otras islas, la gran mayoría murió de inanición, debido a que durante la sequía las plantas que producen las semillas que constituyen su alimento principal no lo hicieron. En 1977 no salió adelante ningún polluelo en la isla. Entre 1977 y 1982 la población de este pequeño pájaro, que llega a vivir unos diez años, se mantuvo en unos 300 ejemplares. En 1983 se dieron las condiciones meteorológicas conocidas como El Niño y las precipitaciones aumentaron unas diez veces la media de años anteriores. Las condiciones fueron ideales, tanto para la producción de las semillas que constituyen el alimento principal de los adultos, como de las orugas con las que alimentan a sus polluelos. En consecuencia la población del pinzón terrestre mediano aumentó hasta cerca de 1100 individuos, cuadruplicando su tamaño en un solo año. Dado que los pinzones tienen una puesta de tres huevos eso quiere decir que ese año esencialmente todas las parejas sacaron adelante todos sus polluelos de dos puestas, dando lugar a un crecimiento máximo. En 1984 y 85 volvieron a darse condiciones de sequía extrema y la población volvió a colapsar. Incluso en años posteriores se podía observar que la mayoría de los ejemplares de la isla habían nacido en el año 1983, dado el elevado índice de natalidad de ese año.
Fig. 6. Arriba. Población de pinzones terrestres medianos en Daphne Mayor (en verde), y pluviosidad (en azul). En los años de alta pluviosidad la poblacion de pinzones se dispara. Abajo. Distribución de la población de pinzones en porcentaje por la edad de los individuos en años. Se observa la ausencia de ejemplares nacidos en los años de sequía. (a) Población en 1983. La distribución es regular excepto por la ausencia de individuos nacidos en 1977, cuando los pinzones no nidificaron. (b) Población en 1987. Sigue faltando la generación de 1977, mientras la población está completamente dominada por la generación de 1983 con abundantes lluvias. Las sequias de 1984 y 1985 no solo han prevenido la reproducción, sino que han reducido el número de supervivientes de los demas años. Fuente: Molles, Ecology: Concepts and Applications, 6ª Ed. 2012.
Al analizar la capacidad de carga de Geospiza fortis en la isla Daphne Mayor nos encontramos con el problema ya visto de fijar un valor, puesto que en años secos la isla soporta una población de unos 200-300 ejemplares, mientras que en años húmedos la capacidad de carga es como mínimo cuatro veces mayor. Sacar una media ponderada no tiene mucho sentido, y tratar de estimar los años secos y húmedos tampoco. Resulta evidente que precipitaciones anuales por encima de la media modifican temporalmente al alza la capacidad de carga, al igual que en otros ecosistemas y con otras especies la modificación temporal puede ser a la baja. Las poblaciones sencillamente ajustan su número variando sus índices de natalidad y mortalidad.
Desde un punto de vista poblacional a los pinzones no les interesa multiplicarse por cuatro en los años húmedos puesto que eso exacerba la competencia al siguiente año y conduce a una mortalidad aún mayor, que se distribuye entre toda la población reduciendo innecesariamente el número de individuos totales. Desde un punto de vista individual, a cada pinzón le interesa tener el mayor número de descendientes posibles para maximizar las posibilidades de que alguno sobreviva a la hecatombe. Podemos ver que el conflicto se resuelve evolutivamente a favor del máximo rebasamiento posible aún a costa de la peor mortandad posterior posible.
4. Rebasamiento y petróleo
¿Puede la especie humana encontrarse en una situación de modificación temporal al alza de su capacidad de carga y dirigirse a una situación de rebasamiento? Es lícito preguntarse si la especie humana no presenta analogías con el pinzón terrestre mediano en un año húmedo siendo la isla de Daphne Mayor nuestro mundo.
La energía mueve el Universo y la energía es la base de la vida. En términos energéticos, una mayor acumulación de energía solar en el sistema del Oscilador Sureño de El Niño (ENSO) transfiere una mayor energía al agua superficial del mar que pasa en mayor abundancia a la atmósfera incrementando las precipitaciones sobre Daphne Mayor. La disponibilidad de agua permite a las plantas aprovechar una mayor cantidad de energía solar para crecer y producir semillas. La energía almacenada en los enlaces químicos de las moléculas de las plantas permite la multiplicación de orugas y de sus depredadores los pinzones. Los flujos de energía que contemplamos Sol -> Agua, Sol -> Planta -> Semilla -> Pinzón, y Sol -> Planta -> Oruga -> Polluelo de Pinzón, son la esencia del funcionamiento del sistema. Cuando el sistema transmite más energía hay más pinzones y cuando transmite menos energía se reduce su número.
La población humana considerada mundialmente mantiene un crecimiento muy por debajo de su capacidad durante la mayor parte de su historia. Buena parte de su crecimiento proviene de su expansión a otros continentes y del aumento de la superficie cultivada. Es sin embargo a partir de la revolución industrial como hemos visto, que la capacidad de carga se eleva sustancialmente y con ella aumenta la disponibilidad de comida y en paralelo el crecimiento de la población. Puesto que la revolución industrial no tiene lugar en todo el mundo simultáneamente, el efecto a nivel mundial se muestra como un incremento gradual cada vez más rápido de la población. El aumento es coincidente con el uso cada vez más generalizado de la energía procedente de los combustibles fósiles, primero carbón, y luego petróleo y gas, que hacen posible el aumento de la productividad.
