Curiosamente parece que sólo hay dos salidas en las crisis; por un lado desregular todo y desde luego realizar políticas de oferta para crear producción, que generará la demanda que existe, (la más pura de la ley de Say), frente a lo que nos encontramos ciertas tesis identificadas con Keynes y ahora representadas en Krugman, que basan en que el estado asuma la demanda que falta invirtiendo para que se mantenga la actividad.
Una es gastar más y la otra gastar menos; pero independientemente de la discusión parece que no hay otra opción que las dos. Y que nadie diga que no sorprende, porque siempre que asistimos a una discusión, deberíamos tener en cuenta que las dos posiciones no siempre son las únicas posibles.
Es más, invariablemente en las discusiones, siempre aparecerá el new deal, entendido como un conjunto de impulsada por Keynes, que para unos sirvió para salir de la gran recesión, mientras que para otro resulta que la retrasó. Si nos damos cuenta, estamos ante una gran mentira mil veces repetida, que se traduce en dos cosas.
La primera es que entre no hacer nada con la demanda y sustituirla, hay una tercera opción, que por otra parte parece la más lógica; si cuando tenemos a los bancos fastidiados, lo que hacemos es tratar de apoyarlos entendiendo que son básicos para la economía, ¿Por qué a nadie se le ocurre recuperar la clase media?, tengamos en cuenta que las dos opciones son esperar a que se recupere solita o sustituirla en su papel de demanda. En realidad hoy en día, tenemos la famosa discusión entre la austeridad y las políticas de inversiones en obra pública que se piden desde otro lado.
De hecho, lo más curioso es que pese a lo que se cree, la administración de Roosevelt no aceptó el plan de Keynes; es decir, de todo lo que significó el New Deal, no más que una parte pequeña consistía en estímulos económicos. Es cierto que New Deal y Keynes se consideran en gran parte conceptos equivalentes, pero me gustaría traer aquí una carta abierta de Keynes a Roosevel en diciembre de 1933 en la que se explicaba un poco más esto donde le (como siempre, pido perdón por ciertas traducciones libres…), dice:
“Usted está involucrado en una tarea doble, recuperación y reforma, - la recuperación de la depresión y la aprobación de las reformas sociales y de negocios, que son necesarias desde hace mucho tiempo. Para la primera, la velocidad y los resultados rápidos son esenciales. El segundo puede ser urgente también, pero la prisa será perjudicial, y la sabiduría y el propósito a largo plazo es más necesario que el logro inmediato. La fuerza motríz necesaria para lograr la reforma de largo alcance vendrá a través del prestigio de su administración por el éxito en la recuperación a corto plazo. Por otro lado, la Reforma, sabia y necesaria, puede en algunos aspectos, dificultar y complicar la recuperación. Para ello alterará la confianza del mundo de los negocios y debilitar sus motivos existentes para la acción, antes de haber tenido tiempo de poner otros en su lugar.”
Ergo es sencillo deducir como de hecho ha ocurrido, que Keynes pensaba que las actuaciones de Roosevelt se estaban polarizando en dos ámbitos, medidas de reforma, (defensa de los consumidores, sindicatos, normas financieras que aún perviven…) y las de recuperación que serían las que supondrían las inversiones y gastar más, y que se identifican como “de recuperación”. Por si no quedara claro, me gustaría mencionar que la National Industrial Recovery Act (NIRA), establecía dos líneas básicas de actuación; Por un lado se regulaba la actividad, se establecían condiciones laborales y se buscaba toda una serie de medidas para incrementar los precios para determinados productos estratégicos, (buscando salvar las empresas). Es decir, se introducían medidas para que las empresas pudiesen subir los precios, (destruir cosechas, “legalizar carteles”…), pero a su vez se obligaba a mejoras a los empleados, de tal forma que se luchaba contra la deflación y se redistribuía la renta; mientras que en la segunda parte, se creaba una entidad para afrontar gastos suponiendo que esto apoyaba la recuperación. Así al respecto Keynes escribía:
“no me queda claro, mirando hacia atrás en los últimos nueve meses, que el orden de urgencia entre las medidas de recuperación y medidas de la reforma haya sido debidamente observado, ….. En particular, no puedo encontrar la ayuda material a la recuperación en NIRA, aunque sus logros sociales han sido grandes.”.
En el punto 5 de la carta, sigue reiterando sus críticas, estableciendo que sólo hay tres posibilidades, (repito… ahora se han limitado a dos), Por un lado, se puede estimular la actividad induciendo a las personas a gastar un porcentaje mayor de sus ingresos, (por la vía de la confianza, que es el eje del new deal), Por otro se puede generar actividad desde los negocios, para que lo pongan en manos de sus empleados, (lo que ocurre cuando la actividad se está expandiendo), O la tercera opción es que el estado debe acudir al rescate con el gasto de dinero pedido prestado o impreso. Deja perfectamente claro que la única opción es la tercera, ya que no se puede esperar que la recuperación de la gente tenga la escala suficiente.
Pero es que además Keynes define las medidas como un fracaso, en estos términos:
“El retroceso que experimentó la recuperación estadounidense este otoño fue la consecuencia previsible del fracaso de su administración para organizar cualquier aumento sustancial en nuevos gastos durante los primeros seis meses de la legislatura”.
Para ello, después de darle un poco de jabón y avisar que aunque las críticas a su gestión son evidentes, en el fondo admira que esté intentando cambiar las cosas, da sus recomendaciones a USA:
“En el ámbito de la política interior, poner, por las razones expuestas más arriba, un gran volumen de préstamos o gastos bajo los auspicios del Gobierno. Está más allá de mi alcance elegir los objetos particulares de gasto. Pero se debe dar preferencia a los que se puede hacer para madurar rápidamente a gran escala, como por ejemplo la rehabilitación de los ferrocarriles. El objetivo es comenzar a rodar la pelota. Estados Unidos está listo para rodar hacia la prosperidad, si se puede dar un buen empujón en los próximos seis meses. ¿No podrían la energía y el entusiasmo, de la NIRA en sus primeros días, ponerse en una campaña para acelerar las inversiones de capital elegidas sabiamente?. Al menos puede sentirse seguro de que el país estará mejor enriqueciéndose con este tipo de proyectos que por el paro forzoso de millones”.
En esta carta evidentemente está lo que recomendaba Keynes, y están desde luego, las recomendaciones que tanto se critican; es evidente que Keynes recomendaba incrementar los apoyos a la economía real, gastando más y poniendo créditos a disposición de las empresas a un coste reducido o gratis, para sustituir a la demanda que estaba completamente deprimida. Las críticas a Keynes son obvias y todos las podemos entender; pero lo más importante, y lo más esencial que debemos entender es que cuando hablamos de New Deal no hablamos precisamente de recomendaciones de Keynes, tampoco hablamos de que los estados gasten más dinero, sino que hablamos de un nuevo trato que significaba una reforma en la que los ciudadanos, los empleados y los consumidores, comenzaron a existir, mientras se establecían determinados límites al sector financiero.