Siguiendo al repaso de los personajes y negocios que tenemos en España, y dado que existe cierta polémica con los subsidios a Andalucía se nos ha colado en un programa de la Sexta la casa de Alba, tratando de hacer un lavado de imagen que ha sido absolutamente lamentable.
En esta entrevista ha aparecido Cayetano Martínez de Irujo, que en mi opinión ha mostrado una imagen lamentable, por varios errores de comunicación y puesta en escena y en definitiva porque resulta que da la impresión de ser una persona con nula empatía, pero que a su vez intenta, sin demasiada habilidad, transmitir una imagen de sí misma más comercial. En todo caso, creo que más interesante que la entrevista con este personaje, que puede caer mejor o peor, fue la entradilla con un tal Rogelio, que con mayor desparpajo nos ha dado algunos números y razonamientos, preparando el terreno para la entrevista mientras llegaba el artista invitado.
Estaba tan claro que iban a hablar del tema de subvenciones percibidas por las empresas de la casa de Alba que tenían el discurso y “documentos” preparados en una carpeta de gomas de toda la vida con un folio en el que se escribe “La sexta”. Lo curioso es que encontramos en esta pequeña entradilla unos cuantos problemas económicos, claramente identificados con una miopía de ciertos empresarios que nos muestra sin problemas el bueno de Rogelio.
Lo primero es que nos dicen que la Casa de la Duquesa de Alba percibe en subvenciones unos 3 millones de euros al año. Automáticamente ante la previsible crítica nos cuenta el tema de que todo es para crear trabajo. Y para demostrarlo, lo que hace es afirmar que “él da fé”; (a estas alturas no tengo claro si estamos ante un notario, directivo de las sociedades de la casa de Alba o ante un trabajador), y pasar a la prueba documental.
El que esperase cualquier tipo de documentación que acreditase algo, como por ejemplo, las cuentas de la sociedad, declaraciones de las retenciones practicadas a los jornaleros, un resumen de pagos a los trabajadores, un número de trabajadores o lo que sea, se habrá llevado un ligero chasco. Lejos de cualquier documento o incluso dato para hacernos una idea lo que nos encontramos es con un folio con los datos de la sociedad de Córdoba. En este caso estamos hablando de una subvención que el año 2010 asciende a casi 800.000 euros; y para entenderla en su medida tenemos un papel en el que nos dice cuantas peonadas se han hecho, que en este caso son casi 14.500 peonadas.
No podemos saber cuántas personas, ni tan siquiera de donde sale este dato que no es un dato habitual en ningún análisis de las cuentas de ninguna empresa, (¿Cuántas horas de trabajo o peonadas ha pagado Telefónica o Santander?). En todo caso, ya parece que está claro que las empresas de las que estamos hablando ya están teniendo una gran ventaja y es que los trabajadores son contratados exclusivamente por los días que trabajan, (peonadas). En consecuencia, tenemos que tener en cuenta que en cada peonada va la parte de vacaciones, festivos y por supuesto, las bajas van por cuenta de los trabajadores, (no hay peonada, no hay cobro).
Afortunadamente, cuando Evole trata de hacer un par de números se oye una voz por detrás que nos cuenta cuanto es el valor de una peonada. En total 44 euros por peonada. Esto quiere decir que los trabajadores de esta empresa cobran 44 euros por cada día que trabajan y cero por cada día que no trabajan. Imaginando que una persona trabajase 260 días al año, (todos salvo los fines de semana), tendría un sueldo de 11.000 euros. Evidentemente no llega a este nivel ni de lejos. Pero más allá de las condiciones de estos trabajadores, lo curioso es que resulta que multiplicando las peonadas que trabajan por su precio, sale un importe sensiblemente inferior a la subvención percibida. Ante esta pregunta, Rogelio explica que además tienen gastos de abonos, semillas y demás.
En todo caso es obvio; si con la subvención la empresa cubre los gastos, no se habla para nada de los beneficios; en este caso Rogelio nos cuenta que los beneficios son realmente escasos. De hecho habla de un 2%. En este caso, parece que se olvida ahora de la subvención. Está claro que el 2% se refiere a los ingresos, (precio percibido por la producción) menos los gastos pero dejando fuera la subvención.
En fin, todo un cachondeo sobre todo cuando resulta que luego Rogelio nos cuenta que lo que le parece mal son las subvenciones porque se pagan a los que tienen tierras por declararlas labradas. Por supuesto, nos jura que en la casa de Alba no existe inflación de tierras labradas en los papeles, (sorprendería y mucho que dijese lo contrario, y sorprendería y mucho que alguien lo controlase en un país en el que parece que unos cuantos pueden hacer lo que les da la real gana).