Es el incremento en la disponibilidad de energía procedente de los combustibles fósiles el que permite en primer lugar la liberación de la mayor parte de la población de las tareas de producción primaria de alimentos, y en segundo lugar la apropiación cada vez a mayor velocidad de una parte creciente de la producción primaria neta de la Tierra. Resulta incontestable que es la disponibilidad de abundante energía barata procedente de los combustibles fósiles la que permite a la humanidad aumentar su capacidad de carga. El incremento del conocimiento es un factor transversal. Por una parte es el que faculta la obtención y el uso de unos combustibles fósiles que siempre habían estado ahí; por otra parte el crecimiento del conocimiento es también debido a la liberación de tareas de producción primaria y el incremento en la productividad y desarrollo económico que permite el uso de los combustibles fósiles, y finalmente el incremento del conocimiento requiere de unas cantidades crecientes de energía. A nadie se le escapa que sin la energía procedente de los combustibles fósiles el estado actual de nuestro conocimiento sería muchísimo menor.
Fig. 7. Modelo de transición poblacional humana. En el modo de funcionamiento que ha tenido lugar en la historia de la humanidad (Modo I), el incremento de energía ha permitido una disminución más rápida de los recursos de la Tierra (más recursos para la humanidad) y un incremento del conocimiento con los tres factores potenciándose mediante retroalimentaciones positivas (flechas verdes). Todo ello lleva a un incremento de los alimentos disponibles, un aumento de la capacidad de carga y un aumento de la población. La economía actúa como correa de transmisión, facilitando el funcionamiento al tiempo que se expande. En el modo I todas las retroalimentaciones son positivas, por lo que todo aumenta cada vez a mayor velocidad y la humanidad se siente invencible y no es capaz de detectar los límites. El modelo falla cuando los recursos se vuelven insuficientes y entra en modo II. En el modo II los recursos insuficientes y la reducción de energía externa mantienen retroalimentaciones positivas, por lo que a menos energía menos recursos y a menos recursos menos energía, mientras que la reducción de energía actúa negativamente sobre el incremento de conocimiento. La producción de alimentos disminuye, y con ella la capacidad de carga y la población. La población continúa reduciendo los recursos de la Tierra a pesar de su disminución, pero al disminuir actúa negativamente sobre el incremento de conocimiento. A consecuencia de ello el conocimiento se estanca o disminuye y no actúa sobre la reducción de energía, recursos y alimentos. La economía ya no es capaz de actuar y se contrae. En el modo II las retroalimentaciones positivas tienen efecto negativo, al igual que las negativas y la humanidad se siente impotente y no es capaz de encontrar soluciones. Abajo, representación del modelo de transición poblacional. El fin del último periodo glacial (a), la implementación de la agricultura básica (b), la expansión mundial y la agricultura avanzada (c), y la revolución industrial (d) han expandido la capacidad de carga de la humanidad aproximadamente por un factor de 10 cada una. Puesto que la humanidad no ha sido capaz de ejercer ningún autocontrol, la transición de modo tiene lugar en el máximo de población, provocando una disminución de la capacidad de carga por falta de recursos y energía (e). El inicio del próximo periodo glacial representará otra disminución de la capacidad de carga (f).
Aunque el crecimiento rápido de la población humana viene de siglos atrás, cuando analizamos su tasa de crecimiento, lo que observamos es que esta se dispara a partir de 1910 (Fig. 8). No es la generalización del uso del carbón la que dispara la población a nivel mundial, sino la generalización del uso del petróleo, que tiene un efecto más directo sobre la mecanización del campo y la transferencia de población desde tareas agrícolas a los sectores secundario y terciario de la economía. El incremento de la tasa de crecimiento alcanza su máximo en los años 60 del pasado siglo, cuando el uso del petróleo se está generalizando por todo el mundo, y decae desde entonces al disminuir las partes del globo que quedan por incorporar al desarrollo inducido por la energía del petróleo. Es interesante destacar que la máxima tasa de crecimiento mundial se alcanza hacia 1962, años antes de que tenga lugar la revolución verde, por lo que el incremento de la producción de alimentos, que evita una catástrofe humanitaria en realidad no está aumentando la tasa de crecimiento de la población, ésta había tenido lugar antes.
Fig. 8. Evolución de la tasa de incremento de la población mundial entre 1800 y 2005. La tasa se dispara a partir de 1910 en que se duplica una vez antes de la Segunda Guerra Mundial y otra vez después. La caida a finales de los 50 corresponde al Gran Salto Adelante de Mao Zedong, que supuso una catástrofe poblacional en China. Fuente: Wikipedia. Datos: US Census Bureau.
El petróleo es por tanto el equivalente al incremento de las precipitaciones para el pinzón de Daphne Mayor. Es el cauce principal de energía cuyo incremento ha permitido la multiplicación de la humanidad hasta los niveles actuales. La expresión de que la humanidad se encuentra en la Edad del Petróleo es correcta.
Hay que tener precaución sin embargo antes de llevar la analogía entre la humanidad y los pinzones demasiado lejos. Los pinzones no tienen ningún control sobre la producción de su alimento, mientras que la humanidad tiene bastante control sobre la producción del suyo. El incremento de la producción de alimentos tiene un efecto inmediato sobre la población de pinzones, mientras que aunque eso fue cierto en el pasado de la humanidad, ahora la situación se halla invertida. Es el aumento de la población el que lleva a incrementar los alimentos. A nadie se le escapa que la producción agraria en España podría ser mucho mayor, pero sencillamente no hay demanda creciente porque la población ha decidido no crecer. De hecho la historia reciente de la producción agropecuaria española es una historia de limitaciones y reducciones tanto por parte de la Unión Europea como debidas a la competencia global.
