En la última parte del año pasado, la noticia de referencia era el Fiscal Cliff (“Abismo Fiscal”), que nos íbamos a encontrar en Estados Unidos el 31 de diciembre de 2012. El primer día del año, nos hemos encontrado con la noticia de un acuerdo, (aunque de mínimos), de los políticos que evitó que lo que se anunciaba en todos lados como un drama se confirmase.
Este fenómeno se refería a la posible finalización de los estímulos fiscales aprobados durante la primera fase de esta crisis financiera y una serie de recortes para contener el déficit de USA, y absolutamente todo el mundo estaba de acuerdo en los dramáticos efectos sobre la clase media y en definitiva sobre la economía y sobre los mercados financieros de (y repito) anular estos estímulos fiscales. Como en todo, la elección de los nombres y las palabras con las que se denomina la situación es el primer indicio claro de cómo se percibe tal situación en “el consenso financiero”, y “abismo fiscal” es un término suficientemente contundente como para explicar el efecto de esta decisión.
¿Tiene sentido que expliquemos en España los efectos hipotéticos de tal situación?. Pues la realidad es que no tiene ningún sentido, ya que en nuestro país hace tiempo que lo de preocuparse por la clase media no tiene el más mínimo sentido, y aunque lo llamemos robustecer o “ajustar para crecer”, en realidad lo que tenemos es que los estímulos a las familias han sido inventados, y en lugar de evitar tomar medidas como el “abismo fiscal”, lo que se ha hecho es directamente saltar al vacío con la aprobación y la solicitud de todos los que no dudan ahora mismo, (ni han dudado jamás), en calificarlo como una medida desastrosa.
Particularmente, si tuviese que elegir la mayor tontería de estos supuestos economistas, (vende humos que amparados en supuestas teorías económicas lanzan mensajes para beneficiar a determinados grupos), no lo tendría demasiado claro. ¿No será demasiado absurdo calificar a unos países de indisciplinados y otras cosas peores para justificar unas determinadas medidas y sobre todo para explicar los efectos que unas medidas que todo el mundo conviene que son un desastre provocan?; o ¿es más absurdo que ahora mismo nos sorprendamos que unas medidas lleven al desastre?. A fin y a cuentas, tomar cualquier medida que atente contra una clase media de Estados Unidos o Japón es considerado como una traición, por los mismos que consideran comunismo el no estar todos los días proponiendo cuatro o cinco medidas que acaban hundiendo la clase media de países como España.
Evidentemente a lo largo de muchos años, (muchos años antes del comienzo de la “crisis oficial”), se han producido toda una serie de barbaridades, (que últimamente se han acelerado) en determinados países con todas las bendiciones, mientras se censuran en otros países, hasta el punto de que estamos metidos en toda una serie de dogmas que siendo absurdos por sí solos alcanzan niveles tragicómicos cuando se comparan los distintos países.
Esto no se limita sólo al fenómeno de la política fiscal; tenemos todos los análisis que igualan las bajadas de sueldos con devaluaciones, olvidando que las devaluaciones son algo buscado por países como Japón, Suiza o incluso Estados Unidos, con el fin obvio de evitar el empobrecimiento de la población, o incluso diferencias tan llamativas como la defensa de ampliar enésimamente el techo de gasto en Estados Unidos, mientras se defienden exactamente lo contrario en otros países, que además están menos endeudados y tienen menor déficit.
Pudiera ser que esta disparidad de criterios de la misma persona responde al hecho de que se piense que la virtud esté en el término medio y por tanto recomendando los extremos distintos para distintas zonas se consiga por lo menos estadísticamente la virtud; pero va a ser que no.
En realidad estamos asistiendo a un tipo de análisis centrados únicamente en lo que interesa a los mercados financieros y a las poblaciones de relevancia. En definitiva, la economía, o las situaciones sociales extremas a evitar son las de los países que tienen cierto peso en el esquema económico mundial, de tal forma que las demás, estemos o no estemos dentro de la unión europea, no somos más que meras comparsas sacrificables, de tal forma que además curiosamente los mercados financieros y negocios de determinados países no dependen de empresas que a su vez dependan de la existencia de clases medias, sino de la prestación de servicios básicos y oligopolios. Por otra parte, la evolución de los tipos de cambio, de las políticas monetarias y sobre todo de los discursos, recordemos que tampoco se refieren precisamente a una descoordinación o a actitudes distintas según de donde estemos hablando. Todo es parte de una coordinación en la que los ciudadanos de unos países tienen unas funciones y los ciudadanos de otros países tienen otros.