Conocidos los presupuestos generales del estado destaca en mayúsculas la apuesta por el AVE que ve como se incrementa la dotación y representa la mayor parte de las inversiones del estado. El mismo día conocemos que el FMI recomienda la inversión en infraestructuras debido a las condiciones de unos tipos de interés bajos que benefician el endeudamiento para generar actividad.
Parece claro que ahora estamos ante la cara keynesiana de todo el mundo. Esto es el primer punto que me gustaría destacar; Resulta que los que critican que se paguen pensiones o sanidad o lo que sea en base a que es gratis total, no ponen el menor problema en gastar dinero en una infraestructura como es el AVE.
¿Por qué invertir en el AVE?. El 90% de las veces que hagamos esta pregunta nos encontraremos con que son unas infraestructuras básicas que vertebran el territorio consiguiendo que tengamos una mayor competitividad. Yo traduzco; están diciendo en bonito que porque sí. Y están callando que lo que hacemos es salvar a los que se presenta(ba)n con Fomento a las licitaciones de todos los AVES en el mundo adelante.
De hecho, aquí está la primera contradicción. Si todos los mensajes coincidían en que somos líderes en alta velocidad, donde tenemos unas infraestructuras envidiables; ¿no será mejor en un contexto de restricciones presupuestarias fuertes y graves problemas con un endeudamiento disparado quedarnos como estamos o frenar?. Dicho de otra forma; si ya tenemos la mejor red del mundo mundial, ¿será el momento de ampliarla?; sobre todo teniendo en cuenta que esto no parece que haya servido para generar competitividad, (recordemos que tenemos la mejor red y la peor competitividad que obliga a bajar sueldos a todo cristiano que busque una sombra en este país).
Sigamos, tenemos las autopistas sin usar (porque salen muy caras para los usuarios) y unas cuantas concesionarias quebradas por rescatar, mientras las carreteras ordinarias acumulan un déficit de mantenimiento escandaloso. Dicho de otra forma, tenemos unas infraestructuras maravillosas que no se usan porque se espera que se paguen por los usuarios, y unas infraestructuras destrozadas y masificadas provocando falta de competitividad e incluso muertos. ¿Por qué no se arregla todo esto en lugar de introducir dinero en una infraestructura que será usada por pocas personas que puedan pagar el precio y que no será usada para transporte masivo de mercancías?. No se piense que se trata de beneficiar a los ricos del lugar. No es eso; se trata de beneficiar a los que intervienen en el AVE.
El impacto del gasto público en la economía vendrá dado por la cantidad de personas (y su renta) que reciben el importe del gasto público y por el impacto que se pudiera generar a través de facilitar la vida, el transporte o la actividad de las personas (con especial importancia en el número de personas afectadas y en su renta). El AVE quizás sea el ejemplo de gasto público que va a tener muy pocos beneficiarios, aunque se dejen notar mucho en el pago de sobres o en la influencia en la Unión Europea (no sólo hay constructoras sino que hay muchos intereses en la fabricación de trenes), y que va a afectar a muy pocas personas. Es decir, estamos ante uno de los ejemplos perfectos para entender que va a generar un gran déficit sin ofrecer rendimientos a favor.
De hecho, es fácil entender que existirán inversiones con mayor retorno económico a los 4.000 millones que se van a meter en el AVE, empezando por las vías de cercanías, (sin salirse del tren), carreteras e infraestructuras de transporte terrestre y desde luego todo lo relativo a sanidad o educación.
En realidad, la lista de inversiones mejores que el AVE lo incluye todo salvo aeropuertos sin aviones o megaesculturas que no valen para nada. Por supuesto, todo esto es muy obvio; no se crean que es un error o un fallo de planificación el hecho de que siempre se acabe gastando donde las cosas no sirven. Se genera un gran negocio, que no tiene sentido en aquellas cosas que se usan de verdad; ya seremos nosotros los que pidamos mejorar las carreteras por las que vamos. Los que reclaman inversiones millonarias en locomotoras y aeropuertos fastuosos han de ser otros (eso sí con aquello de “por el pueblo”). Lo triste es que se hace caso a estos segundos y no a los que pedimos que se mejore lo que sí se necesita.