Podemos sin embargo concluir que el aumento de la capacidad de carga de la humanidad ha sido posible gracias a un incremento constante de la energía obtenida de los combustibles fósiles, en especial del petróleo. Dicho incremento energético sigue haciendo posible el aumento de la capacidad de carga contrarrestando la creciente degradación del medio, pérdida de suelo fértil y agotamiento de recursos. Puesto que los combustibles fósiles y otros recursos son finitos y están sujetos a una explotación creciente debido al aumento de la población, la humanidad se encuentra en una situación de elevada capacidad de carga temporal. Cuando dicha situación llegue a su fin la disminución de la capacidad de carga llevará inevitablemente a que la población humana se encuentre en situación de rebasamiento y sufra una reducción proporcional.
5. El caso de la Unión Soviética
Tenemos varios ejemplos de rebasamiento en la historia de la humanidad. Uno de los que mejor conocemos es el de la Unión Soviética. Sin entrar en las causas de su colapso, que es materia de debate, podemos ceñirnos a una serie de hechos ilustrativos:
- En 1987 la Unión Soviética alcanza su pico de producción petróleo y dos años más tarde su pico de consumo. En tan solo 8 años su consumo de petróleo cae en un 50% (Fig. 9).
- Durante los años siguientes a 1987 el país se sume en una grave crisis económica caracterizada por el desabastecimiento generalizado.
- Entre 1988 y 1998 la producción de grano cae un 37% (de 103 a 65 millones de Tm por año), la producción de carne, fuertemente subvencionada en la era soviética, cae un 56% (de 10 a 4.4 millones de Tm por año). Las importaciones de grano también caen en un 90% (de 21 a 2.1 millones de Tm por año) Fuente: Liefhert et al. 2010 Russia's Transition to Major Player in World Agricultural Markets.
- A partir de 1988 la tasa de natalidad, que estaba estabilizada, comienza un brusco descenso y continuará descendiendo hasta el final de la crisis en 1999. Al mismo tiempo la tasa de mortalidad comienza a crecer agudizándose su crecimiento a partir de 1991. A consecuencia de ello, la tasa de crecimiento que llevaba dos décadas estabilizada en el 0.5% cae en picado tornándose negativa en 1991. La población se reduce durante 20 años, y no ha vuelto a crecer (Fig. 10).
- En 1991 la entidad política se disgrega en multitud de países menores.
Sin entrar en un análisis de causas y consecuencias, el caso soviético parece un ejemplo de libro de como un pico de petróleo y la grave crisis económica que le acompaña cursan con una reducción en la producción de alimentos y un descenso de la población.
Fig. 9. Producción consumo y exportaciones de petróleo correspondientes a la antigua Unión Soviética hasta 1991 y al conjunto de los países que la formaban desde esa fecha. Se observa el pico de petróleo en 1987. Tras más de 25 años, la producción se ha recuperado, pero el consumo no. A pesar del pico, a la Unión Soviética nunca le faltó el petróleo.
Fig. 10. Evolución de la población en Rusia entre 1950 y 2012. Crecimiento natural en verde, nacimientos en azul y muertes en rojo (datos en ‰ anual). Entre 1987 y 1994 se observa el efecto del colapso de la URSS, seguido de estabilizacion hasta el 2001 y lenta mejoría desde entonces, no habiendose recuperado el nivel de crecimiento previo a la crisis. Fuente: Wikipedia.
En este momento me interesa traer tres puntos al análisis del colapso soviético. El primero es que el colapso tuvo lugar en medio de una gran prosperidad mundial. El resto del mundo era perfectamente capaz de exportar a la Unión Soviética todos los bienes que ésta demandara. Sin embargo eso no evitó que las importaciones se redujeran. La demanda no consiste en lo que uno quiere o necesita, sino en lo que puede pagar, y la Unión Soviética era capaz de pagar cada vez menos y por lo tanto obtuvo cada vez menos del resto del mundo. Su demanda se hundió.
El segundo punto es que la producción de alimentos sufrió un descenso muy fuerte a pesar de que los campos seguían siendo fértiles, los trabajadores agrícolas seguían estando disponibles, había herramientas y conocimiento y sin lugar a dudas a Rusia no le faltaba petróleo suficiente para su agricultura, dado que siguieron siendo exportadores. Y por supuesto la producción de alimentos cayó a pesar de que los ciudadanos rusos querían seguir comiendo igual de bien. Es decir, absolutamente todas las piezas estaban en su lugar excepto la economía. A pesar de tratarse de una economía dirigida cuyo objetivo fundamental era alimentar a todos los ciudadanos, la demanda se hundió, porque los ciudadanos tenían una capacidad adquisitiva mucho menor, y la oferta se hundió porque los productores tenían problemas para pagar, para conseguir los insumos necesarios y para cobrar sus productos. Es un claro aviso de que la producción de alimentos depende de la economía, y de que la capacidad de carga puede hundirse, disparando el hambre y la muerte por inanición, a pesar de que se disponga de la capacidad de producir alimentos suficientes. En España somos perfectamente capaces de aumentar nuestra producción de alimentos considerablemente, y sin embargo a raíz de la crisis de 2008 hubo que habilitar que los comedores escolares abrieran durante las vacaciones para combatir la malnutrición infantil entre los sectores más desfavorecidos.
