Parece que las recetas que nos imponen ahora desde el BCE, (y desde otros muchos sitios), se refieren a la reducción de los gastos no productivos de los estados para reducir el déficit fiscal, en lugar de tirar por los impuestos. Lo curioso es que nadie se haya parado a preguntar: ¿Cuáles son estos gastos?. La razón es muy sencilla; absolutamente todo el mundo sabe a que se refieren y llamarlos de esta forma blinda todas las discusiones de una forma tan burda que sólo es eficaz cuando resulta que a todo el mundo le interesa no discutir. ¿Cómo se va a discutir con alguien que nos dice que hay que eliminar los gastos no productivos?. Además como estos no se identifican, (a pesar de que todo el mundo sabe cuáles son), siempre se puede negarlo todo y cuando se falle decir aquello de “no era eso lo que yo decía”.
Pero ya que estamos dándole vueltas a las cosas, quizás deberíamos pararnos a pensar en un aspecto un poco tonto; ¿Qué hace el estado incurriendo en gastos “productivos”?. Esto es especialmente llamativo cuando además estamos en una situación en la que se pide reducir el estado a la máxima expresión. Desde una óptica de economía de mercado, resulta que el papel del estado se ha de restringir al máximo, sin intervenir en la economía; ¿Qué haría pues incurriendo en gastos productivos?. Es curioso, que el BCE parece que se decanta más por un sistema de economía planificada en la que es el estado el que toma las decisiones sobre que se produce, (y en consecuencia el cómo), llevado al extremo.
Esta paradoja tiene importancia, porque para ser coherente el BCE debería pedir al estado que se abstenga de realizar cualquier gasto Productivo, entendiendo productivo como productivo. Sin embargo, como hace tiempo todo es perversión del lenguaje, convendrá aclarar lo que estima como productivo el BCE (y otros), para de esta forma entender lo que se está pidiendo, y porqué.
En primer lugar, vamos a ir a los grandes rasgos ya que está perfectamente claro en todas las recomendaciones donde podemos encontrar los ajustes de gastos que nos piden. De esta forma lo recurrente es pedir bajadas de pensiones, en sanidad, educación y sueldos de funcionarios. Sin embargo, cuando hablamos de infraestructuras, a pesar de que tenga que haber ciertos recortes, las presiones van en el sentido contrario. Hasta aquí supongo que nadie pondrá problemas.
Pues una primera aproximación nos lleva a concluir que parece ser que el gasto en un cirujano es mucho menos productivo que el gasto en el aeropuerto de Castellón. Está claro que el gasto en un cirujano, o en pensionista o en un funcionario de un ayuntamiento o juzgado no son productivos, a menos que curiosamente nos encontremos con otra diferencia fundamental.
Si en lugar de un cirujano, lo que tenemos es que se paga a una empresa privada por la gestión de la sanidad de alguna forma este gasto comienza a ser productivo; curiosidad que nos encontramos también en todas las subcontrataciones. Si opera una empresa por arte de magia será un gasto productivo, y en cambio si lo hace un médico contratado directamente, pues no lo será. Si alguien duda de este esquema tendrá que tener en cuenta que lo mismo ocurre en muchos ámbitos, (¿Es productivo ACS cuando ejerce las actividades de limpieza y no lo es cuando lo hacen barrenderos municipales?).
Pero aún asumiendo que en el sector público hay numerosos casos de persona que no se dedican a producir, sino que se dedican a proporcionar las condiciones para que exista una economía productiva o incluso para evitar destrucciones, (difícilmente un bombero producirá nada, pero evita destrucciones o minimiza los daños en ocasiones), lo curioso es que en el sector privado esto parece bastante más desapercibido.
A titulo de ejemplo; ¿Qué demonios es lo que produce todo el sistema financiero en pleno?. El sector financiero, como su propio nombre indica es el sector que se ocupa de financiar las actividades económicas y no realizarlo. Sin embargo, absolutamente a nadie se le ocurre decir que el gasto en salvar bancos no sea productivo y curiosamente en el discurso de Draghi, se nos cuenta que hay que seguir incrementando el gasto productivo y reduciendo el gasto no productivo, lo cual es un poco curioso, porque no he oído absolutamente nada por reducir la mayor partida de gasto de los gobiernos en esta crisis, que ha sido salvar el sistema financiero, que no es un sector productivo.
De hecho, si tenemos en cuenta las medidas de los bancos centrales, lo que se ha intentado es incrementar el valor de los activos financieros para conseguir el efecto riqueza o reducir el efecto “quebrados” en las entidades financieras y en los poseedores de activos financieros, que harán una actividad que unos valoran más y otros menos, pero que en ningún caso puede entenderse como productiva.
Por esto las medidas del BCE van a llevar al desastre, y en realidad esto es lo que al final ha de ser el gasto público. Ha de reducirse aquel gasto que no sirve para nada, no entendido como productivo, sino que ha de reducirse aquel gasto que no sirve para que la economía no funcione. En este sentido, el gasto en un médico es mucho más útil que el gasto en una estación de AVE sin accesos que se inaugura hoy, y el gasto en pensiones es mucho más útil que regalar dinero a bancos, o a concesionarias de autopistas a cambio de nada.
Lo malo es que el BCE no habla de gastos productivos, sino que habla de gastos que generen beneficios inmediatos a los bancos, (su obsesión es que se recapitalicen), olvidando que sin economía que financiar, el sector financiero, lo que hace es quebrarlo todo hasta quebrar ella.