Ya he comentado en alguna ocasión que todas las barbaridades que se les han ocurrido a los gobiernos para salvar el sistema financiero, siempre van acompañadas por el comodín de la reactivación del crédito.
Ahora nos vamos encontrando con el mismo esquema mental en la preparación de la opinión pública para este gran saqueo que es el banco malo. El slogan es sencillo; los bancos no dan crédito porque tienen problemas, por lo que se han de solucionar los problemas de los bancos, (cueste lo que cueste y repugne lo que repugne), para volver a dar crédito.
Lo que ocurre es que este argumento que acabo de poner es una absoluta tontería que a poco que nos paremos a pensar no se sostiene ni tan siquiera mínimamente.
Para verlo mejor, me gustaría que imaginemos cualquier pequeño negocio que está sufriendo una caída de la venta de sus productos espectacular. En caso de que alguien no tenga demasiada imaginación, podrá salir a la calle y encontrará millones de pequeños empresarios que le podrán contar.
En realidad esto es lo que está ocurriendo con el sector financiero; realmente se ha encontrado en una situación en la que por A o por B, (dejémoslo para luego), han dejado de financiar, y dado que se dedican a financiar; la situación es la misma que una frutería que deja de vender frutas.
Por tanto, lo primero que debemos entender es que los bancos no dejan de prestar porque tengan problemas, sino que tienen problemas porque han dejado de prestar y financiar. Y lo que tendremos que entender es que mientras no tengan que financiar, van a estar en la misma situación de una frutería que no vende fruta. A las fruterías podemos apoyarlas, darles liquidez, darles la normativa que les de la gana o incluso llegado un punto llegar a un acuerdo para que el estado, (a costa de todo lo demás), les compre la totalidad de la fruta o lo que sea. Y es posible que todo ello sirva para aliviar su situación, pero nunca una frutería tendrá posibilidad alguna de sobrevivir sin vender fruta. El tiempo que aguantará, será aquel en el que las podamos mantener,
Por lo tanto, debemos entender que los bancos están en problemas porque se dedican a financiar y si no financian, invariablemente entrarán en problemas. En realidad es simple, siempre que haya alguien que se endeude los bancos no tendrán problemas, pero cuando no exista tal posibilidad los problemas son automáticos. A lo largo de todos estos años, se han adoptado unas políticas por todos lados que han llevado a un endeudamiento máximo. No ha sido irresponsabilidad, sino todo un conjunto de decisiones que buscaban mejorar a un sector financiero que comenzaba el milenio en la resaca de las crisis financieras asiática y rusa, y en el fin de la borrachera de las punto.com. En definitiva, las burbujas fueron el primer rescate de las entidades financieras y un instrumento más de política monetaria y no una irresponsabilidad de las personas.
Cuando el endeudamiento privado no tenía más recorrido, los bancos entraron en problemas y en este momento el salvamento fue el endeudamiento público. De dos formas, por un lado se les daba los medios necesarios para sobrevivir y por otro lado se le proporcionaba un negocio abundante. En otras palabras, es como si a la frutería, le hubiésemos dado todas las ayudas y todos los clientes de una tacada.
Una vez llegado este punto al límite, estamos otra vez exactamente igual. Y por tanto con los problemas. De hecho, ya desde el año pasado los bancos centrales han tomado el testigo, y se han comido todos los productos de los bancos con una alegría que impresiona, (a pesar de que a las entidades les haya parecido poco).
En este punto tenemos que entender que no es lo mismo solucionar los problemas económicos para que las entidades de crédito vuelvan a tener algo que financiar que solucionar los problemas que tienen las entidades financieras al no tener nada que negociar.
Cuando hablamos de recuperar el sector financiero para dar reactivar el crédito, estamos en definitiva planteando una solución que no va a funcionar, porque se va a destrozar la economía y el problema es que se ha llegado a un punto donde la economía no podía soportar un sector financiero hiperprotegido e hiperdesarrollado.