El tercer punto es que el colapso soviético fue provocado por una reducción reversible de los recursos disponibles. Gracias a ello, tras 12 años de crisis Rusia fue capaz de corregir la situación, y aunque a día de hoy casi ninguno de los parámetros analizados ha recuperado los niveles de 1986, la recuperación es notable. Un colapso debido a una reducción irreversible de recursos indispensables no es susceptible de ser revertido.
6. La capacidad de carga sostenible.
Como hemos visto en el caso de los pinzones, una propiedad fundamental de todos los seres vivos es su capacidad de crecer exponencialmente con gran rapidez hasta llegar a su capacidad de carga. Si los pájaros lo hacen y las abejas también, es natural que los humanos lo hayamos hecho. La novedad desde un punto de vista biológico es que estemos dejando de hacerlo y haya países que aún podrían elevar su capacidad de carga pero tienen crecimiento cero o negativo. Pero la capacidad de carga conseguida por la humanidad se basa en el agotamiento y dispersión de una herencia irrepetible de capital natural que incluye no solo los combustibles fósiles, sino también suelo fértil, aguas subterráneas, minerales y biodiversidad que se agotan o degradan rápidamente a los niveles actuales de población. La humanidad está reduciendo su potencial capacidad de carga futura mediante la consumición y degradación de este capital natural recibido.
Si la humanidad se encuentra en una situación temporal de elevada capacidad de carga que primariamente ha sido posible gracias a la energía extraída del petróleo y otros combustibles fósiles, dicha capacidad de carga se verá reducida conforme la disponibilidad de dichos combustibles se reduzca. Cualquier reducción de la capacidad de carga nos situará en rebasamiento provocando inmediatamente un aumento de la mortalidad y una disminución de la natalidad hasta ajustar la población a la nueva capacidad de carga. Para determinar la gravedad del problema e imaginar hasta donde puede tener que descender la población antes de estabilizarse indefinidamente, podemos investigar la capacidad de carga de la humanidad bajo condiciones sostenibles sin dañar el medio ambiente. Por supuesto este ejercicio es altamente hipotético, puesto que como hemos visto, es ya suficientemente difícil calcular la capacidad de carga actual bajo circunstancias conocidas.
Para que la capacidad de carga resulte sostenible indefinidamente no debe depender de recursos no renovables y debe depender de los recursos renovables solo de forma que permita su mantenimiento. Este es un criterio astringente puesto que a la humanidad nunca se le ha dado bien el mantenerse en una capacidad de carga sostenible. Prácticamente en cuanto aparecieron los humanos de comportamiento moderno, hace unos 50.000 años, comenzaron a provocar la segunda peor extinción de los últimos 55 millones de años, la LQE (Late Quaternary Extinction) que eliminó a la gran mayoría de la megafauna (≥ 44 Kg) así como a buena parte de la fauna de reproducción lenta y a todos los miembros supervivientes de su propio género (Koch & Barnosky 2006, Late Quaternary Extinctions: State of the Debate). Y todo eso antes de llegar al millón de humanos. No fue un mal estreno para tan brillante especie.
Fig. 11. Para Anthony Barnosky la LQE fue fundamentalmente un intercambio de biomasa de megafauna (en rojo, escala derecha) por biomasa humana (en azul, escala izquierda). Para Barnosky, la biomasa total de megafauna y hombre antes de la LQE era la misma que la biomasa de megafauna existente, hombre y ganado hace 200 años, pero se ha multiplicado por 7 desde entonces. Barnosky concluye: "Que el nivel basal normal de biomasa se haya excedido solo tras la Revolución Industrial indica que el nivel actual anormalmente alto de biomasa de megafauna es sostenido únicamente por los combustibles fósiles. Si la biodiversidad es de hecho una elección entre biomasa humana y la biomasa de otras especies, como indican tanto la LQE y las consideraciones teóricas, entonces el agotamiento de los combustibles fósiles sin reemplazamiento por fuentes alternativas de energía significaría que un colapso de la biomasa es inminente, éste rebajando la biomasa humana y causando extinción en un amplio espectro de otras especies. Fuente: Barnosky 2008.
En 1977 Mark N. Cohen en su libro "The Food Crisis in Prehistory: Overpopulation and the Origins of Agriculture" propuso que la agricultura le fue impuesta a la humanidad a pesar de que conllevaba mayor trabajo, peor estado de salud, mayor mortalidad y mayor riesgo, debido a presiones de población en todo el mundo que demandaban un incremento en el número de calorías obtenidas por unidad de espacio (ver Cohen 2007 CID Rethinking the Origins of Agriculture). Esta teoría se ha visto apoyada por múltiples líneas de evidencia, entre las que se encuentra la evidencia de que la agricultura no pudo ser desarrollada durante el último periodo glacial debido a que su clima era extremadamente hostil para el inicio de la agricultura por sus fuerte variabilidad climática, su sequedad y su bajo nivel de CO2 (Richerson et al. 2001, Was Agriculture Impossible during the Pleistocene but Mandatory during the Holocene? A Climate Change Hypothesis).
