Esta vez voy a comentar sobre las empresas de mi cartera y voy a incluir cifras concretas de rentabilidad por precios. Este año 2018, en los dos meses transcurridos hasta el 28 de Febrero, la cartera ha obtenido un 5,06% el fondo que utilizo de referencia ha obtenido un 1,64% y el Ibex sin dividendos un -2,03%.
Los precios suben y bajan y en los dos primeros días de Marzo la rentabilidad de la cartera en el año hasta el 3/3/2018 se ha situado en el 0,57%, el fondo de referencia en -0,57% y el Ibex en el -5,11%.
Subir y bajar está en la naturaleza de los precios. Las empresas de la cartera ganan dinero y eso es lo realmente importante.
Por empresas, a 28/2: Sabadell un 4,2% de rentabilidad en el año y un peso del 15%. Santander un 4,5% y un peso del 12%. Mapfre un 3,4% y un peso del 8,5%. Amadeus un 1,5% y un peso del 14%. CIE un 15,6% y un peso del 15,5%. Mediaset un 1,7% y un peso del 11,5% y BME con una rentabilidad en el año del 4,5% y un peso del 23%. Como muchas veces me preguntáis por el peso, esta vez lo he incluido, pero no me preocupa lo más mínimo, cuando entro en una empresa compro lo que quiero y/o puedo y la dejo correr.
La media de movimientos al año debe estar entre tres o cuatro. Este año 2018 no ha habido ningún movimiento, pero en 2017 tuve bastante actividad, hice una compra (CIE), fui a una ampliación (SAN), hice una venta parcial (MAP) y otra venta total (NTH), ambas relacionadas con la compra de CIE.
Solo invierto directamente en empresas españolas y hace muchos años que sigo una estrategia de la que he hablado varias veces en Rankia y concretamente la expliqué, en este artículo.
La rentabilidad de la cartera en el año 2017 fue del 19,24%. La rentabilidad de uno de los mejores fondos que utilizo como referencia desde hace muchos años del 10,36% y la del Ibex (sin dividendos) del 7,40%.
En los últimos diez años (1/1/2018 al 31/12/2017) la rentabilidad anualizada de la cartera ha sido del 7,8%, mientras el fondo de referencia ha obtenido un 4,07% y la del Ibex sin dividendos ha sido del -4,05%.
Evidentemente se puede ganar mucho dinero invirtiendo a través de la bolsa con todos los estilos de inversión y especulación que podamos imaginar. Cada uno debe encontrar el que mejor se adapte a sus circunstancias personales, pero ...
Hay un estilo de inversión en el que, para perder, el inversor debe esforzarse mucho.
Si nos fijamos en las empresas de la cartera, cada una tiene distintas características, pero todas ellas tienen algo en común, son empresas que siempre ganan dinero. Todos conocemos la famosa frase de Buffett: “lo primero es no perder…”. Evidentemente no se está refiriendo a los precios de la bolsa, si invertimos en empresas que siempre ganan dinero, la partida está amañada a nuestro favor y siempre que seamos capaces de comportarnos racionalmente, seremos ganadores.
No obstante, la lógica de la inversión no es la misma para todos los estilos y formas de inversión. Lo que no podemos ni debemos hacer es, incorporar en nuestra forma de gestionar, conceptos que pueden ser muy válidos para otros estilos de inversión, pero no lo son para el nuestro.
Siempre hablo desde el punto de vista del inversor particular que invierte directamente en empresas a largo plazo, pero en este negocio, tanto la enseñanza como “las buenas prácticas de inversión”, están orientadas a satisfacer los intereses de la “industria”. Se da por supuesto que lo que interesa a la “industria” es lo que le interesa al inversor.
Es considerado “políticamente correcto” tener siempre un porcentaje determinado en liquidez; tener una cartera diversificada por empresas, por sectores, por países, con una parte en renta variable y otra en renta fija, incluso que el peso de cada activo sea determinado por la edad del inversor. También se considera “normal” el invertir en fondos de varios tipos y estar continuamente recomendando cambios porque, como no se pagan impuestos (aunque sí comisiones) por cambiar de fondo, la cartera se puede adaptar a las circunstancias del mercado. Se habla de volatilidad cuando no obtienen rentabilidad, de rentabilidad en determinados períodos que les dan ventaja. Se inventan discusiones estériles sobre gestión activa o pasiva. Mi intención es comentar sobre todos estos temas y otros similares en sucesivos artículos que ya iré publicando.
Los vendedores de fondos suelen utilizar tópicos para desprestigiar al inversor particular que invierte por su cuenta, nos llaman Juan Palomo, los que se auto-medican o nombres similares. Esta gente siempre dice que ellos son profesionales, pero ¿Quién es aquí el verdadero profesional?: Los verdaderos profesionales que cuidan de nuestras inversiones son la gente que trabaja y gestiona las empresas en las que estamos invertidos, el resto solo son sucedáneos.
No hace mucho en una presentación de fondos, el vendedor decía que los inversores particulares, cuando la bolsa baja, se asustan y venden y cuando la bolsa está cara, compran con la euforia y por eso siempre obtienen menos rentabilidad que los fondos. No sé de dónde sacó los datos para hacer esa afirmación, pero a falta de datos ahí está mi cartera.
Cabría preguntarse: ¿Dónde están los que venden con el miedo y compran con la euforia? ¿Dónde están los que “juegan a la bolsa”?. Mi percepción es que los que venden con el pánico y compran con la euforia están invertidos en los fondos porque tienen más libertad de movimientos y no pagan impuestos cuando salen de uno para entrar en otro.
