Siguiendo con la entrevista concedida por Lagares a el país, y el repaso a las burradas, llama también poderosamente la atención a otra importante: “El primer principio de justicia es hacer que los que sean iguales paguen como iguales. Eso significa: no exenciones, no privilegios. Todo el que tenga 100 de renta tiene que pagar igual que otro que tenga 100”
¿A que parece justo?. Evidentemente aquí no tiene nada que ver la progresividad, que habla de que han de pagar distinto porcentaje, (y por tanto distinto), las personas que tengan mayor renta.
Pero pensemos un poco; ¿con la reforma fiscal propuesta se consigue o se busca tal loable justicia?.
A ver; en primer lugar, vamos a olvidarnos de los impuestos indirectos y nos vamos a ir al impuesto sobre la renta de las personas físicas. En el impuesto de las personas físicas, resulta que se plantea como un impuesto dual; por un lado tendremos los impuestos pagados por los rendimientos laborales y económicos, (de los autónomos), y por el otro lado tendremos todo lo que es la base del ahorro, (proponen que se constituya con la renta inmobiliaria, y desde luego todo lo que son inversiones, que incluye por supuesto cualquier participación de sociedades).
Pues para una de las rentas hay un gravamen progresivo, (menos progresivo que antes), y en cambio se propone para el ahorro el tipo equivalente al menor tipo de los rendimientos del trabajo. Es decir; alguien que gane 100.000 € con un sueldo, pagará mucho más que aquel que obtenga 100.000 € de un depósito, o de una empresa.
Por lo tanto ya directamente nos encontramos con que su propia propuesta de IRPF no cumple ni de lejos dicha frase. Y todo ello sin tener en cuenta tampoco el maremágnum que se genera cuando se introducen otros matices como la famosa imputación de rendimientos inmobiliarios. Dos empleados que ganen 50.000 € pagarán distinto si uno de ellos tiene vivienda habitual, (esté pagando o no hipoteca), y el otro un alquiler o vive en casa de sus padres.
¿Y si introducimos las SICAV?. Las Sicav canalizan las inversiones y gravan los rendimientos al 1%. Por tanto; el que invirtiendo en una SICAV consiga una renta de 100.000, pagará mucho menos que el que invierte en su persona y obtiene 100.000 y a su vez que el que gana 100.000 €.
Pero si salimos de los impuestos directos, y metemos lo que tenemos que pagar, la cosa se dispara, ya que dependerá de multitud de variables al pagar una salvajada por todos y cada uno de los bienes básicos. El que más coma, más pagará; el que use la autovía pagará más impuestos que el otro…. Y así hasta el infinito, de tal forma que de ninguna forma se puede entender que esta frase pueda tener la mínima consistencia.