En muchas ocasiones nos traicionan los clichés del pasado de una forma que es casi imposible pararla. Tan sólo de esta forma nos podemos encontrar tan extendida una idea que aparece en muchas pancartas y análisis. Se trata de la idea de que es el sistema capitalista lo que está provocando toda esta situación.
Esta idea tan sólo viene de la costumbre del siglo XX de encontrarnos en un sistema en el que los recursos y factores de producción eran de titularidad pública, (comunismo), y enfrente otro sistema basado en la propiedad privada de los factores y recursos productivos. (el capitalismo). Y es muy importante entender la idea subyacente a ambos conceptos: la propiedad de los factores de producción. De esta distinción sale la necesidad de organizar la economía, que será planificada en un sistema comunista y de mercado en un sistema capitalista; por una pura lógica en la que se organizan los recursos de acuerdo a la forma en que están distribuidos.
Es cierto que reduciendo de esta forma, nos perderíamos numerosos matices que ayudarían a construir cada sistema, de la misma forma que todos entendemos que una definición de un animal bípedo, omnívoro, con capacidad de habla, pensamiento, (por lo menos teórica) y pulgares oponibles no es suficiente para definir al ser humano; pero que si un animal no cumple estas condiciones directamente no será una persona.
Cada uno de los sistemas tiene virtudes y defectos, tanto desde el punto de vista teórico, como de las dificultades o posibilidad de que la situación real se aproxime a una situación utópica. (Puede darse el caso de que prefiramos una de las utopías, si creemos que es irrealizable); Después nuestros intereses, experiencias y opiniones, marcarán en definitiva aquel punto de vista que acabaremos defendiendo.
Pero más allá de las discusiones sobre las situaciones deseables o de los problemas que nos encontramos, ( y por supuesto de las razones que llevan a las situaciones reales), lo que no podemos negar es que en la experiencia comunista ha existido un gran fallo del sistema. En principio se trataba de buscar la democracia y el bien común, pero a lo largo del tiempo, resulta que se ha ido consolidando una casta (Politburó), que dominaba al final todos los recursos. En realidad todo era público, pero el control de los factores de producción no se ejerció por el conjunto de la sociedad, sino que a través de determinados procesos, absolutamente todo venía decidido por una casta que gestionaba los recursos de todos, pero siempre de acuerdo a sus intereses y sus opiniones, hasta el punto de reprimir con especial dureza al resto de los ciudadanos.
No es difícil entender que al final todo este sistema degeneró de tal forma que lo que sea que cayó no fue el comunismo, sino que fue un sistema en el que si bien nominalmente los factores de producción eran de la sociedad, y la actividad económica era planificada de acuerdo a los intereses de esta, en la realidad estábamos ante un sistema que podemos definir como gestorismo, ya que en muchos casos es más importante la palabra “control” que propiedad.
Exactamente la misma situación nos encontramos ahora mismo en un capitalismo, que a pesar de partir de las antípodas del sistema, irónicamente acaba de llegar al mismo sitio. Cuando hoy decimos que los capitalistas son los que están destrozando el mundo, en realidad estamos diciendo exactamente lo mismo que cuando los cabecillas del partido usaban los recursos de la sociedad contra esta. Y esto es sencillo de ver, si analizamos que en realidad en el sistema capitalista actual estamos en una situación en la que con frecuencia olvidamos que los capitalistas somos nosotros, y que toda la cantidad de dinero invertido en mercados financieros que está desequilibrando absolutamente todo, es de los capitalistas, o sea nosotros.
Fondos de inversión, fondos de pensiones, de estudios, los ahorros en el banco, o lo que en definitiva se conoce como inversores institucionales, y desde luego el dinero público, que a través de los estados o de los bancos centrales se ofrece a los mercados, es dinero nuestro sin que nos demos cuenta de este pequeño detalle, (de la misma forma que tampoco la gente del antiguo bloque comunista tampoco se identificaba con los recursos usados para someterlos).
El problema no es la propiedad de los recursos, sino que el problema está en que la gestión de estos recursos está totalmente descontrolada de la propiedad de estos, y sobre todo de los intereses de estos. Un ejemplo palmario lo podemos encontrar en el mercado de petróleo, que está dañando a todo el mundo, con el agravante de que está siendo sostenido por fondos públicos. Los grandes beneficios de esta situación no son otros que los gestores.
Evidentemente, aunque el hecho de que los capitalistas seamos todos, esto no significa que el capitalismo no tenga en su código genético los rasgos de la explotación. Esta es otra de las consignas que escuchamos últimamente con cierta frecuencia. Sin embargo, con unos básicos conocimientos históricos llegaremos a una conclusión que como poco es inquietante. Resulta que la explotación, la acumulación de riqueza, las crisis y el hecho de poner a los ciudadanos a satisfacer los intereses propios de pequeños grupos no es algo nuevo, y tampoco es algo que ha surgido con el capitalismo. De hecho como he venido exponiendo en este post, resulta que la situación en el experimento comunista no ha sido demasiado distinta, hasta que se derrumbó.
En el fondo el problema no es el capitalismo, ni el comunismo, ni cualquier sistema que se nos ocurra. El problema fue, es y lo será siempre el esquema del poder. La concentración de poder, bien sea en manos de reyes, dictadores, castas políticas, aparatos del partido o de gestores de mercados financieros, supone que los intereses de una minoría siempre prevalecerán sobre los intereses de la sociedad en su conjunto. En unos casos, se llega más o menos lejos en la dinámica de conseguir lo que sea, con el límite de que la sociedad no se desmadre, pero en definitiva, se acaba pensando en hasta donde puede aguantar la sociedad, en lugar de por la sociedad.
En definitiva, y aunque parezca una cierta herejía, sobre todo cuando hablamos en un foro económico, la triste realidad que lo principal no es el modelo económico, sino que este es una consecuencia de la organización de la sociedad y en este punto es siempre donde están las causas últimas y las razones de lo que está ocurriendo. Y hoy está claro que se necesita arreglar el sistema económico, pero jamás se podrá hacer sin eliminar el poder de los gestores, que han pervertido el sistema hasta el punto de que esto ni es democracia, ni se le parece.