Hay una cuestión que la que no suelen hablar la gente de la industria, es sobre la importancia de los dividendos en la rentabilidad de nuestras inversiones. Los dividendos pagan impuestos y eso da mala prensa para el cliente-inversor, además no generan comisiones por ellos mismos. Para un inversor particular que invierte directamente en empresas a largo plazo, los dividendos son muy importantes, en realidad más de lo que parece.
Hace unos días comenté en este artículo sobre la importancia del dividendo en la creación de valor, esta vez lo voy a hacer de nuevo, pero con cifras reales, para ello vamos a ver los resultados por precios de BME.
Como hemos visto al principio, BME es la empresa que tiene mayor peso en la cartera. La primera compra fue a principios de Marzo de 2010, hace ocho años, concretamente lleva en cartera 2.922 días. Desde entonces he hecho alguna operación, las acabo de contar y yo mismo me he sorprendido de la gran actividad que he tenido con BME, pues han sido ocho compras y tres ventas a lo largo de estos ocho años.
El precio medio de compra es de 19,477€/Acc. La rentabilidad hasta el día 3 de Marzo de 2018 que cotiza a 26,70€/Acc ha sido del 124,9% o lo que es lo mismo un 10,65% anualizado.
El riesgo que tengo en BME, considerando el dinero procedente de mi bolsillo y el que he cobrado en “euros a la butxaca” por ventas y por dividendos es de -5,62€/Acc, es decir que para perder dinero en BME tendría que quebrar la empresa y que las acciones cotizaran a cero euros. Aún en ese caso ganaría 5,62€/Acc.
Ahora vamos a hacer números con los dividendos.
A lo largo de estos últimos 8 años se han cobrado 15,16€/Acc en dividendos que una vez descontado un 20% por impuestos quedan en 12,128€/Acc. No voy a considerar la reinversión del dinero ganado por las ventas, solo los dividendos por acción.
Como se han cobrado repartidos aleatoriamente en el tiempo, podemos considerar que BME ha proporcionado 12,128 €/Acc en dividendos para invertir durante cuatro años en empresas de la cartera y como no sé en qué empresa concreta se han invertido estos dividendos, creo razonable considerar la rentabilidad obtenida por la cartera en los últimos diez años, es decir un 7,8% anualizado, a pesar de que estos años incluyen el terrorífico 2008 en que le Ibex perdió nada menos que un -39,43%.
Vemos que 12,128€ al 7,8%, durante cuatro años, daría un rendimiento de 4,25€/Acc.
El rendimiento ha sido asignado a las empresas en la que se han invertido los dividendos de BME, pero el dinero invertido no procedía de mi bolsillo, esa rentabilidad ha sido consecuencia directa de que BME me ha pagado determinado dividendo y la parte no sujeta a impuestos ha sido reinvertida, proporcionando un aumento de la rentabilidad total de la cartera. Si asignara ese rendimiento a BME, resulta que la rentabilidad de BME habría sido del 137,93% en vez del 124,9% (un 13% más) o lo que es lo mismo un 11,44% anualizado, en vez de un 10,65% (un 0,8% más anualizado). Si comparamos el rendimiento con el Ibex en los últimos diez años del -4,05%, resulta que BME ha ganado al Ibex sin dividendos en 15,5 puntos. Parece evidente que BME está regalando 0,8 puntos de su rentabilidad al resto de las empresas de la cartera, es una empresa “solidaria” que produce más rendimiento de lo que parece y es uno de los motivos por los que BME tiene el peso que tiene en la cartera. El interés compuesto no se produce dentro de la empresa que genera el dinero, pero sé produce en la cartera y eso hace que la aportación de BME al conjunto sea mayor de lo que en principio parece. Solo son 0,8 puntos de interés compuesto por la reinversión del dividendo, pero a largo plazo, en una empresa que gana dinero es una fortuna y ésa es un arma que puede utilizar el inversor directo en empresas, siempre que sea capaz de actuar de manera racional, manteniendo el tiempo adecuado. Muchas veces ni se dará cuenta del efecto de los dividendos en su cartera, pero están ahí trabajando para nosotros.
La lógica de la inversión para un inversor en fondos puede ser muy distinta a la de un inversor directo en empresas. El inversor en fondos no controla el movimiento de sus inversiones y puede estar justo en la posición contraria a la que cree estar. Todos los beneficios del largo plazo y en este caso, el de los dividendos, pueden quedar anulados por los movimientos de los partícipes miedosos. Puede pensar que entrando en un fondo cuando los precios están bajos toma ventaja, pero si en ese momento el resto de partícipes del fondo está asustado y aprovechando la facilidad que tiene para cambiar de fondo se desplaza hacia otros fondos que creen más seguros, el gestor tiene que vender por necesidad, aunque crea que debería estar comprando y el partícipe, aunque esté comprando, en realidad está vendiendo porque va en el autobús de los vendedores y todos viajan al mismo ritmo y en la misma dirección. La rentabilidad se le va por las grietas que abren los que se van a protegerse en otros fondos.
Hay otra “equivocación” que cada vez me estoy encontrando más entre los inversores en fondos. Su rentabilidad puede ser o puede no ser la del fondo y debe medirla de forma independiente al fondo pues, un fondo puede tener varias categorías, el inversor puede estar invertido en varios fondos, puede haber realizado aportaciones o retiradas y puede haberse movido durante el año entre varios fondos. Hay asesores muy listos que le enseñan al inversor la publicidad del fondo donde dice la rentabilidad anual del que mejor se ha comportado en el año y le hacen creer que esa ha sido la rentabilidad de sus inversiones.
De ilusión también se vive y un inversor puede sentirse feliz y pensar que es el rey del mambo en la inversión, pero la rentabilidad es la cantidad que aumenta su dinero. ¡Haga números, hombre! No se crea todo lo que le dicen, solo es marketing y en marketing ya se sabe… “créeme, confía en mí, te estoy mintiendo”.
Saludos