Cristobal Montoro anunció para sorpresa de todos que los sueldos estaban creciendo de forma más moderada. Las críticas han venido por todos lados, ya que dicha afirmación trasciende el límite de lo grotesco. Sin embargo, la polémica creada ha permitido sacar algunas conclusiones;
La primera es la eterna perversión de unas estadísticas y unos análisis de la situación que siempre están supeditados a conseguir una imagen determinada, en lugar de a conseguir hacerse una idea de la realidad. De todas las estadísticas del mercado laboral y de las rentas de los trabajadores, una inmensa mayoría nos muestra una situación en la que los salarios se han contenido durante años y posteriormente han caído. No hay demasiados argumentos para defender que las grandes subidas de sueldos hayan existido, (y por tanto, mal habrán producido algún problema), en las últimas dos décadas, a menos que se busque algún dato escondido entre todo el maremágnum para tratar de convencer de que esto es lo que ha ocurrido.
El caso de Montoro es especialmente paradigmático, desde el punto y hora en el que tras una reforma laboral que ocasiona, entre otras cosas, que tan sólo el 22% de los trabajadores estén incluidos en un convenio, se afirme que los sueldos están subiendo porque los sueldos pactados en convenios han subido una media del 0,6%. Para centrarnos, estamos hablando de una media, (aspecto con problemas de representatividad evidente), de los sueldos pactados en convenios, (cuya fuerza es cada vez más debilitada debido a las facilidades de descuelgues que provocan que se pueda firmar lo que de la gana, que luego ya se verá si se cumple), que afectan a una minoría de los trabajadores. Es normal que con tal fuerza, absolutamente todo el mundo ha entendido que esta vez se había pasado de frenada.
Pero lo positivo de esta historia es que por fin se habla del papel de los sueldos. Ha sido tal la exageración que no ha quedado más remedio que buscar lo obvio, los sueldos han caído, la proporción del PIB que queda en manos de los trabajadores se ha reducido, incluso teniendo en cuenta el incremento espectacular de trabajadores y el poder adquisitivo se ha desplomado, bastante antes de la crisis.
Es más, lo positivo es que por fin, parece que nos acercamos a una conclusión que debería ser muy obvia desde el principio. Esta caída de los sueldos reales, no es otra cosa que una de las causas de la caída de la actividad económica y por tanto de la crisis, y por tanto la salida pasará por recuperar esta caída del poder adquisitivo.
Quizás entre estas conclusiones y la caída del comercio, (y en particular que ahora le toque al gran comercio que es mucho más visible), se pueda ahora entender lo obvio.