El viernes pasado hemos tenido una reunión del consejo de administración de Bankia, y posteriormente ya hemos escuchado de nuevo a Goirigolzarri, como nuevo presidente de la entidad. En la misma reunión se han decidido a pedir 19.000 millones que recibirá en Julio, y se ha preocupado de aclarar que esto no se han de considerar ayudas públicas.
Hace bien en aclarar el tal Goiri que no se deben considerar estos millones, (y el resto), así como todas las facilidades que se le están dando al sistema financiero una ayuda pública, ya que a simple vista todo el mundo entiende que no estamos hablando de que se están inyectando miles de millones de euros en una entidad privada, para evitar la quiebra, y en consecuencia se puede pensar que es una ayuda y de las buenas.
Sin embargo, es cierto lo que dice Goiri, porque en realidad esto, al igual que todas las demás disposiciones que benefician a la banca a costa de toda la sociedad, (bien directamente o bien indirectamente), no tienen todos los requisitos de cualquier tipo de ayuda pública.
Así de pronto, nos encontramos que cuando hablamos de cualquier tipo de ayuda pública, siempre existen una serie de condiciones, debido a que, por lo menos en teoría, se busca una justificación determinada para el uso de los fondos públicos. Es decir, cuando hablamos de una ayuda a la innovación, se establecen una serie de criterios, condiciones, y fines, que tratan de que se acojan a las ayudas las empresas que se supone están en condiciones de realizar esta actividad, y además se ponen una serie de condiciones para que esta acción determinada tenga un beneficio para el resto de la sociedad. Por supuesto, existe una concesión de una administración pública que es la que decide cuanto, cuando y como se paga, y en todo caso una causa o unas obligaciones para la entidad que percibe el dinero público.
Podemos discutir si las condiciones están bien diseñadas o no, si los requisitos son apropiados o si los proyectos que se apoyan son los que se deberían. Se podrá discutir si en realidad estas condiciones recogen los intereses generales o bien las ayudas se diseñan bajo el parámetro de intereses particulares, y por supuesto se puede discutir la gestión de las ayudas; pero en principio estas condiciones están en todas y cada una de las ayudas públicas
Pues está claro que las ayudas a la banca, no son en ningún caso ayudas que cumplan ni tan siquiera uno sólo de los criterios. Estamos ante un caso en el que la cantidad inyectada la decide una entidad financiera en su consejo de administración de tal forma que el estado parece que no puede ni opinar. Es la entidad la que decide el importe, la que nos ha comunicado cuando se van a percibir. Por tanto, la primera diferencia con cualquier ayuda es que la decisión no está en quien concede la ayuda, sino en quien la recibe, lo cual evidentemente lleva a una situación en la que los incentivos y el rigor están totalmente pervertidos. Es cierto que la cantidad puede generar riesgo reputacional, (por esto mismo están negando que sean ayudas), pero también es cierto que este riesgo reputacional es en esencia el mismo independientemente de la cantidad. ¿importa algo a la reputación de Bankia que pida 10.000 o 19.000 millones?. Es cierto que existe una ligera diferencia, pero no demasiada.
Pero es que además de tener la decisión en la parte que recibe las ayudas, la realidad es que en ninguno de los apoyos o inyecciones en la banca ha existido la menor condición. En cualquier ayuda, resulta que se establecen unas condiciones y unas finalidades. En este caso, la entidad no se obliga a otra cosa que a sobrevivir, y de hecho ni tan siquiera esto, ya que debemos recordar que por ejemplo en el caso de Bankia nos encontramos con que es la segunda de las ayudas, y no parece que exista demasiado problema con tal circunstancia.
Esto es algo que ha sido común a todas las ayudas, inyecciones y reformas financieras, en las que como mucho se ha impuesto aquello de “procurarán reactivar el mercado del crédito”, sin que exista ningún tipo de condición y por tanto ningún tipo de penalización para las entidades que no desarrollen lo que busca la sociedad, (lo que debería ser siempre el horizonte de cualquier tipo de ayuda pública).
Sin condiciones, sin requisitos, sin controles y sin absolutamente ninguna penalización por unas obligaciones inexistentes, jamás se puede hablar de ayudas. Por esto tiene razón Goiri (y todos los que nos han dicho que las entidades financieras no reciben ayudas).
Sin embargo, una vez estamos de acuerdo en lo que no son, la realidad es que no estoy tan de acuerdo en lo que nos dice Goiri que son estos 19.000 millones que hemos metido en una entidad privada sin que el estado pueda decir absolutamente nada. Este señor nos dice que va a ser un capital, en un ejercicio de esquizofrenia acojonante, ya que parece que el problema no parece que el estado meta dinero en donde sea, sino que el problema parece ser que el estado trate de conseguir algo para la sociedad de este dinero.
Nos cuenta Goiri que se trata de crear valor, pero este es uno de los grandes problemas que tiene el sector financiero, los bancos centrales, los gobiernos y en general todos los formadores de opinión del ámbito económico, y no es otro que entender que el sector financiero no está para generar valor, sino que está para financiar la generación de valor.
Está claro que cualquier economía necesita que alguien le financie, o lo que es lo mismo un sector financiero y no algo que detraiga recursos de la economía real sin un fondo claro, y en este sentido se puede entender que todo el dinero que se inyecta, y todas las normativas que se diseñan ad hoc para beneficiar al sector financiero sea una inversión en capital como dice Goiri.
Sin embargo, no deja de ser curioso el hecho de que ahora se pida que el estado inyecte en capital de una entidad financiera este importe, ya que si de lo que se trata es de que el estado asuma participaciones en entidades financieras, lo más simple es garantizar los depósitos y crear las propias entidades. Es decir, con unos fondos propios de 25.000 millones, lo que se puede es conseguir una entidad que cumpla los requisitos de fondos propios establecidos con unos activos ponderados por riesgo de 250.000 millones. Lo cual significa una capacidad de préstamo salvaje para financiar cualquier actividad.
Este no va a ser el caso de Bankia, porque estamos asumiendo que mucho se va a ir para cubrir las decisiones pasadas, que se deberían decidir en un procedimiento concursal, sin más opinión.
Por tanto, si fuese una inversión, lo cierto es que sería una mala inversión, lo que unido a las características que no tenía para ser considerada ayuda, tenemos que concluir que esto (y todo lo anterior) es muy parecido a directamente un salvamento de una serie de personas y fondos sin ningún criterio o plan, lo cual es demencial desde el punto y hora en que ni tan siquiera se dignan en dar las gracias y desde el punto y hora de que determinados inversores están usando el dinero que se les da para no tener que financiar la economía real.
Por lo menos este señor, (y perdón a los señores), podría haber comenzado pidiendo perdón y dando las gracias a un país que tiene problemas presupuestarios graves por el esfuerzo, en lugar de comenzar intentando maquillar la realidad, tratando de crear una opinión que ya no se puede sostener.