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LA ESPERANZA
Todas las organizaciones políticas y religiosas califican a la esperanza como una gran virtud. Es lógico que así lo hagan, pues si al público no le hubieran ensanchado las tragaderas elogiando virtudes como la fe y la esperanza, sería muy difícil venderle paraísos terrenales o celestiales que se pagan en el presente para ser entregados en un lejano futuro (léase fabulosos planes de pensiones a cobrar dentro de 30 años, o comer tortitas con miel rodeado de ángeles, o la sociedad del bienestar en la que no existirán pobres, feos o enfermos).
No creo que la esperanza sea una virtud, y mucho menos para alguien que opera en los mercados.
Etiquetar de esperanza a la indolencia o a la pereza de no tomar las riendas de una situación desbocada que tiene muchas probabilidades de acabar en tragedia es una evasión de la realidad.
Evadir la realidad siempre agrava una situación desfavorable. No importa si se olvida el problema cogiendo una cogorza, si se le echa la culpa al gobierno, si uno se escuda detrás de una virtud teologal, o si el sujeto se enroca en un rincón amurallado de su subconsciente desde el cual sólo emite la manida frase “mientras no se venda no se pierde”.
No hay que confundir la esperanza con la expectativa razonable de que se cumplan determinadas leyes físicas o matemáticas. Es lógico que si se tira una moneda al aire en 100 ocasiones, la cantidad de veces que salga cara o cruz será bastante similar. Es insensato tener la esperanza de que, precisamente esta vez, vayan a salir 80 caras y 20 cruces. Aunque es perfectamente posible, es extremadamente improbable.
Un analista técnico no se debe basar en la esperanza de que una tendencia vaya a cambiar, sencillamente, solo debe tomar posiciones a favor de alguna tendencia ya iniciada.
Una vez confirmada una tendencia primaria, este hecho otorga un 80% de posibilidades de que se mantenga en la misma dirección al menos 2 ó 3 años. No se debería considerar una virtud el acto de tener la esperanza de que esta vez será diferente, o que quizá esta sea una de las tendencias incluida en el 20% de las que fallan.
AVISO:
Durante el mes de agosto escribiré tumbado al sol en una hamaca. No me hago responsable si el exceso de irrigación cerebral producido por la posición, y el calor, provocan pensamientos políticamente incorrectos.
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