Una de las críticas al movimiento del 15-M y de las acampadas que surgieron es que se basaban principalmente en ideales de la izquierda. Desde luego es lógica esta crisis y desde luego no explica nada; a fin y a cuentas es muy difícil ponerse a la derecha de las propuestas de los políticos y los mercados; que ya están fuera de todo el espectro, hasta el punto de que en mi opinión determinadas propuestas solo las podemos calificar como de “antisistema”.
Pero el caso es que resulta que en la acampada de Valencia, (vamos a tener que preguntar a los de Rankia, dónde estaban), nos encontramos con una propuesta (que ha sido aprobada pero no con consenso, como nos cuentan). El caso es que estamos hablando de una propuesta en que se plantea un nuevo modelo económico y nos cuenta que hay que refundar el sistema fiscal de forma dramática eliminando el I.R.P.F., Impuesto sobre Sociedades y centrar la imposición en el IVA; por otra parte aboga por eliminar las cotizaciones empresariales y de los trabajadores a la seguridad social.
Inmediatamente me han venido a la cabeza las recomendaciones de todos estos analistas financieros que por ahí pululan, (en particular había hablado de las de funcas), que son básicamente lo que proponen esto, pero más light. Es decir, desde Funcas recomendaban no subir el I.R.P.F., bajar sociedades, subir el IVA y bajar las cuotas a la seguridad social. Por lo que esta propuesta, nos pongamos como nos pongamos es una exageración salvaje propuestas. Por descontado son la traca final a lo que ha ocurrido en los últimos años, con bajadas de I.R.P.F. (sobre todo en la parte alta de las rentas), bajadas de sociedades, bajadas de cuotas a la seguridad social y subidas de IVA.
La persona que parece que ha propuesto la medida, nos cuenta que esto es una medida de corte keynesiano en lugar de neoliberal, pero no acabo de entender este razonamiento, porque resulta que no hay forma humana de defender esto, y menos metiendo en el saco a otros países.
Pero vamos por partes; en primer lugar, tendremos que tener claro que existen dos clases de impuestos de los que se nutre el estado. Por un lado tenemos los impuestos directos, (que son el I.R.P.F. y Sociedades), que gravan directamente la obtención de las rentas. Estos impuestos son los que en teoría sirven al objetivo de la progresividad fiscal. Por supuesto en el diseño de los impuestos y su letra pequeña pueden llevarnos a que sean claramente regresivos, (como es el caso de sociedades que con las deducciones diseñadas para las casuísticas de gran empresa logran que las mayores rentas tributen menos); Pero aún asumiendo que hoy estos impuestos tienen unos rasgos de regresividad que hay que corregir, lo que está claro es que los impuestos indirectos son por definición regresivos.
Los impuestos indirectos son los que gravan el consumo de la renta, (bien en general como por ejemplo con el IVA o bien en determinados impuestos que gravan determinado consumo como el de hidrocarburos, tabaco y unos cuantos más específicos).
Está claro que el IVA tiene la gran ventaja de que, ceteris paribus, paga más impuestos aquella persona que más consume, por lo que dos personas con la misma renta, pagarán menos cuanto más se ahorre. En definitiva, si eliminamos los impuestos directos, los impuestos que pagaría una persona, sería el tipo impositivo multiplicado por lo que gasta.
En caso de que tengamos una persona que gasta 1.200 euros, y poniendo un tipo impositivo del 20%, pues esta persona acabaría pagando 200 euros de Impuestos. ¿Cuánto supone esto sobre su renta?. Pues como es fácil comprobar para contestar a esta pregunta, nos falta un dato que es la renta. La misma estructura de gasto supone que las personas con ingresos mayores pagan un porcentaje menor de su renta, (lo cual es evidentemente una primera aproximación de regresividad).
Es fácil entender que cuanto mayor sea el ahorro, menor será el porcentaje de renta que pagan las personas, lo cual nos lleva a la siguiente conclusión de regresividad. Es muy sencillo tratar de entender el caso de una persona que dispone de 1.000 euros mensuales. Esta persona viviendo como un ermitaño, (por obligación), podría ahorrar (¿Cuánto?). En todo caso, incluso aunque pudiese ahorrar una parte de su sueldo, la realidad es que las posibilidades son mínimas. En cambio una persona que tiene una renta de 10.000 euros mensuales, sin pasar demasiados problemas puede ahorrar un porcentaje importante de su renta. Por lo tanto por definición, cuanto mayor sea la renta menor será el porcentaje que se destina a pagar impuestos, lo cual es la definición exacta de regresividad.