Antes de la agricultura el hombre había comenzado a alterar el paisaje para hacerlo más productivo utilizando el fuego. Con el desarrollo de la agricultura se acentúa la deforestación, y la obtención de metales, con su alto consumo de carbón vegetal, provocó un incremento aún mayor. Durante la época romana hay abundante evidencia histórica y científica de que el incremento de población y el desarrollo económico llevaron a la degradación o deforestación de muchos bosques que posteriormente no se recuperaron, especialmente en Italia, la Península Ibérica y el Norte de África, (Harris 2013, Defining and detecting Mediterranean deforestation, 800 BCE to 700 CE.). La construcción de barcos, con un alto requerimiento de madera, especialmente de árboles altos, fue también un importante factor de deforestación desde las flotas de la Antigua Grecia a las potencias marítimas de los siglos XV al XIX, especialmente España e Inglaterra que sufrieron una abundante deforestación.
La conclusión principal es que a lo largo de su historia la especie humana se ha comportado de acuerdo a su programación biológica, luchando denodadamente por incrementar su capacidad de carga con ninguna consideración a su sustentabilidad, y que por lo tanto no existe ningún paraíso perdido del hombre en equilibrio con la naturaleza. La frase "Creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales" (Génesis 1:28) es una descripción particularmente perspicaz de la humanidad. Hemos cumplido ese mandato de origen más biológico que divino y ello ha constituido simultáneamente nuestro mayor éxito y nuestro mayor fracaso.
Si la humanidad tuviera que ajustarse a la capacidad de carga conferida por un uso sostenible de los recursos renovables, ¿cual sería su tamaño de población? De nuevo es una respuesta difícil de obtener y altamente hipotética. Podemos empezar con el cálculo de la huella ecológica, el concepto propuesto por W. Rees de la Universidad de British Columbia en 1992, y que ha dado lugar a una ONG que promueve la sostenibilidad internacional, Global Footprint Network. La huella ecológica se mide determinando la cantidad de superficie terrestre y marina biológicamente productivas necesarias para sostener el consumo y asimilar los residuos de la población, comparándolas con la superficie real disponible (Rees 1996, Revisiting carrying capacity: area-based indicators of sustainability). Según los cálculos de huella ecológica, la población actual de la Tierra consume recursos y genera residuos que requerirían de 1.7 planetas para sustentarse. De acuerdo a esos cálculos, la capacidad de carga sostenible de la Tierra al nivel de consumo actual es de 4.300 millones de personas. Es un cálculo estremecedor, porque es una cifra un 41% inferior a la actual y un 57% inferior a los 10.000 millones esperados en 50 años. Ahora empezamos a entender lo que significa ser un pinzón en Daphne Mayor al final de un año húmedo.
Fig. 12. Representación de la huella ecológica global. Desde 1970 la Tierra esta en negativo y actualmente un 70% en números rojos. Fuente: Global Footprint Network.
Sin embargo, para los que quieran preocuparse aún más, existen criterios aún más estrictos que los de la huella ecológica, como es el criterio energético. La capacidad de carga está determinada por la cantidad de energía que recorre el sistema. En el caso de la humanidad podemos distinguir entre energía intrasomática, la que proviene de los alimentos que ingerimos y que sostiene nuestra población, y la energía extrasomática, que es toda la energía que hemos venido usando desde la domesticación del fuego y animales y que utilizamos para aumentar nuestra energía intrasomática y nuestra población, así como para otros muchos usos, algunos relevantes para nuestra capacidad de carga como calentarnos y defendernos de las enfermedades, pero la mayoría se puede considerar uso irrelevante para el tema de estudio. Si eliminamos de la ecuación la energía procedente de fuentes no renovables, combustibles fósiles y nuclear, estaremos eliminando el 90% de nuestra energía extrasomática. Con ese 90% se va la base de buena parte del incremento de nuestra energía intrasomática debida a la mecanización de la agricultura, fertilizantes, herbicidas y plaguicidas basados en el petróleo y el gas natural. A nivel global energéticamente estaríamos en una situación similar a la de 1870 cuando había una población de 1.500 millones de personas que utilizaban aproximadamente el 10% de la energia que utilizamos hoy. Por supuesto ahora tenemos conocimientos más avanzados de agricultura y mejores semillas, es decir nuestra agricultura sería más productiva que la de entonces, pero al mismo tiempo se han degradado mucho los suelos, aguas subterráneas y ecosistemas, por lo que la productividad final podría no ser superior. Por supuesto seguimos hablando de cifras hipotéticas, y se puede argumentar que podemos incrementar en gran medida la energía procedente de fuentes renovables de aquí a que no dispongamos de buena parte de la energía no renovable. Eso es cierto y ojalá sea así, pero también se puede argumentar que está por demostrarse que las energías renovables sean capaces de auto-replicarse, es decir que aerogeneradores y placas fotovoltaicas sean capaces de sustentar con su excedente de energía las operaciones mineras en zonas remotas, los transportes a gran distancia y la fabricación y montaje de las partes necesarias no solo para su mantenimiento sino para producir nuevos aerogeneradores y placas fotovoltaicas cuando su vida útil termine, y desinstalar y reciclar los antiguos. Hasta ahora las energías renovables han actuado solo como extensiones de los combustibles fósiles y nadie ha demostrado tampoco que se pueda sostener indefinidamente una sociedad del nivel tecnológico actual basada solo en renovables.
