Una de las sorpresas repugnantes del día está en la publicación de la noticia de que en cuatro oficinas del INEM están llevando a cabo un proyecto experimental que consiste tan sólo en ofrecer los puestos de trabajo a aquellas personas que están cobrando prestaciones. Y es simplemente repugnante, injusto y una tontería económica antológica. Dicho de otra forma, al lumbreras o a los lumbreras a los que se le ocurrió semejante idea, deberemos llamarlos por lo que son: la excepción a la regla de que las personas con rasgos sociópatas son inteligentes.
Y cuando digo que no son nada inteligentes, no me refiero a lo más obvio que es aquello de que jamás se le buscará un empleo a ellos, (pocas posibilidades fuera de política y empresas que viven de la política mientras predican el cuento del liberalismo, y ambas cosas están en grave riesgo). Me refiero a que si se piensa un mínimo en el diseño social y económico, es fácil darse cuenta de que esto va en contra de todo.
Debemos tener en cuenta que una de las principales características que los sistemas económicos y sociales han de tener en cuenta es que debe existir cierto equilibrio, (que no igualdad como otros entienden). En este sentido, lo más obvio es que los esfuerzos han de ser mayores con aquellas personas en mayores dificultades. Es tan obvio que por una vez me voy a ahorrar justificarlo. Sin embargo, lo que está claro es que los sucesivos gobiernos lo que hacen es favorecer a los grupos o personas con mayores posibilidades y penalizar a aquellos que no las tienen, de tal forma que al final entre el subyacente y los esfuerzos, los desequilibrios quedan perfectamente definidos.
Por otra parte, económicamente, lo que está claro es que las personas que mantienen una prestación, tienen menores problemas que las personas que hace tiempo están desempleadas y no mantienen ningún tipo de prestación. Es tan obvio que no hace falta tampoco explicarlo, como supongo que tampoco hace falta explicar los efectos que sobre este término que se ha venido a llamar “inclusión social” o mejor dicho sobre su antagónico “exclusión social”, significa abandonar a su suerte a las personas que más dificultades tienen.
Y la palabra es exacta, se llama abandonar, porque a pesar de que desde la consejería de empleo de Madrid, digan que los parados de larga duración no quedan desatendidos, la realidad es que en una oficina del inem deberían buscar trabajo y no servir para que la gente pueda ir a anotarse a ofertas que les dan a otros. Si no llaman a los difíciles de colocar, ¿En que los atienden exactamente?. Por lo de pronto, las personas en dificultades de estos sitios ya tienen este problema y seguro que en muchos casos sobrevivirán de alguna forma legal, pero medidas de este tipo son las que empujan a la delincuencia a muchísima gente, (y esto no es ni exageración, ni ciencia ficción). ¿Cómo le sienta esto a un sistema económico?. Pues sencillo; que alguien me diga un país desarrollado con un sistema eficiente y una economía potente que tenga una estructura social completamente destrozada.
Pero, ¿en realidad que se busca con medidas de este tipo?. Es importante, porque el plan seguramente puede ser un éxito, aunque se lleve por delante a la economía y a la gente. De hecho este es el pan nuestro de cada día, (en el que aún por encima parece que determinados analistas no entienden que la economía y la gente esté hecha unos zorros). El problema es que la medida del éxito no son los intereses de los ciudadanos, ni la economía, sino las estadísticas que puedan presentar cuatro. Y este plan presenta unas cuantas ventajas;
La primera es que se ahorran prestaciones. Colocando a los que cobran prestaciones, evidentemente se reduce el importe a pagar en prestaciones, de tal forma que tenemos un ahorro en las cuentas públicas, ahorro que viene muy bien para luego gastar en otras cosas como rescatar concesionarias de obras públicas que supuestamente corrían un riesgo, bancos… Por descontado, poco se va a ahorrar, y en todo caso importe inferior al necesario para los pufos de los otros, por lo que sinceramente creo que esta ventaja no es la clave.
La segunda ventaja es que este sistema permite mejorar la eficiencia de las oficinas de empleo. ¿Tengo que explicar que sin perder el tiempo con los que menos posibilidades tienen, se lograrán mejores resultados de colocación en función de los recursos destinados?. Esto es cómo los médicos que curan esguinces frente a los que curan el cáncer. Evidentemente los primeros son mucho más “eficientes”, ya que con mucho menos esfuerzo logran unos resultados mucho mejores. No habrá más que sacar unos informes en términos de gasto y resultados y se sabrá.
Y esto nos lleva al tercer caso; las oficinas de empleo están para conseguir empleo, pero si pasan de los casos difíciles, ¿Qué ocurre?. Pues uno podría pensar que se seguirá creando la bolsa de desempleados sin posibilidades (que por cierto se está creando por la inutilidad y la inacción de todo el mundo). Pero lo curioso del caso es que con el tiempo, se conseguirá reducir el paro. Sólo se tratará de conseguir que estas personas se desanimen y, dado que no cobran prestaciones, no se anoten en el paro. ¿Para qué te vas a apuntar al paro si no te llaman, no te pagan prestaciones y sólo sirve para que vayas allí a perder el tiempo?. Si a esto le añadimos la campaña de desprestigio de la Encuesta de Población Activa, lo que se hace es directamente conseguir reducir el paro, con la ventaja añadida de que se podrán seguir manteniendo las ventajas de tener paro. Es decir, se podrá salir a decir aquello de que “España va bien”, porque los parados registrados son cada vez menores, y a su vez las empresas cuando negocien las condiciones de contratación podrán decir aquello de “Si no te gusta esto tengo a 100 en la puerta dispuestos”.
El problema de todo esto es que es una burrada económica, es una burrada social y tendrá efectos, que tratarán de controlar mientras se ignoran y al final resulta que alguien se dará cuenta de que, aún por encima, son personas e incluso muchas personas dirán que son ¡ciudadanos!. Ya sé que no son los votantes del PP, pero en el colmo de la inteligencia, nadie parece darse cuenta que al final son mayoría y querrán comer, incluso cuando les hayan destrozado todas las esperanzas.