Pero es que además tenemos que tener en cuenta que los impuestos indirectos, tienen una gran ventaja, que no es otra que la de su capacidad recaudatoria. Cuando estamos hablando de un impuesto indirecto, estamos hablando de que el pago corre a cargo del consumidor, pero la recaudación corre a cargo de la empresa. En este sentido, es mucho más sencillo subir los tipos indirectos que los directos, por la sencilla razón de que el pagador final del impuesto no es consciente del pago, y por tanto es más sencillo pasarlo al cobro.
Este efecto viene derivado porque el precio se incluye en los precios de los bienes consumidos, lo cual por cierto supone que tiene unos efectos diferenciados sobre los distintos precios de los distintos bienes, (en función de su elasticidad, como ya he tratado en su día). En resumen, en aquellos bienes necesarios, el impacto del IVA es casi equivalente al impacto en precios, mientras que en aquellos más prescindibles, el impacto del IVA es principalmente soportado por las empresas. O sea, que cuando suben el IVA, resulta que la compañía eléctrica, sube el importe cobrado en la misma cuantía de tal forma que el coste para el usuario sube en esta proporción. En cambio en otros bienes donde nos podemos retirar, el precio de venta al público es una variable fundamental, resulta que la subida se la come la empresa. Este efecto introduce una mayor regresividad.
Pero ahora me gustaría que se entendiese que el sistema fiscal va de conseguir los recursos necesarios para sostener el estado, siendo esta la base primera de la tributación. Después lo que tendremos que decidir es la estructura tributaria, o lo que es lo mismo, como conseguir estos fondos. Imaginemos que no existe IVA ni impuestos indirectos; cada uno pagaría impuestos en función de su renta, de forma que las rentas bajas pagarían la parte que le tocaría por la renta, que teniendo tipos crecientes, implicaría que el coste de mantener el estado se repartiría de forma creciente con la renta.
A medida que introducimos impuestos regresivos, eliminando la importancia de los progresivos lo que se hace es introducir regresividad en el sistema, o lo que es lo mismo, se traslada el coste de mantener al estado a las capas bajas de la sociedad.
Por lo tanto la propuesta fiscal me parece una autentica salvajada, y por supuesto con un mínimo de sentido común, y por descontado mucho menos si no se hace absolutamente nada para cambiar las estructuras de poder en los mercados de bienes y servicios. Es fácil ver que si nos suben el tipo de IVA en todos los bienes, simplemente nos machacarán en todos aquellos bienes y servicios necesarios, donde no podemos decir ni mu. Y como esto son los gastos pequeños de todos los días, nos destrozaría.
Pero si ya entramos en lo de la seguridad social, la propuesta adquiere tintes muy surrealistas, ya que simple y directamente están proponiendo la abolición del sistema de seguridad social. Así de simple y así de claro. La bajada de las pensiones, tiene dos claros objetivos que persiguen los intereses de dos tipos de agentes económicos perfectamente definidos. Por un lado nos entran muchas ganas de contratar planes de pensiones, (lo cual significa más dinero para los mercados financieros y más comisiones para las entidades financieras y aseguradoras); y por otro lado significa menos necesidades para el sistema de seguridad social, (si no paga pensiones, no necesita cuotas), de tal forma que se pueden abaratar las cuotas de la seguridad social.
Nos cuentan que de esta forma se podría pagar más a los trabajadores, pero esta es una gran falacia, porque el hecho de que se pueda pagar más a los trabajadores, no implica en ningún caso que se vaya a pagar más a los trabajadores, (como se ha demostrado mil veces en la historia). Y desde luego, si el sistema de seguridad social no tiene ingresos, lo que está claro es que el sistema de seguridad social no existe.
No tengo ni idea de lo que ha ocurrido en esta asamblea o en esta acampada; puede ser una gilipollez similar a la trampa de la tasa Tobin, (que se ha colocado de bandera de estos movimientos pero que esconde sus trampas); o bien estaríamos ante que la acampada no es tan de izquierdas como se plantea, y nos encontraríamos con la curiosa sensación de que se están proponiendo y acordando extremos que ni tan siquiera soñaban los de siempre.