Hoy no tengo demasiadas ganas de escribir, porque ha ocurrido algo precisamente en estos días que estaba hablando de jubilación, pensiones y esperanza de vida.
En fin, por temas de trabajo, me estaba relacionando bastante con una persona que llevaba un par de meses dándome la lata a lo bestia. La realidad es que estaba a punto de jubilarse, lo que le llevaba a la necesidad de cerrar temas; estas prisas, por otra parte generaban un efecto rebote o atropello; por un lado te sentías obligado a dejar todo lo que tuvieses para atender lo de esta persona, y por otro lado nos encontrábamos con bastante frecuencia con cierto cacao, (esto ya te lo envié; esto ya lo hemos hablado….).
A lo largo de este último par de meses, también me había contado que iba a venir a conocer Galicia, que era una tierra que nunca había tenido oportunidad de visitar. Yo bromeé en varias ocasiones con él; “te jubilarás si Marianito no te dice que nones…”, o “¡hasta julio hay muchos viernes, y muchas posibles cenas de Bruselas…!”. Además (y derivado del “casi acoso” al que me sometía), en muchísimas ocasiones yo he dicho: “¡Tengo yo más gana de que se jubile, que él!”.
La última vez que dije lo de: “A ver si se jubila de una puñetera vez”, fue ayer cuando hablé con él por unos asuntos pendientes que teníamos. Hoy he recibido un mail de su jefa pidiéndome algo que ya había enviado, y en medio de las prisas le he contestado, diciéndole que ya se lo había enviado, y que me confirmasen si existía algún error, si lo habían perdido o si querían más copias.
Al poco tiempo recibo una llamada, y la jefa me pide perdón pero que tenían cierto descontrol y estaban pasando momentos duros porque resulta que esta persona falleció ayer por la tarde en su puesto de trabajo.
No lo conocía en persona, no había visto su cara, no sé cómo vestía… de hecho era una persona, como tantas, a las que no hemos visto en la vida, a pesar de que hayamos hablado miles de veces por mail o por teléfono. Pero de hecho, no sé tan siquiera si estaba casado o si tenía hijos, (y acabo de acordarme de que ni le pregunté a su jefa).
Ahora alguien hará una baja en la seguridad social, alguien hará una declaración de la renta marcando la casillita de “interrupción del ejercicio por fallecimiento”, entrará en las estadísticas para el cálculo de la esperanza de vida…. Ahora habrá una explosión administrativa con su DNI que aparecerá en un buen número de formularios y bases de datos, para luego desaparecer.
El post que tengo hoy colocado es sobre la esperanza de vida, la evolución y sus efectos sobre las pensiones. Con tanta calculadora, a veces olvidamos que la mayor de las incertidumbres nos recuerda a veces que esto no es una formula, y que en algún momento, alguien tendrá que darse cuenta que lo importante es vivir, tanto que quizás deberíamos pensar en no perder la vida. Esta es una lección vital que se olvida con frecuencia, cuando realmente lo más importante a la hora de valorarlo todo es precisamente recordar que somos finitos.
Curioso, pero a veces nos enteramos de lo que es importante tarde. Me apena mucho no haber llegado a conocerlo nunca, tanto como que no haya logrado conocer mi tierra. En todo caso, me gustaría hacerle un pequeño homenaje. No era alguien importante ni famoso; era sólo una persona decente, que trabajaba y que tenía buen humor y planes de futuro; una persona sencilla, que es lo que realmente tiene valor.
Un recuerdo Javier.