Me encuentro con un artículo de opinión de Krugman en “El País” en el que nos habla del concepto “sadomonetarismo”, referido a la tendencia de algunos bancos centrales a subir los tipos de interés “porque sí”.
En el artículo habla del caso de Suecia, que va de lleno a la deflación porque se le ocurrió subir los tipos de interés en un momento en el que tenía un crecimiento bajo e inflación controlada, lo cual le llevó a esta situación. ¿Por qué?. Pues lo cierto es que se le ocurre la citada explicación basada en aspectos sádicos.
Este tipo de explicaciones son más habituales de lo que creemos. No hace falta más que recordar cuantas veces se ha explicado la actuación del banco central europeo usando la justificación de que las autoridades alemanas están acomplejadas por la hiperinflación de los años 20 del siglo pasado.
Sé que no son la misma explicación, pero quiero que se entienda que estamos ante decisiones que van en contra de la teoría económica, que luego acaban en desastre no previsto por nadie, y que se explican por razones ajenas a la propia teoría económica.
Pero claro, ¿de verdad los suecos han subido los tipos de interés porque resulta que los miembros de su banco central se han puesto de acuerdo para comportarse de forma especialmente sádica a sabiendas de que llevan la situación al desastre?. ¿Creemos que el BCE subió los tipos de interés cuando no podía porque resulta que las personas tan preparadas del Bundesbank están traumatizados por una situación distinta de hace 90 años?. ¿Y cómo se explica que la inmensa mayoría de las economías emergentes hayan hecho exactamente lo mismo a lo largo del primer trimestre de 2014?. ¿Sádicos?, ¿temerosos de la inflación?, ¿copiones?. Con el euro nos hemos perdido el clásico recurso al chauvinismo francés para explicar medidas para mantener alto el franco.
Critica Krugman que en el banco central sueco hayan ido cambiando el discurso para justificar la decisión de subir los tipos. Primero se justificaba por la subida de la inflación, y luego por la estabilidad financiera, lo que lleva a Krugman a decir que se hacía por que sí. Sin embargo, no tienen sentido las explicaciones irracionales para decisiones colectivas que involucren a estos colectivos. ¿No nos damos cuenta que si hacemos caso a estos análisis encontramos explicaciones que nos dicen que se toman unas decisiones en las que no gana nadie por culpa de fantasmas?.
En realidad hay que tener en cuenta que las cosas no son exactamente así. Determinadas economías mantienen un sesgo hacía la subida de tipos de interés siempre, igual que determinadas economías mantienen un sesgo hacía la bajada siempre. Las apreciaciones de tipos y las subidas de tipos en un entorno de economía débil perjudican a las empresas y a los ciudadanos de los países. Pero como siempre parece olvidar que no hay beneficiarios y la realidad es que sí que lo hay.
En realidad cuando escuchamos explicaciones de este estilo, debemos pensar siempre en ¿Qué se olvida el que nos larga este cuento para explicar los movimientos?. Y ya que Krugman habla en su artículo de la economía básica, debemos tener en cuenta que siempre que hablamos de bancos centrales tendremos que hablar de controlar el tipo de cambio; y que siempre que hablamos de variaciones en los tipos de interés debemos hablar de tipos de cambio. Soy perfectamente consciente de que el Banco Central Europeo ha dicho una y mil veces que el tipo de cambio no es un objetivo de política monetaria, pero creo que va siendo hora de entender que la importancia de la comunicación que tanto se menciona de la política monetaria, incluye el “que se dice” pero también lo que se oculta y como se oculta. Por ejemplo en explicaciones esotéricas que casualmente se cree todo el mundo porque parece que cualquier estudioso queda mejor diciendo que el estudiado es un inútil, (una persona que toma una decisión desastrosa por sádico o por complejos históricos lo es), que diciendo que el estudiado tiene una serie de razones para hacer lo que hace, (por mucho que no las pueda o quiera mostrar). En este segundo caso, no seríamos más inteligentes que los bancos centrales y es posible que acabaríamos haciendo lo mismo, ya que aunque lleve al desastre, hay fuerzas muy poderosas que llevan al desastre.