Pero tras esta larga introducción me gustaría dejar caer algunas conclusiones acerca de estos datos y del famoso PER, (única subvención que no le gusta a Cayetano de Alba).
La primera es muy clara; los trabajadores dicen en otras entrevistas del mismo programa que la casa de Alba se está forrando con las subvenciones, y la casa de Alba dice que se usan para pagar a trabajadores. Ambas afirmaciones son ciertas, ya que si unimos las dos frases nos encontramos con que las subvenciones pagan los trabajadores mientras las ventas pagan la riqueza. Esto se puede entender mucho mejor si se consideran las subvenciones como ingresos a sumar a las facturas de venta.
La segunda es muy clara; estas subvenciones están acabando con toda la agricultura, ya que realmente los precios en origen de la agricultura están tirados por los suelos, y en esto no podemos olvidar que existen grandes terratenientes poniendo la producción gratis. Evidentemente cuando la casa de Alba va al mercado a competir con el resto de agricultores puede tirar los precios, (aunque se queje amargamente), ya que sus costes están totalmente pagados. Esta situación es totalmente perversa.
Por supuesto, esta bajada de precios ni tan siquiera se traslada a los consumidores por el control de los medios de distribución de tal forma que se multiplican los precios por ocho o por nueve, generando unos beneficios increíbles que fagocitan todo posible ahorro para el consumidor, (argumento usado normalmente para defender estas subvenciones).
La tercera es que todo este sistema en el que las empresas están funcionando en un entorno en el que consiguen subvenciones mayores que unos costes que pueden bajar debido a que además juegan con unas reglas que permiten que estos beneficios tampoco lleguen a los trabajadores se puede mantener por el sistema del PER que tanto denosta. Es decir, la subvención a los trabajadores permite que se paguen estos sueldos. Este es el efecto perverso que comentaba en la serie de post de la Renta Básica, que ilustra que todas las subvenciones y subsidios serán capitalizados por quien tenga el poder de las relaciones, y no por quien los perciba, sobre todo en el esquema que nos ocupa en el que se obliga a los trabajadores a realizar unas peonadas, en las que el terrateniente pone el precio teniendo en cuenta tanto la obligación como lo que van a cobrar del estado. Por tanto, el PER genera unos beneficios claros para los terratenientes, que ven como el estado es el que completa los recursos para la subsistencia de los trabajadores, liberando por tanto a los sueldos de cumplir esta función.
La cuarta es que con unos costes muy bajos por trabajador, en un entorno en el que además los trabajadores son contratados exclusivamente por las peonadas trabajadas y en un entorno en el que vende gastarse el dinero en trabajadores, (las subvenciones las usan para pagar trabajadores) y que en muchas ocasiones incluso valoran la creación de empleo, los incentivos a invertir en maquinaria o en lo que sea que haga mejorar la productividad son absolutamente nulos o incluso negativos. Por lo tanto es de esperar que la productividad de estas instalaciones sean un autentico desastre.
Esto lo ve Cayetano también como un problema de mentalidad, pero la realidad es que es un problema de diseño de las empresas en las que está obteniendo unos grandes beneficios, a costa de unas cuentas que están claras y de una nula inversión.
La quinta conclusión es que tras haber explicado en una serie de post como la recaudación fiscal había pasado a ser regresiva a través de todo un sistema de cambios fiscales, en este caso comprobamos también cómo la regresividad se completa por el lado del gasto público. Es decir, la función redistributiva del estado en teoría supone que las clases bajas aportan menos al erario público y obtienen recursos de este, (esta es la función para tratar de equilibrar las rentas), pero comprobamos con total claridad como hemos llegado a una situación en la que la función redistributiva del estado está completamente distorsionada hasta el punto de que realmente ahora son las clases bajas las que aportan la mayoría de los fondos públicos que se llevan las grandes rentas.
En todo caso, económicamente este documento ha sido una joya de incalculable valor, para entender cómo es posible que las cuentas públicas estén destrozadas, las grandes empresas forrándose y promoviendo campañas en las que denuncian que no son ricas, los trabajadores arruinados y defendiéndose de campañas en las que resulta que se están forrando en el bar, los consumidores y los contribuyentes pagando una burrada y los agricultores cobrando una miseria, y por tanto con las diferencias entre pobres y ricos cada vez mayores y la productividad por los suelos. Por no hablar de los efectos económicos de una sociedad y un conjunto de analistas que aplauden con las orejas las ideas de personajes a los que han demandado no se cuantas veces, de tal forma que prefiere solucionar estos problemas de formas un poco menos evolucionadas, o que manifiesta su atracción por los “sobres”, (dinero negro), chulerías varias con los trabajadores y más falso que un duro de seis pesetas.