Si queremos saber lo que supone llevar nuestra sostenibilidad al límite, y asegurarnos de que la población humana no solo es totalmente sostenible y no provoca daño alguno al medio ambiente, sino que permite una máxima biodiversidad para el resto de las especies del planeta, debemos comparar nuestra población con la de otros mamíferos de similar tamaño. Charles Fowler llevó a cabo este análisis en 2003 y descubrió que la población humana es dos ordenes y medio de magnitud más abundante que las poblaciones más abundantes de grandes mamíferos (Fowler & Hobbs 2003, Is humanity sustainable?). Es decir, el número máximo que nos asignaría la biosfera, nuestro hueco real en el mundo es de 25 millones de humanos. Aunque ha habido mamíferos de gran tamaño con más de esa cifra sobre la Tierra, todos sin excepción eran rumiantes, como los bisontes de las praderas americanas. Para una especie omnívora como la nuestra, una cifra ecológica de 25 millones parece correcta. Se estima que la humanidad tuvo esa cifra hace unos 4000 años, hacia el final de la edad de Bronce.
Fig. 13. Tamaño de la poblacion humana (barra gris oscura) en escala logarítmica en el eje X, en comparacion con la de 63 especies de mamíferos similares a los humanos en el tamaño del cuerpo. Los límites al 95% de confianza entre las especies no humanas estan indicados por los bordes del área sombreada en gris claro. Fuente: Fowler & Hobbs 2003.
7. Capacidad de carga y cambio climático
Parece haber mucha preocupación por el efecto del calentamiento global sobre la capacidad de carga, sin embargo tras más de 200 años de calentamiento desde los mínimos de la Pequeña Edad de Hielo, nadie ha observado un efecto negativo del calentamiento sobre la capacidad de carga humana. Más bien al contrario, la productividad agrícola por unidad de superficie no deja de aumentar, y las épocas de crecimiento de cosechas se alargan en las latitudes elevadas. Donohue et al. han demostrado en 2013 que los satélites muestran un incremento del 11% en el follaje vegetal de las zonas templadas áridas entre 1982 y 2010, que atribuyen al efecto fertilizador del CO2 (Donohue et al. 2013, Impact of CO2 fertilization on maximum foliage cover across the globe's warm, arid environments).
Fig. 14. El reverdecimiento de la Tierra. Las imagenes de los satélites muestran un incremento del follaje entre 1982 y 2010, que en las zonas templadas aridas alcanza el 11% y que es atribuido al efecto fertilizante del CO2. Fuente: Donohue et al. 2013.
La Tierra ha sido en el pasado sustancialmente más cálida, más húmeda y con más CO2 que en la actualidad, y el efecto ha sido una Tierra más productiva. De hecho los combustibles fósiles se han producido en épocas así. Basándose en toda esta evidencia lo lógico es pensar que la humanidad tiene poco que temer del calentamiento global en lo que a su capacidad de carga se refiere. No así con respecto a un enfriamiento global que sería tremendamente peligroso.
Hay abundante evidencia del daño hecho a la capacidad de carga humana por la Pequeña Edad de Hielo, desde la completa erradicación de los vikingos de Groenlandia a la eliminación de un cuarto de la población de Finlandia en los años 1696-97. La pérdida de un 15% de su población para Escocia durante "The ill years" entre 1695 y 1699 fue determinante en su decisión de unirse a Inglaterra en 1707. Durante la Pequeña Edad de Hielo las hambrunas fueron tan abundantes en tantos países, que se organizan congresos entre los historiadores dedicados exclusivamente a ello (ZiF 2015, Famines During the ʻLittle Ice Ageʼ (1300-1800)).
Llegar al final de la situación excepcional que dentro de una glaciación supone vivir en un periodo interglacial ha de provocar sin lugar a dudas una reducción brutal de la capacidad de carga de la humanidad, y no solo porque una buena porción del hemisferio Norte resulta enterrada bajo hielos perpetuos. Los periodos glaciales de una glaciación han de resultar también épocas tremendamente hostiles a la producción agrícola. A la limitación que suponen las bajas temperaturas a la productividad vegetal, hay que añadir los otros fenómenos que la acompañan, una menor humedad del aire frío, que resulta en menores precipitaciones, y un descenso del CO2 que provoca un empobrecimiento de su crecimiento. También hay que añadir un incremento en las inundaciones por deshielos. Para empeorar la situación, durante los periodos glaciales la variabilidad climática a escala milenial (eventos Dansgaard-Oeschger) es unas tres veces más amplia que la experimentada durante el Holoceno, que por comparación ha resultado extraordinariamente estable. Esta variabilidad climática tiene su reflejo en una correspondiente variabilidad en los rangos de distribución de la vegetación (Pickarski 2013, Vegetation and climate history during the last glacial-interglacial cycle at Lake Van, eastern Anatolia). El retorno de tales condiciones haría muy difícil el establecimiento de civilizaciones sedentarias basadas en la agricultura con una duración superior a unos pocos siglos en muchas partes del globo, favoreciendo el nomadismo, y disminuyendo considerablemente la capacidad de carga del mundo, probablemente por debajo de los cien millones de personas.
Fig. 15. Los eventos Dansgaard-Oeschger en el registro de polen del lago Van en Turquía. Escala en miles de años antes del presente con más antiguo a la derecha. Arriba en rojo los datos del isótopo estable del oxigeno en el registro NGRIP que son un indicador de temperatura. Los picos marcados (•) y numerados corresponden a los eventos D-O que tienen lugar cada 1-3 mil años y consistentes en un brusco calentamiento seguido de un enfriamiento que puede ser brusco o progresivo. La amplitud de estos calentamientos y enfriamientos es de 3 veces los que han tenido lugar en el Holoceno, incluido el actual calentamiento. Abajo, polen arbóreo (AP) expresado en porcentaje sobre el polen total, que muestra los vuelcos a los que se ve sometida la vegetacion durante los eventos D-O. Fuente: Pickarski 2013.
