Creo que llega el momento (otra vez) de recopilar algunos post de este año para tratar de entender un poco lo que está ocurriendo. Recordemos que, como viene siendo habitual, comenzaba la temporada en septiembre con el enésimo post en el que decía que por mucho que el consenso se empeñase y por mucho que el PIB hubiese sido positivo no nos estábamos recuperando.
Cómo exponía el PIB subía por un desmedido gasto público para salvar a los mercados financieros, y por ciertos aspectos de la construcción del número que hacían subir tanto el consumo “imputado” como el PIB “imputado”. Es decir; por un lado el hecho de que los deudores paguen más por los préstamos y los depositantes cobren menos por los depósitos supone mediante la imputación indirecta de los servicios financieros que suban tanto el número que decimos que es el consumo, como el número que decimos que es el PIB. Por otro lado, la imputación del alquiler creciente a todos los propietarios de viviendas, que sufre un incremento espectacular, hace subir también estas dos cifras. Es sencillo entender que los datos en ningún modo hacían pensar en una recuperación.
De hecho, continuaba estos días con un post en el que trataba de exponer que aún no hemos tocado fondo. Es decir, ni estábamos “hacía arriba” ni tan siquiera estamos “llaneando” sino que nos queda una buena bajada. Y nos quedará hasta que se solucione el problema fundamental: todas las políticas económicas van diseñadas para salvar al sistema financiero a costa de destrozar el sistema económico; finalmente por muchas trampas que se hagan el sistema financiero depende del sistema económico lo que lleva a una conclusión muy sencilla que en realidad es lo que exponía en ese post. Al día siguiente ampliaba un poco esto explicando que todo ello debería entenderse asumiendo la obviedad de que a nadie le interesa que el sistema se caiga.
Todas las “soluciones” propuestas hasta ahora para que el sistema no caiga consisten en salvar los mercados financieros cargándose la economía lo cual nos lleva sucesivamente a problemas en los mercados financieros por la situación económica; de ahí a un nuevo golpe a la situación económica y así es evidente que sólo hay una forma de resolver la paradoja.
Respecto a la forma en la que se han desarrollado los acontecimientos me gustaría recordar el post en el que trataba de explicar que es imposible para todos nosotros anticipar el momento del derrumbe. Por mucho de que se trate de buscar métodos (a los que se les busca incluso un carácter casi científico) es materialmente imposible prever el momento de la caída brusca. Es decir, todo el mundo la espera pero nadie en ese momento justo.
Esto podía contradecir lo que manifestaba unos días después ante la salida a bolsa de aena. Aparte de explicar un pelotazo que perjudicará a la economía en su conjunto porque se basa en regalar un monopolio en lugar de reducir los costes a los usuarios de tal circunstancia, exponía que, en contra de lo manifestado por el gobierno, ya van unas cuantas veces que se anunciaba la salida a bolsa de Aena. Tantos que hasta se podía considerar un indicador avanzado de la posibilidad de caídas. Exponía que tal circunstancia tenía sentido.
Este sentido es fácil entenderlo si asumimos que la salida a bolsa de Aena es lo que antes mencionaba, pero que va a suponer costes para otras empresas (además de para la sociedad). Dadas que las implicaciones de la necesidad de beneficios atentarán contra las aerolíneas, empresas turísticas y empresas como la antigua Aldeasa, tan sólo se saca esta entidad a Bolsa si es muy necesario. Si le damos la vuelta entenderemos que la salida a bolsa de esta empresa en particular se producirá cuando sea muy necesaria. Otra cosa es que en estos momentos lo más normal es que todo se venga abajo antes de que salga al parket y se paralice la operación por las condiciones del mercado, pero precisamente porque no da tiempo.
Y supongo que alguien preguntará por el futuro; pues en realidad quedan dos opciones. La primera opción pasa por que a alguien se le ocurre alguna forma adicional de dar una patada hacía adelante, con lo cual volveremos a repetir toda la sucesión de acontecimientos del pasado hasta que lleguemos a la segunda opción.
La segunda opción pasa por que no se puede evitar ya reconocer que esta situación es insostenible, y se reconoce. En este caso habrá que asumir el derrumbe de los mercados financieros, el deterioro total y construir a toda velocidad un nuevo esquema económico; en este esquema nos podemos encontrar o bien con un escenario similar al new deal (no confundir con el keynesianismo ya que no tiene nada que ver) y reconstrucción del estado del bienestar o por otro lado nos podemos ir hacía el fascismo, la militarización y los controles extremos de los ciudadanos.
Entiendo que la sola mención de reconocer las pérdidas de todo lo hecho y la posibilidad de encontrarnos en tal encrucijada asuste lo suficiente como para valorar más patadas para adelante. Pero claro, recordemos que lleguemos a este punto será inevitable y cuanto antes sea menos coste y por tanto más probabilidad de que salga bien tendremos.
Es decir, tenemos una oportunidad de plantarnos y decir basta. O repitiendo las palabras (desde luego no escuchadas) que escribía en 2012:
“En definitiva, se trata de que esta vez entre todos hemos de conseguir que lo que eran las palabras del 2008, (refundar el capitalismo, recuperar la clase media, ya que sin una clase media potente no hay nada que hacer, reducir el poder extorsionador de la banca y todo esto…), que sea una realidad y no meras palabras.”