La semana pasada se ha confirmado la debacle de pocoyo, y lo curioso es la sensación que queda al analizar las noticias y opiniones que se han vertido desde “El economista”, que desde luego parece que ha hablado y abrazado al presidente de la compañía, y se ha olvidado de comprobar la realidad, para explicarnos una versión de la historia un poco sui generis.
A mediodía del 31 de octubre se confirma que Zinkia (Pocoyó) acude al preconcurso de acreedores y ya por la noche tenemos las razones explicadas “a su manera” en dicho periódico. Básicamente se recogían las declaraciones de Castillejos, que nos cuenta que todo es un problema de liquidez, ya que según él la empresa tiene unos fondos propios de más de 10 millones de euros, y por supuesto que tiene unos 14 millones de EBITDA fijados en las previsiones. Por supuesto, habla de las alternativas que es la conversión de los pagarés emitidos en 2010 en acciones, lo cual parece ser que supone un sacrificio a los accionistas iguales. No falta recordar el valor del grupo y el hecho de que se van a firmar contratos importantes que revertirán la situación.
Ante tamaños argumentos, el director del citado medio económico, emite un artículo de opinión el 3 de noviembre en el que es sencillo entender (aunque no lo diga expresamente) que Zinkia ha caído porque la CNMV ha hecho un aviso sobre el que se duda, encajando esto en la afirmación general de que las pequeñas y medianas empresas de la economía real no están accediendo a la financiación y de las ventajas de acceder al palco del bernabeu con la directora de la CNMV.
Todo ello, es directamente un ejercicio acojonante de manipulación de la realidad y de olvido de lo que debería ser el trabajo periodístico, porque no hace falta tener mucha visión para entender que la historia de Zinkia no es exactamente así y desde luego acusar a la CNMV de haber sido demasiado impulsiva a la hora de avisar a inversores es como poco un surrealismo impropio de una persona con cierta responsabilidad, sobre todo porque a la vista está que el problema es que la CNMV no ha avisado en ningún momento de los riesgos de la emisión de deuda subordinada de 2010, que recordemos es lo que no se va a pagar, (curioso que a Castillejos le preocupe lo de la dilución entre los accionistas y no el hecho de que unas personas que suscribieron títulos de renta fija, se encuentren ahora de accionistas de una empresa que difícilmente tendrá algún valor).
Y eso es precisamente lo que ocurre en este caso; poco importa que los fondos propios que constan en la contabilidad sean casi 9 millones de euros, según los datos al primer semestre de 2013; (frente a los más de 10 millones de euros que afirma el presidente), ya que estos fondos propios están viciados por una serie de irregularidades que la entidad lleva cometiendo desde el principio de la historia; (ver serie de Zinkia en su momento). En realidad, lo que vale Zinkia es lo que puede convertir en efectivo, y descontar lo que ha de pagar. Está claro que los 4.700.000 € que corresponden a los activos fiscales, no valdrán absolutamente nada en el caso de problemas, (lo que por cierto es evidente); tampoco tendrá un excesivo valor los 8.700.000 que son la propiedad intelectual basadas únicamente en sus costes y en unas previsiones disparatadas, y tampoco los 854.000 € pagados de más por adquirir una empresa por encima de su valor. Todo ello es activo que tendrá difícil realización.
Si repasamos el resto del activo, comprobaremos que apenas existe algo con un valor cierto y no sujeto a expectativas más o menos razonables. Sin embargo, las deudas son cuantiosas y elevadas. Por lo tanto, no vale nada.
Pero ¿ha sido culpa de la CNMV, de la situación económica o de la querencia de los bancos por las grandes empresas?. En este caso, la realidad es que estamos ante una compañía que nunca fue rentable por sus medios, (que quizás lo fuese algún día), que nunca cumplió unas previsiones, (que por cierto adolecían de graves errores incluso aritméticos), que nunca ha vendido, y que siempre estuvo endeudada, (y con cuotas pendientes). La historia de esto, me gustaría recordar que comenzó con una compañía que no podía devolver los préstamos al grupo Santander; Banesto la valoró en 80 millones y la sacó al MAB; con esto se cancelaron los préstamos al grupo Santander y se colocó a inversores institucionales, de tal forma que al final de toda esta historia, Santander ha cubierto la morosidad de la operación, pero resulta que todos asumimos en los fondos de pensiones, en los fondos de inversión y en las obligaciones que fueron emitidas con un sui generis estudio de intermoney dicho descalabro.
En fin. Lo de siempre. Pero claro, ahora nos cuentan que la caída vendrá por la CNMV y que ahora no se van a firmar los contratos de los que lleva hablando toda la vida.