El final del interglacial no es algo que deba preocuparnos personalmente, pero está claro que salvo extinción prematura, es lo que le espera a la humanidad. La firma astronómica de nuestro interglacial indica que pertenece al grupo de duración corta, con un promedio de 13±3 mil años (Tzedakis et al. 2012, Can we predict the duration of an interglacial?), por lo que podría terminar en unos 1.500 años, aunque para ello el clima tendría que enfriarse considerablemente en los próximos siglos, posiblemente sufriendo otra Pequeña Edad de Hielo aún más fría comenzando en unos 300 años. Esta posibilidad no puede descartarse en absoluto y para una especie de mamífero desprovista de pelo debería constituir un asunto de mayor preparación que el calentamiento.
Fig. 16. El grosor de la cubierta de hielo en varios lugares comparado con la altura de los edificios. Fuente: XKCD.
8. Conceptos y mitos.
A. La humanidad se encuentra muy por encima de su capacidad de carga.
Esto depende de que uno quiera expandir la definición de capacidad de carga hasta que encaje con su visión del problema. El concepto de capacidad de carga tiene un origen ajeno a la ecología, en el transporte marítimo donde denota la máxima carga transportable. De allí pasa a la gestión de espacios naturales a principios del siglo XX para definir la máxima población de grandes mamíferos que debe permitirse, antes de finalmente invadir la ecología, donde la mayor parte de los ecólogos la usa para definir la máxima población alcanzable. Según esta definición de amplio uso la humanidad no puede encontrarse por encima de su capacidad de carga puesto que su población no solo está siendo claramente soportada sino en expansión.
Un uso alternativo del concepto de capacidad de carga consiste en añadirle el requerimiento de ser "sustentable indefinidamente", o "sin dañar el medio ambiente", o "sin sobrexplotar los recursos". Esto permite automáticamente poner a la especie humana por encima de la capacidad del medio, pero lo hace a costa de cargarse el concepto, porque por definición la capacidad de carga para cualquier especie varía constantemente (no puede ser indefinida o estable) y no puede ser un número fijo teórico. Además hace que la capacidad de carga no se pueda calcular porque como hemos visto no sabemos calcular esas situaciones de falta de daño al medio ambiente o explotación sostenible, por lo que la capacidad de carga se vuelve arbitraria y deja de tener utilidad excepto para asustar a la gente.
B. La humanidad se encuentra en rebasamiento.
De nuevo eso supone expandir la definición de rebasamiento para que sirva a nuestros objetivos. El rebasamiento es por definición una situación en la que la población está en exceso sobre la capacidad de soporte. Los individuos de una población en rebasamiento no obtienen de media el mínimo de recursos para su subsistencia y la población por tanto presenta durante esa generación crecimiento negativo. Suponer que una población que no presenta esas características se encuentra en rebasamiento supone conocer el futuro. Los pinzones de Daphne Mayor no se encuentran en rebasamiento en un año húmedo. Se encuentran en rebasamiento al año siguiente cuando las lluvias no llegan y las semillas no se producen. De seguirle a un año húmedo otro, y luego otro y otro, los pinzones no se encontrarían en rebasamiento, sino en su capacidad de carga, lo que manifiesta la impropiedad de decir que una especie se encuentra en rebasamiento cuando está obteniendo suficientes recursos.
C. Los renos de la isla de St. Matthews son un buen ejemplo de rebasamiento y colapso por exceso de crecimiento poblacional y sobrexplotación de recursos.
29 renos, introducidos en la isla de St. Matthews en el estrecho de Bering en 1944, se habían reproducido hasta más de 6000 en 1963, cuando su población colapsó en el invierno de 1963-64 a menos de 50 individuos, en tan pobres condiciones que en 1966 no habían producido ningún descendiente (Klein, D.R. 1968. The introduction, increase, and crash of reindeer on St. Matthew Island). Desde el principio el caso se presentó como un ejemplo del efecto del crecimiento descontrolado y sobrexplotación de recursos, que lleva a un colapso poblacional.
La muerte de la práctica totalidad de los renos de la isla de St. Matthews en un solo invierno resulta sospechosa. Las variaciones estacionales en la disponibilidad de la comida de los renos hacen que cuando ésta empieza a escasear se produzca una mortandad elevada durante varios inviernos seguidos hasta reducir la población a niveles más sostenibles por el crecimiento anual de la vegetación. Esto es lo que se ha observado en otros casos. Como han manifestado Miller et al. 2004 (St. Matthew Island reindeer crash revisited: Their demise was not nigh—but then, why did they die?) existen evidencias que sugieren que la muerte de los renos se puede achacar a un invierno extraordinariamente frío en 1963-64 que pudo hacer que la cubierta de nieve se endureciera tanto que los renos no fueron capaces de llegar a la comida que hay debajo. De ser así, hubiera dado igual el número de renos, porque su capacidad de carga se redujo a cero. La experiencia enseña a desconfiar de los ejemplos excesivamente buenos.
D. Los nativos de la isla de Pascua son un buen ejemplo de colapso de civilización por sobrexplotación de recursos y ecocidio.
La isla de Pascua es una pequeña isla de 163 km2 situada a 3.700 km de la costa de Chile, que se cree que fue colonizada por polinesios entre el 400 y el 800 de nuestra era. Sus habitantes trajeron consigo una cultura desarrollada en condiciones climáticas muy diferentes, donde la tala de árboles era una práctica mucho más sostenible que en la isla de Pascua. Para empeorar las cosas, los habitantes pronto desarrollaron prácticas culturales autóctonas, la erección de moais (estatuas megalíticas), que requerían de traslado desde las canteras a sus lugares de emplazamiento. La población de la isla se estima que alcanzó quizá los 15.000 habitantes hacia 1600 y entró en declive cultural y poblacionalmente hacia esa fecha. En el momento del primer contacto con europeos, en 1722, la isla estaba completamente deforestada y la población se estimó en unos 3000 habitantes. Una teoría popular es que debido a la quema y tala indiscriminada de árboles para liberar terreno para la agricultura, y para trasladar los moais los pascuenses deforestaron la isla y degradaron su ambiente hasta el punto de reducir su capacidad de carga por debajo de su población, por lo que recurrieron a guerras y canibalismo hasta ajustar su población a la nueva situación de la isla. Esta teoría ha resultado popular y es defendida por ejemplo por Jared Diamonds en su libro de éxito "Collapse: How Societies Choose to Fail or Succeed" (2005).
Sin embargo existe otra teoría alternativa que parte de la falta de evidencia científica que apoye la teoría de "Los pascuenses cometieron ecocídio sobre sí mismos". La teoría alternativa defiende los siguientes puntos:
- Basada en datación por radiocarbono y en la colonización polinesia del Pacífico Este, la colonización tuvo lugar siglos más tarde, en torno al 1.200 dC. No hubo tiempo para la superpoblación humana.
- Las ratas traídas por los colonizadores como comida fueron la causa principal de la extinción arbórea al alcanzar la superpoblación y alimentarse de semillas y tallos tiernos de las palmeras como ocurre en otras islas (Auld et al. 2010, Disruption of recruitment in two endemic palms on Lord Howe Island by invasive rats). La tala y quema y el uso de la madera por los pascuenses fueron factores que contribuyeron, pero la fragilidad del ecosistema y el lento crecimiento de las palmeras frente a la capacidad explosiva de reproducción de las ratas hicieron que el resultado estuviera decidido de antemano.
- Los pascuenses no dependían para su subsistencia de los árboles, alimentándose de cultivos de patata dulce, ratas y pollos que trajeron a la isla consigo y de pescado de orilla, y combatieron con éxito la erosión y pérdida de nutrientes del suelo con jardines de piedra. Su población estaba bien alimentada a juzgar por restos arqueológicos de esqueletos.
- Los moai estaban diseñados para trasladarse erguidos sin uso de madera de palmera, que además no es lo suficientemente densa para soportar tanto peso. Ver el vídeo Las estatuas que caminaron.
- No hay evidencia de violencia generalizada y de haber habido canibalismo sería algo excepcional. El colapso de la población de la isla de Pascua tuvo lugar a consecuencia del contacto con los europeos debido a epidemias y finalmente a los esclavistas del siglo XIX que remataron la faena. Es una vez más el genocidio y no el ecocidio el responsable del daño.
La nueva teoría de "Los pascuenses son un ejemplo de éxito ante la adversidad y las dificultades de un ambiente difícil y con serios problemas ecológicos" junto con la evidencia que la soporta ha sido expuesta por Hunt & Lipo 2009 (Revisiting Rapa Nui (Easter Island) ‘‘Ecocide’’).
Fig. 17. Las estatuas que caminaron. Con relativamente pocas personas y esfuerzo, la replica de un moai de 5 toneladas de peso camina con sorprendente agilidad al balancearla de un lado a otro. No se sabe que tal se desenvuelve en las cuestas. Fuente: National Geographic.
9. Conclusiones
1. A pesar de haber incrementado de manera extraordinaria la capacidad de carga de la Tierra para su especie, la humanidad lo ha hecho a costa de apropiarse de un porcentaje muy grande de la producción primaria neta del planeta, incrementando fuertemente la contaminación, la degradación del medio y la pérdida de biodiversidad, indicando que no nos queda mucho por crecer.
2. Las estimaciones indican que en ausencia de cambios en su tendencia la población mundial alcanzará su máximo número en unos 50 años en el entorno de los 10.000 millones de personas antes de empezar a descender.
3. El crecimiento explosivo de la población humana es un fenómeno reciente, que se desarrolla principalmente entre 1910 y 1962 y que está relacionado con el incremento de la disponibilidad de la energía del petróleo en la producción y distribución de alimentos a escala mundial y con la disminución de la mano de obra en el campo que ello permite.
4. La elevada capacidad de carga de la humanidad es dependiente de un incremento continuo en el uso de petróleo y otros combustibles fósiles lo cual le confiere un carácter temporal y condena a nuestra especie a sufrir las consecuencias de un rebasamiento cuando dicho consumo se reduzca.
5. Las consecuencias de un rebasamiento necesariamente han de incluir el descenso de la natalidad, el incremento de la mortalidad y un mayor porcentaje de la población dedicada a las tareas de producción primaria de alimentos.
6. La escala del posible rebasamiento y por lo tanto de la posterior reducción poblacional depende de múltiples factores hipotéticos y no es posible predecirla. En el caso más extremo podría superar el 99% si el inicio del próximo periodo glacial nos encuentra en una situación de baja energía extrasomática.
Bibliografía adicional
Gerald G. Marten. Human Ecology. Basic Concepts for Sustainable Development.